Amurrio. Tras el éxito arrollador cosechado en la Casa de Cultura de Llodio, su casa, con más de dos mil visitas en tres semanas, hoy llega a la sala gasteiztarra Luis de Ajuria la muestra pictórica Miradas reencontradas. Una selección de obras de pintores laudioarras de ayer y hoy con la que -según confesó a DNA José Luis Navarro, mayordomo de la Cofradía del Señor Sant Roque (institución centenaria impulsora de esta exposición)- "hemos querido dar un toque de atención a la cultura en nuestro pueblo", desde muy diversas perspectivas.

Y es que se da la circunstancia de que, aunque Llodio forma parte de Álava desde hace 514 años, la vida real de sus habitantes, no la institucional, "se desarrolla al margen de su provincia y su capital". Una dicotomía que ha creado desafectos, desvinculaciones y confusión a sus ciudadanos y que también se refleja en facetas sociológicas tales como la inexistencia de vínculos claros con instituciones culturales o deportivas señeras, o la poca cultura asociativa del municipio, sobre todo en el ámbito cultural, teniendo en cuenta el tamaño y la renta per cápita del municipio.

"Somos un pueblo culturalmente débil. No hay prácticamente teatro, ni cine, ni conferencias culturales, ni exposiciones de arte, y las escasas infraestructuras tienen un grado de utilización bajo, cuando no nulo. Sin embargo existen, y han existido a lo largo de su historia, personas que han desarrollado una actividad cultural o artística desde premisas de individualidad, cuando no de aislamiento, y que la han desarrollado muchas veces sin ser conocidas por su pueblo", explica Navarro.

En este sentido, hace dos años, la Cofradía de San Roque decidió poner freno a esta realidad con la organización de una exposición que no solo enriqueciera culturalmente a la segunda localidad alavesa, sino que también estableciera vínculos reales y afectivos entre Llodio y su provincia. Así, tras una ardua labor de investigación y más de 1.100 horas de trabajo voluntario, nació la exposición Miradas reencontradas. Un nombre que lo resume todo, ya que se trata del "reencuentro del pasado y el presente; de Llodio y Álava; de los artistas entre sí y con su público natural, su pueblo; y de Llodio con su alma cultural y artística, suscitando entre los habitantes el orgullo por su patrimonio cultural, desde el conocimiento y acercamiento a sus artistas", enumeran.

Autores Aunque en Vitoria solo estarán, desde hoy hasta el próximo 1 de febrero, un total de 23 obras "ya que estamos condicionados por el espacio expositivo", la muestra la conforman 46 cuadros de once autores. Cuatro de ellos fallecidos y siete actuales con diversas miradas y edades, así como estilos y formas expresivas muy heterogéneas, para cuya selección "se han seguido criterios muy severos". Todos los autores elegidos han nacido en Llodio o han pasado una parte importante de su vida en este municipio y ofrecen garantías académicas, ya que han recibido reconocimientos suficientes y han expuesto su obra, tanto de forma individual como colectiva.

Representando al pasado están Joaquín Bárbara y Balza (1867-1931) con cuyo óleo Náufragos, perteneciente al fondo de la pinacoteca madrileña del Prado, obtuvo la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897; Román Iza Azkarai (1917-2011); y quien fue catedrático de Dibujo en el Instituto Canciller Ayala de Llodio, Luis Torres Pastor (1912-2004). Completa el listado el único artista de la muestra que cuenta con una calle en la segunda localidad alavesa, José Arrúe Valle (1885-1977), cuya obra se ha hecho hueco en la sección que el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedica a la pintura vasca del siglo XX.

Del presente, en Miradas reencontradas cuelgan sus cuadros Antonio Aldama (1934), Santiago Lecanda (1944), Jesús Bernardo Suso (1944), Javier Gutiérrez Compañón (1946), Jabier Herrero (1965) y Sara Espinosa (1966), además de Rosa Torres (1948), una pintora valenciana con obra en museos como el Reina Sofía de Madrid, que pasó buena parte de su infancia en Llodio, ya que es hija de Luis Torres.

"Los once son buenos, cada uno dentro de su estilo, y no están todos los que son, porque sabemos que hay muchos más. De hecho, esta muestra, aunque parezca increíble para un pueblo, también ha servido para que se conozcan entre sí, ya que muchos no sabían de la existencia de otros, crear vínculos colaborativos entre ellos y contactar con otros artistas, para que pierdan la timidez del exponer. Un pintor tiene que pintar para ser visto, sino no tiene sentido", apunta Navarro.

Ejemplos de pintores de Llodio que, aunque no formen parte de la exposición, deben tenerse en cuenta son Pedro Ortúzar, Mikel Urrechu, Jesús Echevarría, José San Juan, José María Urquijo, Antonio Álvarez Rezábal o, más recientemente, Montse González, Belén Herrero y Esther Añíbarro, entre otros creadores.

Catálogo Uno de los problemas a los que se tuvieron que enfrentar es que "nos dimos cuenta de que estábamos montando un museo temporal y para darle mayor pervivencia nos metimos en la elaboración de un libro-catálogo de cien páginas, que también ha servido de modulo educativo para los centros escolares".

El trabajo -del que ya se han vendido 504 ejemplares al precio de 2 euros "para que la gente tome conciencia de que la cultura cuesta"- engloba una introducción a la historia de la pintura en Llodio, reproducciones de las obras expuestas e información curricular sobre los autores. "Lo trabajamos con los entes educativos del municipio y, gracias a él, los 864 escolares distribuidos en 41 grupos que han visitado la muestra en Llodio vinieron conociendo el contenido de ante mano de una forma muy seria y trabajada".

La exposición también ha servido de excusa para hacer un reconocimiento público a personas que han hecho posible que Llodio pinte. Un ejemplo se encuentra en el nonagenario "Floro Urkijo que dio clases de pintura gratuita a muchos niños y niñas, y a quien le rendimos homenaje el día de la inauguración de la muestra en Llodio el pasado 13 de diciembre", matiza Navarro, que quiso remachar que "todo esto no hubiera sido posible sin la enorme colaboración que hemos encontrado por parte de autores y familiares, para que nos dejaran cuadros originales, así como por la ingente cantidad de voluntarios que ha ayudado en la organización".

Y es que, como suele pasar con la cultura, la ayuda institucional "no ha sido muy prolija". De hecho, el Ayuntamiento de Llodio ha costeado una parte del libro y ha cedido los locales de la Casa de Cultura; para los seguros de las obras se ha contado con la colaboración de la Fundación Caja Vital-Kutxabank, y para la edición de algunos trípticos con la de la Diputación alavesa.

Ésta no es la primera vez que la Cofradía de San Roque en Llodio lleva a cabo proyectos de dinamización de la vida cultural del municipio. Ya en agosto del año pasado promovieron la exposición Recordando Llodio con óleos del pintor local Antonio Aldama, y el éxito de esta iniciativa les ha dado alas para continuar en esta línea.

"Nos daba miedo, pero la aceptación pública ha sido muy buena y se han cubierto todas las expectativas. Al pueblo le ha gustado mucho y nos ha abierto posibilidades de actuación a otras áreas culturales. Nos ha sorprendido a nosotros mismos y nos ha dado ánimos a seguir para que esta exposición no sea un oasis en el desierto, sino que contribuya a transformar este desierto en un vergel", sentencia Navarro. De hecho, ya están considerando varias líneas de actuación que han surgido como complementarias a esta iniciativa. Además, por sugerencia de "un importante crítico de arte vasco que nos ha ofrecido su colaboración" están evaluando sus posibilidades y la repercusión económica que traería consigo difundir a los mejores centros museísticos y bibliotecas de Euskadi, España, Europa y EEUU, tanto esta exposición como el catálogo realizado "vista su calidad y originalidad". De momento, hoy llega a Vitoria con la intención de tender un puente cultural. Y es que Llodio también pinta.