El escritor mexicano Fernando del Paso agradeció ayer el premio Cervantes con la denuncia de la situación actual de su país. “Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza”.

“Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, la impunidad y el cinismo”, señaló Del Paso, quien subrayó que ha querido aprovechar este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Anteco. “Una ley opresora -explicó- que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida, los bienes... Esto parecería tan solo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir”, precisó el escritor en un discurso personal y muy emotivo.

“Con un poco de todo, como en botica”, como él mismo había anticipado a los periodistas en vísperas de recibir el Premio Cervantes, el narrador, poeta, ensayista y pintor ha articulado su discurso, dedicado a sus padres y a la agente literaria Carmen Balcells, en tres temas: la política, su vida y la literatura.

Fernando del Paso no subió al púlpito desde el que habitualmente se lee el discurso, sino que lo pronunció abajo, sentado en una silla de ruedas y junto al público. Y leyó el discurso con voz suave y delicada ya que se está recuperando de varios infartos cerebrales que le dejaron sin voz.

El autor no ha seguido, como tampoco lo hizo el año pasado Juan Goytisolo, el protocolo de vestir de chaqué y ha preferido un traje azul oscuro con raya diplomática roja, el mismo color de la montura de sus gafas y sus gemelos, y una corbata con los colores de la bandera de España para dejar claro que lleva al país “en su pecho”.

Del Paso, sexto mexicano en recibir este galardón, hizo un elogio de la lengua en castellano y recordó que “desde hace 81 años y 22 días”, cuando llora, lo hace en castellano. “Lloro en castellano; cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano, y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano”, recalcó con humor, una característica de Del Paso, junto con la ironía, que le une también a Cervantes.

Del Paso recordó que, siendo zurdo y “ambisiniestro” -con la mano izquierda dibuja y con la derecha, escribe- comenzó a leer el Quijote entre “rugidos de leones”, gracias a la biblioteca “virgen” (nadie la leía) que tenía el hermano de su padre cercana al zoológico, desde donde se escuchaban a distintas horas del día “rugidos de leones”.

“Y yo me dije: ¿leoncitos a mí? y me zambullí en la literatura de los clásicos en castellano Tirso de Molina, Lope de Vega, Garcilaso de la Vega, Góngora, el Arcipreste de Hita, Quevedo, Baltasar Gracián”.

En este contexto, el autor de Noticias del Imperio salió de la lectura del Quijote, con una idea clara: que “la literatura y el humor podían hacer buenas migas” y que “los discursos y el humor podían llevarse”.

A estas lecturas, relató del Paso, les siguieron autores españoles como Galdós, Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán, los hermanos Machado, Alberti, Ferlosio, Marsé, Cela, los hermanos Goytisolo, Javier Marías y Arturo Pérez Reverte y por encima de todos, el poeta Miguel Hernández, autor de El rayo que no cesa, y quien, “detonó” su “vocación literaria”.

Fernando del Paso tras mencionar también a autores de la literatura anglosajona y francesa y a los latinoamericanos que le han influido como Borges, Onetti, Carpertier, Lezama Lima, Neruda, Cortázar, Vargas Llosa, Paz o Juan Rulfo, recordó que los españoles no le han influido: “A los españoles los traigo en la sangre”.

El autor de José Trigo habló de su “obsesión por el lenguaje” y de su “fascinación por la mitología náhuatl”. Y expresó su deseo de representar en España su obra de teatro La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de García Lorca. “Sé que no soy pintor porque nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir”, reconoció Del Paso, quien confesó que la lucha más prolongada que ha sostenido ha sido contra la salud desde que era muy “peque”.

Del Paso se está recuperando de varios infartos cerebrales sufridos hace varios años. “Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: ‘Pero, hombre, ¿así va usted a ir a España?’, y yo le contesté: ‘Yo a España voy, así sea en camilla de propulsión a chorro, o en avión de ruedas’”, recalcó. “Y por cierto, también sueño en español”, matizó este escritor arriesgado, comprometido con la palabra y su país, en el cierre de su discurso. - Efe

Politicos. El escritor mexicano recibió el galardón en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Al acto acudieron el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el secretario de Cultura de México, Rafael Tovar, y el líder de la oposición Pedro Sánchez, entre otras personalidades y representantes institucionales. El jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder socialista, Pedro Sánchez, se mostraron extremadamente fríos y distantes, y pese a permanecer a escasos metros uno del otro en el cóctel posterior a la ceremonia no hablaron y casi ni se saludan.

“Cansado”. Tras terminar el acto y hacerse la habitual foto de familia, el premiado, ya más distendido, pero “muy cansado”, “honrado y halagado” y en compañía de su esposa charló con los periodistas para decir que tenía que hacer un discurso “duro” porque “era necesario”. “Tengo esperanza pero las esperanzas se van gastando”, subrayó el autor de Noticias del Imperio. Del Paso ha explicado que había buscado durante tiempo la corbata roja y amarilla y que finalmente la consiguió en Estados Unidos.

Agradecimiento. En la ceremonia, que coincide con la celebración este año del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, Felipe de Borbón agradeció a Del Paso “todo lo que su obra nos aporta, nos deleita e interroga”, así como “su testimonio de amor a una lengua y a una tradición literaria que hoy honramos”.