Vitoria - Jota Barros, María Moldes, Jordi Oliver y Alfredo Oliva son algunos de los expertos invitados a tomar parte en la primera edición de FotoKalea (www.fotokalea.com), una nueva apuesta realizada por la escuela de formación de fotógrafos aficionados FotoGasteiz.

¿Por qué hacer el simposio?

-Asisto de manera regular a congresos de fotografía con la inquietud que me corresponde como periodista y fotógrafo. Lo que pasa es que en ocasiones veo que se hacen este tipo de iniciativas buscando única y exclusivamente su posible rentabilidad, que es algo muy práctico pero que, como asistente, me hace echar de menos otros aspectos. Lo que busco, y lo que queremos proponer con FotoKalea, es que entres el sábado y cuando te vayas el domingo, salgas siendo mejor fotógrafo. Está bien ver qué se cuece, pero también me interesaba plantear un simposio especialmente formativo. El hecho, como es el caso, de hacer un congreso monográfico me parece muy importante porque no se ha hecho nunca sobre la fotografía urbana y porque es una disciplina que practica mucha gente pero sin que exista una base que delimite qué es y qué no.

De hecho, ¿qué se entiende por fotografía urbana?

-Hay mucha gente intentando dar respuesta a esa pregunta. Desde mi punto de vista, es una fotografía antropológica en la que fotografías la realidad humana. Puedes hacerla desde su presencia (es decir, fotografiar gente), o desde su ausencia (trabajando con espacios). El resultado se traduce en pequeñas píldoras de vida.

¿A quién se dirige el congreso?

-A todas las personas que son aficionadas a la fotografía urbana. De hecho, no existen profesionales en este campo. He diseñado el simposio para que vaya de menos a más, de tal forma que alguien que no tenga ni idea pueda empezar con la conferencia de Jota Barros, que va a explicar qué es y qué no es fotografía urbana y qué tiene que hacer cada uno para empezar en este camino. Luego vendrá gente como Jordi Oliver, que lleva toda la vida fotografiando bares en el Raval de Barcelona y que nos va a contar su trayectoria vital y creativa. El programa está hecho para todos los públicos, entendiendo que aquí hay mucha gente a la que le gusta y le apasiona la fotografía, que invierte en equipos y que quiere hacerlo mejor cada vez pero no desde un planteamiento profesional, sino porque quiere realizarse.

En esta primera edición, ¿cuando todo pase y llegue el lunes 4 de junio, qué tiene que haber pasado para que esté, como mínimo, satisfecho?

-El hecho de haber conseguido el Europa y los diez ponentes que van a venir, ya me parece un éxito. Ese lunes, como FotoGasteiz, me gustaría poder pensar: tenemos unas bases para decir que la fotografía urbana no es algo que practican cuatro locos por separado. Es decir, que se sienten las bases, de algún modo, de este movimiento cultural. Espero que esto sirva para formar a los asistentes y que, entre todos, veamos cómo nos podemos ayudar a ser mejores en esto. Mi idea es que la gente entre con mucha curiosidad el sábado y salga el domingo con unas ganas locas de hacer.

¿Por qué estos diez ponentes?

-Porque buscábamos que, a parte de ser buenos fotógrafos, que lo son, fueran también buenos formadores y comunicadores. Se han quedado fuera muy pocas personas, pero como vamos a hacer más ediciones, tampoco es cuestión de quemar ahora todas las posibilidades.

La sociedad actual casi se podría decir que vive a través de la imagen, sobre todo de la fotográfica. Un móvil, una cámara. ¿Pero estamos formados no ya para hacer o difundir, sino también para entender, para descodificar?

-No. Es verdad que a nosotros como periodistas nos han formado para saber cuál es el contenido y no sólo la estética de una imagen. Pero hay muy poca cultura visual. El otro día leía unas declaraciones de Ricky Dávila en las que decía que hoy ocurre que mucha gente coge una cámara y ya es fotógrafo. Él decía que, sin embargo, esto no pasa con la escritura, por ejemplo. Todos sabemos escribir, no somos analfabetos, pero nadie va diciendo por ahí que sólo por eso es escritor. Sin embargo, la gente coge un móvil, hace cinco fotos, las pasa a blanco y negro, y ya es fotógrafo. Me gusta pensar que hay un espíritu más crítico. Hay mucha gente obsesionada con hacer algo distinto, pero a veces lo distinto es solo distinto, no mejor. Hace falta que los chavales de hoy, que todos tienen una cámara en la mano, entiendan que eso es una herramienta y que según cómo la uses, conseguirás unas cosas u otras. Si la gente da clases de piano para tocar, ¿por qué no entiende que necesita clases de fotografía? La gente hoy no hace fotografías, las fotos las hace la cámara. Como mucho, decide cuándo se hacen. Pero yo también puedo decidir cuándo toco una tecla del piano. Eso no significa que haga música. La cultura viene con práctica, interés... y, sobre todo, con tiempo. Nunca terminamos de aprender.

En ese proceso pedagógico está FotoGasteiz. ¿Cómo está siendo el camino?

-Es una escuela a la que acuden personas a las que realmente les gusta la fotografía y enseñar a gente que quiere aprender es algo maravilloso. Y ver a personas que en algunos casos empiezan de cero, cómo evolucionan y crecen, no tiene precio.