mientras que los sesudos componentes del Consejo de Administración de RTVE posponen la decisión sobre el futuro de la consagrada serie de Cuéntame, tras el escándalo del incumplimiento fiscal de sus dos protagonistas, y lo público debe dar ejemplo de honestidad y comportamiento democrático, la vida de las tele se encamina al tramo final de la temporada porque en unas cuantas semanas tendremos ya aquí el verano y las rebajas en programación, que el verano a pesar del tiempo libre del personal, es poco propicia para sentarse frente a la pequeña pantalla, acompañado de un fresquito tinto de verano. Mientras que la cadena auxiliar de Mediaset, Cuatro, pone en marcha un reality con Carlos Lozano como dinamizador, eje narrador y personaje inolvidable de Gran Hermano VIP, los de la isla superviviente centran en Mila Ximénez las historietas que contar en un ejercicio cansino, repetitivo y justito para la emoción y entretenimiento. El fútbol sigue demostrando ser el espectáculo nacido para la tele, en la tele, con la tele, y así en la final de la Champions League se contabilizaron 17.866.000 espectadores que al menos vieron un minuto de la emocionante retransmisión. El deporte rey, y lo deportivo, tienen terreno abonado para el éxito en las parrillas de tele, sean de invierno o verano. Mientras las reinonas de los mañaneros magacines Susana Grisó, Ana Rosa Quintana y Marilú Montero pelean entre sí para ser referentes de actualidad, el huracán de La Sexta, Antonio Ferreras, pelea por hacerse hueco en el tramo de mediodía, con estilo un punto exagerado y dramático, en actuación un punto desmadrada. En las tardes del fin de semana no hay competencia, el estilo de caduco salón de estar con mental mesa camilla de María Teresa Campos domina la audiencia, frente a infumables películas. Es más la miseria que grandeza de lo que ofrecen el medio centenar de canales de televisión.
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