madrid- El historiador e hispanista estadounidense Stanley G. Payne afirma en una entrevista que, “desde el año 2000, en España surge un fenómeno específico consistente en utilizar la historia para fines políticos”.

A juicio de Payne, cuyo último libro El camino al 18 de julio. La erosión de la democracia en España (diciembre de 1935-julio de 1936) (Espasa) se publicó ayer, “este es un proceder torpe, que crea conflictos”, y subraya en tal sentido que se actúa así no por cuestiones históricas “sino de política”.

En su nueva obra, Payne incide en los orígenes de la Guerra Civil española (1936-1939), un aspecto que, pese a la enorme cantidad de obras sobre el tema, la historiografía no ha tratado con demasiada amplitud. Payne centra su libro en reforzar su teoría de que, frente a lo que sostienen otros especialistas, la Guerra Civil no fue inevitable hasta el último momento, hasta el 15 de julio de 1936, justo después del asesinato del jefe de la oposición parlamentaria de derechas, José Calvo Sotelo, pero no antes. En opinión del hispanista estadounidense existían actitudes políticas individuales “orientadas hacia algo parecido a la guerra civil”, pero “no había una conspiración” organizada en marcha.

El ala izquierda del Partido Socialista, dirigida por Francisco Largo Caballero (quien sería jefe del Gobierno entre septiembre de 1936 y mayo de 1937) “quiere llegar a una revolución violenta, quiere provocar una rebelión militar débil, que sería fácilmente aplastada”, sostiene Payne. El historiador destaca que había conspiraciones militares “débiles y confusas”, cuyo antecedente más claro se encuentra en el intento de golpe de Estado del general José Sanjurjo en agosto de 1932, que fracasó. Esas conspiraciones no estaban organizadas ni estructuradas. Ni siquiera el general Emilio Mola (el verdadero cerebro del golpe de Estado del 17-18 de julio de 1936 que provoca la contienda) tenía claro cómo poner en marcha el movimiento conspiratorio, pues “estaba muy vigilado” por los servicios de seguridad republicanos, afirma. “Ni siquiera a finales de junio de 1936, sabía Mola cómo poner en marcha el golpe”, subraya Payne. - Efe