La historia reciente de RTVE viene marcada por dos elementos que están configurando una forma distinta de hacer empresa pública audiovisual: eliminación de la publi y llegada al poder del Pirulí del pepero de Leopoldo González Echenique que, con moderas formas y pasos firmes, va dándole la vuelta al calcetín de la herencia Zapatero. Sin grandes escándalos, el nuevo equipo ha ido remodelando presentadores, comunicadores, opinadores, programas y productoras en medio de una crisis que lo público audiovisual puede gestionar con más tranquilidad al contar con millonarias aportaciones de subvención desde la arcas del Estado y, de esta forma, aguantar los embates de la contracción de los ingresos comerciales, como en el caso de las privadas. El estilo pepero de dar información con largos tiempos para noticias de escaso alcance en un tono tranquilo y pacífico, como si lo malo ocurriese allende las fronteras y la corrupción, mentira generalizada y desafección popular no fuese lo próximo forma parte de un modo de hacer televisión que se acerca al populismo caritativo en el programa de tarde, que está alarmando a responsables institucionales por amarillismo rampante impropio de tele pública. Las últimas aportaciones a la mejora de la salud cultural e intelectual del personal tienen que ver con la música, a la que han convertido en agua turbulenta para construir una patochada de concurso titulado Uno de los míos, que se complementa con el versátil Melendi, que ha sabido subirse al carro de la televisión y tras su entrenamiento en La Voz se ha pasado al reality de abuelos con rock and roll, rozando el ridículo. Añádanle al potaje gotas de historia contada de aquella manera y terminarán de confeccionar el menú. Por cierto, Chicote les ha hundido Masterchef, que iba para pelotazo, y con el adelantamiento de A3 con velocidad de empresa privada, les ha dejado pasmaos. RTVE sigue siendo un mastodonte controlado y manejado por el vigente poder, que es lo que corresponde. ¿Qué se creían ustedes que es lo público?
