Vitoria - A lo largo de 1888, Julio Verne fue publicando por entregas Deux ans de vacances (Dos años de vacaciones), una aventura protagonizada por una quincena de niños que, tras sufrir un accidente marítimo, se encuentran en una isla desierta donde no les queda más remedio que organizarse para sobrevivir. Y es en estas páginas, en concreto en los personajes de Briant y Doniphan, donde la escritora gasteiztarra Marisol Ortiz de Zárate ha puesto su mirada para construir su séptima novela, Rebelión en Verne (Editorial Bambú), e impulsar una revuelta en las historias y en la vida del autor, poeta y dramaturgo francés.
Ambos niños están enfadados con su creador. Entienden que Verne los trata como personajes “nimios, insignificantes” y no están nada de acuerdo con lo que el escritor de Nantes está decidiendo sobre sus vidas. Así que deciden plantarse y buscan aliados entre las otras novelas del mismo autor para montar una rebelión, proceso en el que, en algunos casos para su sorpresa, se van a encontrar con otros que, como ellos, “no están muy satisfechos con el papel que tienen”, explica Ortiz de Zárate, que une esa parte de ficción con la realidad de la vida del francés, la otra pata de su nuevo libro.
“Cuando leí Dos años de vacaciones, los dos personajes me parecieron unos petardos y, la verdad, me lo siguen pareciendo. Así que mi gran reto ha sido dotarlos de un poco más de amabilidad, de carisma, hacerles un poco más adorables, aunque ha sido difícil porque para Verne eran dos personajes más, pero para mí son mis protagonistas”, apunta la creadora. “Es de sus peores novelas”, describe, aunque lo justifica recordando que “la diferencia de calidad en su producción literaria es terrible sobre todo porque el hombre tenía un contrato leonino con su editor, que le hacía escribir entre tres y cuatro novelas al año. Daba igual que él estuviera pasando una mala racha o lo que fuera. Me pareció tan interesante esa situación que me decidí a hacer este libro”.
Ortiz de Zárate comenta que ésta “no ha sido una novela fácil”, un camino iniciado hace unos años que ha ido y venido en diferentes fases. De hecho, “la historia es la original pero está muy retocada” ya que “al ser una novela juvenil no podía mantener el registro decimonónico que estaba usando al principio, muy influenciada por la obra de Verne”. Al fin y al cabo, su objetivo es que los jóvenes “tengan ganas de conocer o de profundizar más en la obra” del autor francés, “un completo desconocido para muchos de ellos”.
En esa aventura, la autora describe que “lo más difícil ha sido meterme en el estado de ánimo de otro escritor”, máxime en el caso de un hombre que sufrió depresiones, un atentado que le dejó secuelas...
Ahora es el momento del lector. Ortiz de Zárate está ya en su siguiente trabajo. “Llevo tantos años con esta novela que estoy un poco cansada de ella”, ríe. Así que se afana en lo próximo, que será tomar parte en el proyecto colectivo que está impulsado la asociación Krelia.a para la edición de un libro en el que diferentes autores alaveses están aportando relatos ambientados en el extranjero.