Fue en el Zinemaldia de 2013 cuando, por lo menos de cara al público y los medios, empezó el camino. Sin dar demasiadas pistas pero sabiendo llamar la atención, el director gasteiztarra Juanma Bajo Ulloa se presentó en el festival donostiarra, en brazos del showman Tony Lomba, para dar las primeras pinceladas de Rey Gitano, su regreso a la comedia tras el éxito comercial de Airbag. Este viernes, la senda llega a su final. Es la hora del estreno, el momento de que los espectadores decidan. Se busca arrasar con la taquilla estival.

“¿Hay realmente alguna característica que nos acerque y nos haga iguales? La hay. El humor. Y más concretamente las ganas de cachondeo es lo que realmente nos hermana. El español admira a sus congéneres con más gracia e idolatra a aquellos que poseen la divina capacidad de hacer reír. Si el alemán ha hecho de la eficiencia su seña de identidad, si franceses o británicos han cultivado con paciente mimo la reputación cultural de sus respectivas civilizaciones, la falta de un verdadero prestigio de lo hispano se ve recompensada por valores patrios siempre vigentes como la picaresca o la chapuza, ese bien nacional, único, lustroso e inabarcable, pues su tamaño crece al mismo ritmo que se expande el idioma, la cultura o la demografía. Estas son las sólidas e irónicas bases sobre las que se sustenta Rey Gitano”, explica el realizador vitoriano sobre un filme protagonizado por su compatriota Karra Elejalde (ganador hace unos meses de su segundo Goya por Ocho Apellidos Vascos), Manuel Manquiña (que en Airbag llevó la popularidad de su personaje mucho más allá de la pantalla), el televisivo Arturo Valls y María León (que ha vuelto a arrasar en audiencia con Allí abajo, serie en la que, por cierto, participa un Gorka Aginagalde que también es de la partida en esta película).

“En un momento en el que el país atraviesa uno de sus períodos más críticos, con una enorme sensación de temor e insatisfacción y una precaria autoestima nacional, el cine, como masivo medio cultural y de recreo, tiene la oportunidad de dar fe de los acontecimientos, y también de colaborar al eventual alivio de sus sufridos ciudadanos”, relata Bajo Ulloa (también autor del guión) a la hora de presentar un filme en el que Elejalde y Manquiña dan vida a dos detectives en paro a los que recurre un Valls reconvertido en un gitano golfo y seductor, que les propone una disparatada misión.

Producida por RH Cinema y Frágil Zinema, la película también ha tenido sus dificultades de financiación. De hecho, la ayuda del Ayuntamiento de Vitoria y de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa han sido fundamentales y por eso la ciudad y la cuadrilla fueron los escenarios principales del rodaje realizado a lo largo del verano de 2014.

Eso sí, en ocasiones la realidad supera a la ficción, como ha pasado en este caso con el fallido intento del récord de la mayor tortilla de patata del mundo. En el contexto de aquel acto se grabó una escena con los dos detectives para lanzar una irónica mirada sobre la picaresca de la que es capaz el ser humano cuando las penurias aprietan. Políticos y gestores de la capitalidad gastronómica han demostrado después que ni el mejor guionista puede a veces llegar a su nivel.

Anécdotas a un lado, cabe destacar que el sello alavés se puede rastrear en varios de los pilares de la película, más allá incluso del director y del reparto. Sonora Estudios, por ejemplo, se ha encargado de la postproducción de sonido, la edición de imagen y el diseño de efectos digitales.