"Es la primera vez que me toca algo de esto", dice Jurgen Murua. Un estreno con los medios de comunicación que realiza junto a DNA para profundizar en un Umezurtzak (Los huérfanos) dirigido por Ernesto del Río y producido por Sendeja Films.
La semana pasada se presentó 'Umezurtzak' en Bilbao y no sé cómo es para un actor de 18 años que hace su primera película, encima como protagonista, verse en la gran pantalla.
Fue muy extraño. Se me hizo muy raro, la verdad.
¿Cómo llegó a conseguir el papel?
No lo sé, yo tampoco lo tengo muy claro (risas). Mi representante me consiguió el casting y creo que físicamente les daba el pego. Me da que, en realidad, lo único que tuve fue suerte.
El rodaje se llevó a cabo también en la capital vizcaína. ¿Ir y venir a Gasteiz o...?
No, me quedé allí en un hotel.
¿Qué tal fue?
La verdad es que fue bastante paliza, pero al mismo tiempo fue una bonita experiencia.
Hasta donde se puede contar, es una película para televisión que trata un tema complicado, por decirlo de alguna manera.
Sí, en principio la historia presenta una primera temática que tiene relación con ETA, las víctimas, los agresores y la base del perdón a partir de eso. Pero también la película trata otro asunto que tiene que ver con mi personaje y el de Amaia Iraundegi, que se refiere al hecho de no encontrarse en un sitio, no tener un hogar, no saber quién eres realmente, es como una búsqueda de nosotros mismos.
¿Pero al equipo de la película no le ha preocupado que, de cara a los medios de comunicación y el público, se vea más como un filme sobre el conflicto vasco que esa otra variante que comenta?
Sí ha habido cierto miedo sobre esto, sobre todo por parte de la dirección. Pero creo que al final han conseguido plasmar bien lo que se buscada desde el principio, así que yo ya no me preocuparía sobre ello.
¿Huérfanos de qué?
No sé. Al principio, no me acuerdo cómo, pero la película se iba a llamar de otra manera. Después le cambiaron el nombre porque los cuatro personajes principales, a lo largo de la película, se encuentran desamparados, como sin padres o guía. De ahí el título.
Antes de llegar a esta experiencia, además de formarse en artes escénicas como lo ha hecho, ¿ha habido también otros trabajos en el teatro o en otros formatos?
Algún corto he hecho y en la ETB salí en un episodio de la serie Bi eta bat, pero poco más.
¿Y a partir de ahora?
Ahora, la verdad, me gustaría estar un poco tranquilo porque todo esto de Umezurtzak me ha supuesto bastante lío de golpe y aún ni me lo creo. Prefiero tomármelo con calma y ver lo que pueda ir surgiendo.
Todavía no hay fecha pero el filme se verá en ETB y eso suponen muchos ojos mirando.
Lo sé, soy muy consciente. Me da mucha vergüenza. A mis amigos, a la gente que tengo cerca, los veo muy ilusionados por ver mi película y cómo lo hago. Mis padres ya la han visto y me han dado la enhorabuena, vamos lo típico. Pero es que a mí todo esto me echa un poco para atrás.
En el rodaje estuvo con gente de Vitoria como la actriz Carmen San Esteban y con otros intérpretes consolidados como Joseba Apaolaza. ¿Qué tal la relación?
Con todos ellos la relación fue muy, pero muy buena. Se portaron genial, maravilloso. Hubo mucho feeling, sin problemas. Fue un rodaje muy fluido.
¿Y con Ernesto del Río, el director?
Tenía un personaje bastante definido en la cabeza con el que yo coincidía mucho en lo físico y toda vez que trabajos en los ensayos, la verdad es que en la película me dejaron bastante manga ancha. Tuve bastante libertad.
¿Qué fue lo peor?
Hubo un día que estábamos grabando en la costa cerca de Bilbao y hacía un frío tremendo. Me estaba pelando. Tenía tanto frío que los responsables de la película se preocuparon. Empecé a toser, pensaron que estaba enfermo y me pagaron un análisis completo en una clínica privada, algo que no había hecho en mi vida. Estaba flipadísimo.
¿Lo mejor?
No sé. Tal vez lo de vivir en un hotel un par de días. Estuvo bien.
A medio y largo plazo, ¿tal y como están las cosas se puede hacer de esto la profesión de uno?
Profesionalmente hablando creo que poder dedicarte a esto es más una cuestión de suerte. No es una profesión fiable, segura. Prefiero no tener ni idea de qué va a pasar y lo que venga, pues ya está.