Con el objetivo, a grandes rasgos, de salirse del ABC (Ayudas, Becas y Concursos) que suele regir la labor institucional con respecto a la creación artística, en la anterior legislatura se creó Eremuak como un punto de encuentro entre el Gobierno Vasco y el sector para establecer nuevas dinámicas de relación, puesta en común, apoyo a procesos que no entienden de los plazos de los presupuestos públicos y reflexión. En los últimos cuatro años, esa idea se ha ido traduciendo en distintas acciones (seminarios, publicaciones...) que suma ahora otra forma de expresión a través de la organización de la exposición First Thought Best, que desde ayer hasta el 21 de septiembre se puede visitar en Artium, museo que desde el arranque del proyecto es sede del mismo.

Eso sí, no se pretende ofrecer una parcial panorámica de la creación contemporánea vasca ni establecer vínculos generacionales o tesis en un sentido o en otro. Éste es un todo donde cada parte responde a formas y fondos distintos, más allá de que pueda haber determinados aspectos temáticos y técnicos que en un momento dado puedan ser comunes entre los artistas participantes: Elena Aitzkoa (Apodaka, 1984), Lorea Alfaro (Estella, 1982), Miren Arenzana (Bilbao, 1985), Ibai Baldés (Pamplona, 1986), Josu Bilbao (Bermeo, 1978), Ingrid Buchwald & Nader Koochaki (Ibarra, 1980 y San Sebastián 1983), June Crespo (Pamplona, 1982), Nerea de Diego (Pamplona, 1974), Raúl Domínguez (Barakaldo, 1984), Ainara Elgoibar (Mungia, 1975), Daniel Llaría (Logroño, 1985), Pablo Marte (Cádiz, 1975), Idoia Montón (San Sebastián, 1969), Ixone Sádaba (Bilbao, 1977), Jon Otamendi (Getxo, 1978) y Amaia Urra (San Sebastián, 1974).

Son 16 las propuestas que componen el resultado final, aunque fueron 116 las presentadas a una convocatoria nacida a raíz de un encuentro realizado el año pasado en Arteleku, donde los asistentes constataron la necesidad no tanto de exponer por el mero hecho de mostrar, sino de testar sus procesos tanto en una institución como Artium como de cara al espectador, aquel que, al fin y al cabo, completa miradas, significados, sensaciones, pensamientos. Han sido Beatriz Herráez, Itziar Okariz y Peio Aguirre, como miembros de la Comisión Técnica de Trabajo de Eremuak (que está en permanente cambio de sus integrantes para evitar anquilosamientos) junto a la responsable de programación del MARCO de Vigo, Agar Ledó Arias, quienes se han ocupado de una selección donde lo común es la diversidad.

Puede que elementos como la naturaleza en su estado más degenerativo o la crisis y el consumo estén presentes en algunas de las piezas que toman el centro de la calle Francia, pero intentar establecer en esta exposición colectiva nexos de unión entre los artistas es tan complicado como inútil. Por suerte, la distribución de la muestra evita, o así lo intenta, que esa diversidad se convierta en confusión y, por tanto, en resta.

Pero todo ello no quiere decir que, en realidad, no exista una base argumental a este encuentro con el visitante del museo. “Hay una necesidad urgente de visualización por parte de los creadores”, según explicó ayer Herráez, situación a la que se pretende responder en parte con esta primera exposición que, sin embargo, no sabe si tendrá continuidad en el futuro con más convocatorias ya que, como describió el viceconsejero de Cultura, Joxean Muñoz, Eremuak es, al fin y al cabo, “una dinámica permanente de cuestionamiento” y tendrán que ser futuras reflexiones las que indiquen si esta línea expositiva se mantiene o no.

Se configura así una muestra de artistas vascos que quiere escapar de apellidos, condicionantes, límites o etiquetas, aunque esa pretendida diversidad sea una concreción en sí misma.