Vitoria - “En cada contexto, nosotros, siendo los mismos, somos distintos. En la noche, el aire que nos envuelve nos hace de otra manera. Nos mezcla los sueños, los deseos, los ánimos, el descanso, la espiritualidad, la religión...”. En ese momento de cada jornada -final o principio, depende el caso-, “la palabra no es grito o ruido como durante el día. La noche llama a la ternura, al abrazo, a la confesión solitaria, íntima... es cuando se ve a la persona”. Es ahí donde se encuentra el tronco principal del nuevo poemario de Kepa Murua, aunque, como buen árbol, también tiene sus raíces abarcando otras temáticas e ideas.
Lo que veo yo cada noche (Luces de Gálibo) es una realidad palpable después de no pocos años de trabajo, un libro “extenso” de “poemas largos” que exigen de una labor concienzuda para cuidar “el peso de cada palabra, del ritmo, del silencio”. Por ello, ha llevado lo suyo la creación pero también la corrección, aunque el autor reconoce que “me gusta recrearme en las pruebas, soy un tipo de esos que ama la artesanía de este oficio”.
Siendo un poemario profundo quiere ser también cercano, puesto que el poeta escapa de la solemnidad. “Como lector no me gusta que me den lecciones de muchas cosas e intento evitar lo que no me gusta”, dice con una sonrisa. “Aquí hay un juego del aire, del amor, de la ternura, de la soledad y de la esperanza. Pase lo que pase, durmamos acompañados o solos, al final se trata de superar los retos de la vida. Éste es un libro para despertarse”.
De hecho, el escritor asume que busca personas que quieran encontrar “un artefacto literario de calidad”. “Me gustaría que el lector reconociera que puede ser más sabio, más inteligente, que puede ser mejor persona cuando termine de leer el libro. Aquí se habla de la reflexión en la calma, de la madurez en la calma, no en el estrépito, no en el ruido o en la aceleración. La aceleración es un toque a la superficie. En la calma es cuando sabes. Y me gustaría que el lector se diera cuenta del valor la palabra. Es algo que siempre reivindico”.
Con quienes quieran ser interlocutores además de lectores, Murua se encontrará el próximo día 25 en la librería Mara-Mara a partir de las 19.00 horas, aunque el acto no será una presentación al uso, sino que cada uno de los asistentes será recibido por el autor de manera individualizada. “Es un formato en el que los dos nos soltamos bastante”.
“Éste es un libro que seguramente necesitará un tiempo para encontrar lectores. Poco a poco, y no es una crítica, los lectores tienden a lo más fácil. Autores como yo necesitamos un recorrido con los lectores porque les estamos exigiendo algo. El mundo no está para esto hoy en día, entre tantas horas de trabajo y demás. A la gente le apetece ver una película o leer un libro superficial. Yo no estoy ahí. El mundo literario es minoritario y yo soy un autor minoritario. También se habla aquí de eso, de la vida, de la derrota, de estar solo, de dormir solo, de quedarse solo... pero esa misma derrota te lleva a tener una fuerza increíble para luego superar con creces cualquier dilema de la vida. Son apuestas diferentes. Hay gente que dice que sigo en una línea difícil, pero es que en mi ánimo está confiar plenamente en el lector”, describe, al tiempo que recuerda que “cada cierto tiempo siempre hay un best seller en la novela negra, histórica, pseudo-erótica... Pero todo eso cae. A la larga, lo que queda es la buena literatura. Y la literatura es reflexión, conocimiento, es pensar sobre lo que no pensamos”.
Consciente de que “la noche lo cura todo”, Murua sigue así por su propio camino. Y se deja atrapar también por el hecho de escribir por la noche, cuando la palabra surge de manera más relajada, tranquila. “El silencio, por lo menos para mí, es una delicia para escribir”.