Vitoria - Esta semana visita Euskadi Cristina González Narea, cantante y escritora chilena pero afincada en el Estado, donde ha acompañado como corista a Aute, Miguel Ríos, Sabina, Nacha Pop o Revólver. A caballo entre el mundo del cantautor latinoamericano, el pop, el rock y el jazz, Narea presentará su último CD en solitario, Huesos de mar (Fundación SGAE), que sonará este miércoles a partir de las 20.30 horas en el gasteiztarra bar Extitxu y el jueves 9, en el Café Teatro Ribera de Bilbao.

‘Huesos de mar sabe a salitre, como su propia vida, a caballo entre Chile y España.

-Tiene ese sabor a salitre como dices del Chile que le toca, esa huella del ahora y su memoria de mi mitad española, y todo el viaje. Es un disco grabado aquí y allí fusionando desde la canción de autor, mi blues, mi jazz y rock, con los sonidos y ritmos latinoamericanos.

Es un CD personal, ya que tilila en él un poso de folk latinoamericano de los 70 pero también una visión universal con aires rock y jazz.

-Me crié en Madrid y empecé a componer a finales de los 80 cuando había regresado a Chile, donde trabajé en contra de la dictadura desde el arte y la cultura. Así surgió la necesidad de expresar a través de canciones, en esa época muy contingente, lo que allí ocurría y cómo los jóvenes lo vivíamos... Este disco es un regreso a mi raíz sónica y efectivamente es universal, tan universal que pretendo moverlo por todos los festivales de world music que me dejen. Refleja la huella del ser humano y el sentir de cualquier alma inquieta.

¿Sería posible esta carrera en solitario sin haber colaborado previamente con tanta estrella? ¿De todos aprendió?

-No solo hubiera sido posible sino que tal vez me hubiera dedicado por completo a mi camino en solitario... pero por necesidades personales y circunstancias he tenido el privilegio de colaborar con artistas potentes de aquí que me han aportado algo de su magia y sabiduría. Aprender a acompañar, guardar ese ‘medio metro de distancia’ con quien convoca el concierto, sentirte parte de un gran juego de ajedrez donde no siempre eres la reina o el rey, te da una amplitud de miras muy rica y te das cuenta que al final lo que haces siempre es música y eso es fantástico.

¿Cómo surgió el disco, hay un planteamiento previo o van surgiendo canciones que lo conforman?

-Este disco lo planteo como un poemario. Se puede escuchar una canción suelta, pero mi propuesta es que al menos la primera escucha se haga de arriba a abajo porque tiene un sentido cómo empieza y cómo acaba.

Su latido poético es innegable. Canta “la poesía es donde estoy”. ¿Es el paraíso, lo más alejado de la rutina y la dictadura del reloj?

-Tal y como canto, el paraíso te lo inventas y reinventas tú a cada rato y cuando lo necesitas. Es posible crear nuestra propia versión del paraíso donde no hay relojes ni rutinas, claro.

¿Qué fue antes, la escritura o cantar? ¿Qué se siente más, poetisa o cantante?

-Lo primero, la escritura, cantar vino después y me siento algo más integral que dentro de una etiqueta. Me siento música o creadora, ya que tanto la poesía, como el collage y la música son los lenguajes que utilizo y este último es al que más horas le echo... a veces.

“El corazón es el motor”, canta. Debe serlo para salir adelante en estos días. Creo que a Euskadi viene en solitario. ¿Editar hoy es un acto heroico?

-Lo ideal sería ir a Euskadi con toda la banda, pero será un concierto acústico donde podremos vibrar de otra manera. La realidad es esa y no por ello me doy por vencida y dejo de mostrar mis canciones donde me inviten. Siempre he vivido desde la autogestión, en el camino de al lado de la industria, así que no es heroico es simplemente una necesidad y unas ganas de compartir lo que siento y construyo

Nos queda la esperanza ¿no? El “disfrutar de cada detalle” y “volar con la imaginación”, como canta usted.

-Tenemos la posibilidad de “disfrutar cada detalle”, que los hay. A veces estamos demasiado fuera de todo y no cogemos lo que tenemos al alcance de la mano o de la imaginación.