madrid - Pilar Adón se ha convertido en unas de las escritoras más reconocidas y valoradas por su profundo amor a la palabra y su intensidad temática, y tras su exitosa novela Las efímeras y los relatos de La vida sumergida regresa a la poesía con Las órdenes, donde sin tapujos habla de las dependencias.
En su libro, editado por La Bella Varsovia, Adón (Madrid, 1971) da un paso más y, según ella misma explica, “mete el cuchillo en la carne”, “sin disfraz”, para poner la lupa en este tipo de relaciones.
La primera parte de la obra se para en las dependencias madre e hija y viceversa; la segunda se centra en los cuidados personales que debe prestar una hija a un padre por una enfermedad, y en la tercera y última se ahonda en la propia necesidad vital de la autora con el mundo de la literatura.
“Tengo una dependencia de los libros diaria, continua y autoalimentada. Toda mi vida gira en torno a ellos. Escribo, edito, traduzco y vivo con un editor en casa. Me dedico a eso toda mi vida en cuerpo y alma; la literatura me persigue y el medio ambiente también”, argumenta Adón.
“La naturaleza, a veces hostil, me ha interesado y motivado mucho. Me especialicé en Derecho medioambiental y lo que quería en ese momento era salir a descubrirla, que es lo contrario a la interiorización, pero ya cuando me decidí por la literatura y empecé a traducir, me metí en un mundo interior en el que también llevo a la naturaleza”, sostiene la autora, apasionada también de los animales y, más concretamente, de la figura del perro, un amor que comparte con la escritora Virgina Woolf. - Efe