Todo empezó cuando el artista Antoni Abad salió elegido para representar a Catalunya en la Bienal de Arte de Venecia con su proyecto La Venezia che non si vede (La Venecia que no se ve). Abad está especializado en trabajar con comunidades digitales en las que los dispositivos móviles desempeñan un papel vital como herramienta de comunicación. En este caso, el artista decidió elaborar una aplicación para personas invidentes. En BlindWiki, se pueden publicar mensajes (sonoros, casi todos) en los que se muestra cualquier rincón de la ciudad de Venecia. Todo aquello que no se ve, claro. El proyecto fue producido y organizado por el Institut Ramon Llull, consorcio integrado por la Generalitat de Catalunya, el Gobierno de las Islas Baleares y el Ayuntamiento de Barcelona que se dedica a promover la lengua y cultura catalanas en el exterior.

En mitad del proyecto, Max (Francesc Capdevila) fue invitado a realizar un cómic táctil para invidentes. El primer cómic para ciegos. El autor, Premio Nacional del Cómic en su primera edición de 2007, es uno de los historietistas más importantes del Estado. Dio sus primeros pasos en el cómic underground en los años 90, y desde entonces ha creado algunos de los cómics más interesantes en castellano, tanto por temática como por estilo narrativo. Ha realizado multitud de ilustraciones para álbumes, ropa y pósters, entre otras cosas. Incluso ha llegado a dibujar una portada para New Yorker, la prestigiosa publicación americana.

Max se embarcó en el proyecto durante cinco meses junto a los alumnos de un Master de cómic que dirigió Mery Cuesta, comisaria del proyecto junto a Roc Parés, en el que colaboró con alumnos de la escuela Edisava e invidentes con los que contactaron a través de la ONCE. Max asegura que en algunos momentos, con una gran cantidad de estrés de por medio, pensaba que “no era posible hacer lo que intentaba” y estuvo a punto de tirar la toalla más de una vez.

El proceso comenzó mediante pruebas de viñetas en bajorrelieves realizados sobre arcilla. A partir de aquí, comenzaron a recibir opiniones por parte de los invidentes: “Pude darme cuenta de cómo las personas ciegas captaban los dibujos, lo que me ayudó a decidir de qué recursos del cómic debía prescindir”, comenta Max. El método de ensayo y error terminó dando su fruto, y cuando Max tuvo claro cómo hacerlo, pasó a decidir el tema: “Se me ocurrió en Venecia . Una de las actividades del estand de Cataluña era un paseo de 20 minutos en barca guiado por una persona ciega, en el que explicaba todas sus sensaciones. Me pareció muy interesante, así que decidí que la historia tenía que basarse en este paseo”.

Así nació A boat tour/Tour in Barca, una pequeña historia basada en esas sensaciones, que se han volcado en el papel como líneas de diferentes formas, puntos y onomatopeyas que se pueden palpar con las yemas de los dedos. El cómic está adaptado para personas con poca visión y videntes, por lo que las viñetas están también dibujadas con tinta.

Al ser el primer cómic para ciegos, Max no pudo evitar ciertos problemas a la hora de crear su obra. El autor tuvo que eliminar toda noción de profundidad en las viñetas, además, no tuvo más remedio que crear un nuevo tipo de lenguaje al que los ciegos se tuvieron que adaptar y aprender de cero. “Hay ciegos que están acostumbrados a interactuar con mapas, es decir, vistas cenitales de diferentes espacios. He recurrido a ese tipo de dibujo aéreo para que el tipo de lectura resulte más familiar. Los elementos deben de ir bien especificados y las líneas deben de tener un grosor determinado para poderse leer. Las texturas indican si estamos sobre suelo o agua”, explica el autor, que también tuvo que renunciar a incluir personajes “Con los dedos no se pueden interpretar gestos. Además, para que el dedo pueda reconocer un personaje, este debe tener un tamaño muy grande”, añade. Aunque no pudo realizar una historia al uso, la última página muestra dos figuras que se despiden, y la forma de las mismas refleja el inconfundible estilo del autor.

El otro problema es el precio de la impresión de la tinta en relieve, que es demasiado caro: “Habría que esperar a las impresoras 3D para poder hacer tiradas a un precio asequible. Además, de esta manera, se podrían crear archivos que cualquiera podría descargar e imprimir en su casa”, dice el autor con confianza, y añade que este momento llegará “más pronto de lo que esperamos”.

El cómic solo se puede obtener en la tienda de la bienal, en Venecia. Solo se han lanzado 400 ejemplares, en italiano e inglés. Hasta ahora, todas las ideas realizadas en la bienal se han llevado a Catalunya, pero en este caso, el autor cree que “puede llegar a ser un poco difícil”. A pesar de todo, este es un primer paso a un lugar inexplorado. “Para ello, precisa de tiempo, concentración y ganas. Algo normal, ya que es un tipo de lenguaje al que no están acostumbrados. Pero la recepción ha sido muy positiva y muchos ciegos me han felicitado por mi trabajo”, se alegra Max.