Muere ‘Canito’, el ojo en blanco y negro de la España taurina
Fue el único fotógrafo que pudo tomar imágenes de la cogida de Manolete y de su cadáver amortajado
Valencia - El fallecimiento a los 103 años de Francisco Cano Lorenza, Canito, supone la desaparición del ojo en blanco y negro de la España taurina de postguerra. Considerado el decano de los fotógrafos taurinos españoles, Cano (Alicante, 1912) fue boxeador, ciclista, nadador y novillero antes que fotógrafo. Su cuerpo, además de haber recibido un par de cornadas, según solía contar, conocía los terrenos que pisaban los matadores, las suertes y los tiempos de la lidia, y por eso jugaba siempre con ventaja frente al resto de fotógrafos. Buen conversador y bromista a pesar de los achaques, solía presumir de haber inventado el zoom al colocar unos tubos a su Leica y lamentaba no haber tenido la prevención de patentarlo. Fue testigo de excepción de la cara y la cruz del toreo , en el que probó fortuna sin demasiado éxito, y también superviviente en blanco y negro de un tiempo en el que la épica de la tauromaquia tuvo un reflejo irrepetible en lo social y en lo literario. Frente a sus ojos pequeños, vidriosos desde hace décadas, pasaron Ava Gardner, Orson Welles, Grace Kelly, Raniero de Mónaco, Sofía Loren, Bing Crosby, la Duquesa de Alba, Lola Flores, Charlton Heston o Ernest Hemingway, con quien presumía de haber compartido fiestas y borracheras en Málaga e Iruñea.
Su inconfundible gorrita blanca, con su apellido escrito en rotulador negro, siempre era la primera en romper plaza, en pisar el albero antes de cada paseíllo para retratar a la terna; pero también era el último en colocarse en el burladero tras saludar a los cientos de conocidos que deja en todas las plazas. Canito, que ejerció de freelance durante más de 70 años, se inició en la fotografía en la España de la postguerra, con encargos de maestros como Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez o Luis Miguel Dominguín, a quien acompañaba la tarde del 28 de agosto de 1947 en Linares, cuando el Miura de nombre Islero corneó fatalmente a Manuel Rodríguez.
La muerte de Manolete fue el mayor éxito de su carrera por ser el único fotógrafo que pudo tomar imágenes de la cogida y del cadáver del matador cordobés amortajado. Aquel incidente fue recogido casi por casualidad, pues acudió a Linares citado por Dominguín, que se comprometió a saldar una deuda con él tras la corrida. - Jordi Ferrer