Amurrio - A los 17 años compaginaba sus estudios de periodismo y arte dramático, pero pronto se dio cuenta de que lo que ella quería era interpretar. Hoy, la actriz amurrioarra Leyre Berrocal tiene 42 años y una trayectoria profesional formada por diez largometrajes, siete cortos, ocho obras de teatro y distintas apariciones en series y documentales de televisión. Un camino que también ha sido distinguido por diferentes galardones como el que recibirá esta noche en su casa.
¿Cómo le ha sentado ser escogida para ser la homenajeada del festival de cortometrajes de Amurrio?
-Estoy muy agradecida de que me vayan a poner la txapela en casa, a la par que contenta y emocionada porque se reconozca la labor que llevo desarrollando en mi oficio.
¿Qué opina de que haya un festival de esta índole en su pueblo?
-No sólo me enorgullece, sino que lo creo muy necesario. Todos los teatros tendrían que ofrecer espacios de este tipo y dar la opción para que el público, por poco dinero, disfrute del trabajo de nuevos cineastas y a la vez de directores con trayectoria como es, en mi opinión, el caso de Paul Urkijo. Ya casi no se ven cortos en televisión o antes de un largo como hace unos años. Es una buena forma de mantener esta actividad viva, tanto en grandes ciudades como en pueblos, para los que también es muy positivo, por la publicidad que conllevan. Hay que destacarse, ser original y ofrecer cultura al pueblo.
Ahora mismo anda en los escenarios de gira con las obras de teatro ‘Vidas pasadas’ y ‘La boda de Betty Blue’, pero ya se la vio en Amurrio en 2015 durante las primeras jornadas de teatro breve con Diez’. De hecho, siempre ha estado muy unida al teatro aunque empezara en cine. ¿Cómo pasó aquello?
-Supe desde muy pequeña que lo mío era interpretar. Así fue cómo -aunque luego haya estudiado con Carlos Gandolfo, Josu Bilbao o Pablo Ibarluzea, entre otros- cursé tres años en la Escuela de Teatro de Getxo y me fui a Londres. Allí en dos meses me salió un casting y acabé rodeada de famosos, y con una oportunidad maravillosa que me dio salida a Madrid. En los últimos años, me estoy centrando más en el teatro, que me está dando muchas alegrías. A falta de que lleguen trabajos externos, me estoy rodeando de gente de la que admiro su trabajo y realizo pequeños sueños sacando adelante proyectos en común como Vidas pasadas de Ángel Miroú y dirigida por el gran actor cómico Pako Revueltas. Es una obra de teatro íntimo, casi como una película en directo, que representamos en hoteles, tanto en inglés como en castellano, es una forma de aunar cultura y turismo. La interpreto junto a Bea Insa, una gran pedagoga del teatro y actriz, con la que adoro trabajar. Para mí, lo importante es alimentar al público con historias que le lleguen y encontrar nuevos espacios para interpretar.
Empezó Periodismo y lo abandonó para dedicarse de lleno a las tablas. ¿Se arrepiente?
-No, para nada. En esas edades que tienes que elegir carrera se es demasiado joven para saber a qué se quiere dedicar una. Yo, al menos, no lo tenía claro. Se nos tendría que guiar un poco más. Ir al tuntún es una perdida de tiempo. Tendríamos que hacer como en otras partes de Europa, que antes de que una persona joven acceda a la universidad, les dan un periodo de reflexión que invierten en salir a ver mundo. Pero fíjate, en Vidas pasadas hago de periodista y mi compañera de actriz, y las dos en horas bajas. No están bien ninguna de estas dos profesiones, ¡qué te voy a contar! (risas).
Ahora que lo dice. ¿Cómo ve la escena en España en general, y en Euskadi y Álava, en particular?
-Somos muchos los profesionales preparados y que queremos vivir de esto dignamente, pero no hay trabajo para todos... Esto nos lleva, muchas veces, hasta a trabajar gratis o aceptando una escasa remuneración, porque te gusta tal papel y te apasiona este trabajo. Pero tenemos que empezar a valorarnos más y no aceptar cualquier cosa y a cualquier precio. Parece que la cultura no sea una profesión ni un trabajo, y lo es, y requiere de una dedicación constante, poco reconocida socialmente. A la industria cinematográfica en España le falta mucho por andar para calificarse como tal, porque aún es muy pequeña. Gracias a subvenciones se ha rodado mucho, pero luego esas películas no llegan al gran público. Además, las ayudas siempre van a los mismos. Ha habido muchos abusos y esto tiene que cambiar. Es un trabajo en equipo, un oficio serio que tiene por objeto emocionar a la gente, no un negocio para cuatro.
¿Se puede vivir de interpretar?
-Hay momentos que sí, y otros que no. En este país es muy difícil sacar la cabeza en este mundillo y que te sigan dando oportunidades una vez conocida. Siempre se quiere carne fresca. Es momento de hacernos valer y dignificar nuestra tarea como intérpretes.
Trabajos a futuro...
-Trabajos hay y futuro también, vamos a ver si los aúno... Yo ahora mismo estoy sin representante y se me hace más complicado. Pero no voy a dejar de luchar. Soy como el ave fénix que resurge de sus cenizas... Nuevas fotos, actualizar mi material, generar ideas de creación propia, y mientras leo mucho, fortalezco mi cuerpo, veo muchas películas y, tengo bolos de teatro que me hacen estar entrenada, y con un pié en Madrid para estar en contacto con el sector. También en octubre seré jurado en el Bilbao Web Festival. Es un festival que, además, sirve para poner en contacto a gentes de todo el sector, ya sea actores, directores, cámaras, realizadores o distribuidoras, entre otros.
¿Nerviosa ante la gala de esta noche?
-¡Claro! Siempre me pasa antes de un rodaje o salir a escena, porque siento mucho respeto por mi trabajo, me exijo mucho. Pero esos nervios también te dan energía y coraje para tirarte a la piscina. Esta noche, además, estoy en casa y tengo tanto que agradecer?