Vitoria - “Sólo pienso en que si los pintores que todos conocemos entran en mi estudio no quiero que piensen que soy una jeta”. Lo decía, con una sonrisa, en su última exposición en la galería Trayecto. Juncal Ballestín recuperaba en aquella ocasión una pieza de 1998 dentro del programa Reposiciones. Y se mostraba, como siempre, sencilla, discreta pero con ganas de hablar de lo que le apasionaba, el arte.
El pasado viernes, la pintora, escultura, grabadora y docente gasteiztarra falleció a los 61 años de edad. En la intimidad se produjo una despedida que, por motivos que tampoco importan puesto que son privados y personales, no se hizo pública hasta ayer.
Queda, cómo no, su obra, producto de un camino iniciado desde muy joven, con el también desaparecido y añorado Rafael Lafuente como profesor en la Escuela de Artes y Oficios, una senda que siguió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Bilbao. No en vano, ella se dedicó durante tiempo a la enseñanza artística, mientras también realizada exposiciones individuales y colectivas dentro y fuera del País Vasco. Ecléctica, inquieta, curiosa... los adjetivos no sirven para encuadrar su figura y persona. - C. González