HERNANI. Maialen Lujanbio (Hernani, 1976) alcanzó la cumbre del bertsolarismo en 2009. Fue la primera mujer en la historia en ganar un certamen de esta índole. Pero, sobre todo, su triunfo simbolizó un relevo generacional que asomaba desde hace tiempo. En el plano personal, supuso la guinda a un pastel que comenzó a elaborarse muchos años atrás, en los recreos de la ikastola Urumea y en la bertso-eskola de su localidad natal, Hernani. "En clase éramos tres los que practicábamos el bertsolarismo, y allí fue cuando pude escuchar por primera vez a Lazkao Txiki y a Mitxelena, que nos visitaron. Fue la única vez que escuché a Mitxelena en directo", rescata Lujanbio del baúl de los recuerdos. "Los jóvenes de ahora no se lo creerán, pero cuando nosotros empezamos, a finales de los 80, el bertsolarismo no contaba con mucho prestigio entre los niños de 12-13 años, y nos miraban de una forma...".

Tras esa etapa en la que el divertimento y el aprendizaje iban de la mano, llegó su primera plaza. Maialen tenía 11 años: "Fue en Hondarribia, en el Campeonato Escolar. Recuerdo que éramos muchos bertsolaris, unos once, y guardo algunas sensaciones difíciles de explicar. Para nosotros era casi como un juego". Lujanbio habla también de las clases de Jon Eizmendi y del buen ambiente que reinaba en la bertso-eskola de Hernani. "Éramos una cuadrilla. Comíamos juntos al mediodía, jugábamos a pelota y luego nos poníamos a echar versos. Al principio no había chicas en el grupo, pero poco a poco se fueron sumando algunas. Eran años de disfrute", recalca.

El 8 de marzo de 1992 y tras ganar varios premios, Hondarribia volvió a ser una localidad fetiche para Lujanbio: "El grupo Emeki me invitó y tengo que agradecerles el que me tentaran, porque hasta entonces yo no me veía cantando con los mayores. Allí debuté con Andoni Egaña y Peñagarikako. Casi nada. Fue un día especial y me acuerdo, sobre todo, del vértigo de tener que cantar con ellos".

Y de Hernani a Bilbao, donde decidió cursar los estudios de Bellas Artes mientras se multiplicaban las opciones de actuar en otras plazas. "No ocurrió nada extraordinario en Bilbao, más allá de lo que le pueda ocurrir a una persona de entre 18 y 24 años en esas circunstancias. Es decir, el paso del pueblo a una gran ciudad, salir de casa de los padres, conocer otra realidad, el piso de estudiantes, nuevas caras, una maravillosa libertad... Y coincidió todo con la inauguración del Kafe Antzokia. Guardo gratos recuerdos de la convivencia con otras personas, hice buenas amigas y amigos allí".

Acabó la carrera y fue en ese preciso momento cuando decidió dedicarse al bertsolarismo: "Las Bellas Artes me enseñaron un mundo que hasta entonces no estaba a mi alcance, otra forma de ver las cosas, pero mi aspiración no era la de convertirme en artista. En la carrera ya me había dado cuenta de que mis pensamientos estaban más centrados en el bertsolarismo". Y decidió improvisar, también en su vida. "Sí, improviso bastante. Además, este oficio no ayuda demasiado a pensar en el futuro. Tampoco me preocupa mucho el futuro, y de momento no me aburro con los versos".