En un día como hoy, 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, pero hace exactamente cien años, falleció en Vitoria el célebre compositor salvaterrano Dimas Melchor Uruñuela Bengoa a los 73 años de edad, a la sazón padre del excelente compositor, musicólogo y maestro de danza José Uruñuela Fernández de Larrea, nacido en la capital alavesa en 1891 y fallecido en San Sebastián en 1963. Nos hallamos, pues, en el centenario de la muerte de todo un personaje ilustre que vio su primera luz el 25 de marzo de 1844 en la villa de Agurain/Salvatierra y autor, entre otras numerosas obras, del popular zortziko El pozo artesano.
Dimas que estudió la carrera musical en Madrid bajo la dirección del profesor Aranguren tuvo una tienda de música en la Virgen Blanca, de Vitoria y una academia donde enseñaba solfeo y piano.
Su biógrafo, el etnógrafo, musicólogo y miembro de la Asociación de Amigos del Zadorra, con sede en Agurain, Kepa Ruiz de Eguino Lorenzo (Agurain/Salvatierra, 1957) ha manifestado que “como sucede en casi todos los municipios en donde sus hijos preclaros son recordados de por vida con monumentos, nombres de calles o plazas o centros culturales, la efeméride del genial Dimas Uruñuela sería una excelente oportunidad para reivindicar a los numerosos hijos del pueblo, o estrechamente relacionados, que tanto han aportado al mundo de la música en sus diferentes facetas. De hecho, su hijo José Tomás cuenta en Vitoria con una plaza y el Conservatorio Municipal de Danza en su memoria. Otros casos que corroboran lo expuesto son la calle Los Aramburu en recuerdo del salvaterrano Juan Santiago Aramburu Salinas (1860-1937), primer director del Conservatoria de Vitoria, y de sus hijos, también estudiosos de la música Enrique (1896-1967) y Luis (1905-1999). Y qué decir del capuchino aguraindarra Dionisio Preciado Ruiz de Alegría (1919-2007) compositor, musicólogo, investigador, profesor, conferenciante y autor de numerosos libros y artículos, así como del compositor nacido en Lanciego, pero ligado a Salvatierra, Sebastián Iradier Salaverri, autor de la habanera La Paloma, versionada en múltiples idiomas, quien dispone de una plaza en la capital de la Comunidad Autónoma Vasca Junto a estas eminencias van, obviamente, incluidos el resto de los ciudadanos de la villa que han contribuido al desarrollo del asunto que nos ocupa, que es otro que la música”, puntualizó Kepa.
En cuanto al capuchino Dionisio Preciado, Premio Nacional de Musicología en 1980, medalla de plata de Bellas Artes en Música en 1991, director de Revista de Musicología y presidente de la Asociación Española de Musicología, entre sus innumerables distinciones por su ingente labor, reseñar que el 7 de mayo del 2003, la villa de Agurain le rindió un caluroso homenaje, sin duda a uno de sus hijos más conocidos a nivel nacional e internacional, también conocido como el Padre Salvatierra.
El mencionado musicólogo e investigador Ruiz de Eguino en su obra Historia de la Banda Municipal, músicos y organistas de Salvatierra/Agurain explica que las primeras agrupaciones musicales estaban ligadas a la Iglesia, especialmente aquellas que albergaban un órgano. Los organistas eran los encargados de instruir musicalmente al pueblo, de esta forma se crearon las primeras clases de solfeo y coros parroquiales, tal y como indican los códices de los siglos XV y XVI de la iglesia de San Juan.
La parroquia de San Juan, en su día fortaleza y que en 1854 sufrió un incendio
Agurain era un centro musical importante en la Llanada, ya que sus dos iglesias Santa María y San Juan tenían “organistas titulares por oposición”. Estos organistas solían cumplir la función de maestros y muchas veces dirigieron la Banda de Música.
La historia de la Banda Municipal de Salvatierra-Agurain comienza en 1839 cuando el genial organista y compositor de obras tan famosas como La Paloma y El Arreglito, Sebastián Iradier, tras abandonar la sacristía de la Iglesia de San Juan donde ejercía como organista y sacristán mayor desde 1835 a 1839, examinaba a J. Antonio Ruiz de Landazabal, joven aguraindarra para dicha plaza. Landazabal tomó la plaza de organista en 1840 y junto a Juan Miró, que llevaba la organistía de Santa María, comenzaron, a petición del Ayuntamiento, a enseñar música a los jóvenes de Agurain.
Y abundando en el zortziko El pozo artesano del hoy compositor Dimas Uruñuela fallecido hace precisamente un siglo el 1 de noviembre de 1919, decir que la intención era abrir en la plaza de la Virgen Blanca un pozo artesiano en busca de agua y la cosa dio para tanto que hasta el Dimas, vecino del lugar, se inventó un zortziko. En cualquier sitio asoma la cultura, incluso a golpe de perforación.
En Vitoria hace unos años se preparó una muestra sobre el pozo artesiano que todos los visitantes podían ver escuchando en todo momento la grabación que los alumnos de la Escuela Municipal de Música Luis Aramburu realizaron con la obra compuesta por el aguraindarra Dimas Uruñuela Bengoa, que en un momento dado tomó la sabia decisión de hacer de la necesidad virtud y convertir los golpes en el suelo y el característico ruido del motor que movía el mecanismo en un zortziko.