EL vigor del rayo y la calma posterior a la inclemencia se citan a partes iguales en el nuevo álbum de Pearl Jam, Lightning bolt (relámpago), que salió ayer a la venta con trasfondo existencialista e insistiendo en las conocidas señas musicales de esta tenaz banda de Seattle (EEUU).

Grandes forjadores del sonido grunge en los años noventa junto a grupos como Nirvana o Soundgarden, el quinteto de rock alternativo comandado por Eddie Vedder mantiene en este décimo disco de estudio el notable nivel musical logrado con sus últimos lanzamientos.

Al igual que en el previo Backspacer (2009), Vs. (1993) o Vitalogy (1994), Lightning bolt cuenta con Brendan O'Brien como productor de los doce cortes, que arrojan chaparrones más enérgicos al principio y una sucesión de claros más abundantes hacia la segunda mitad, en la que se recrean en el rock clásico y más sereno. Escrito en dos tramos, esos cortes pueden ser los temas que, según han declarado los miembros de la banda, llevaban escritos desde hacía dos años, cuando Vedder publicó en solitario el álbum de versiones y temas inéditos Ukelele Songs (2011).

No es así como arranca Lightning bolt, bien cargado de testosterona, canalizada en veloces punteos de guitarra y vigorosos golpes de batería, que avanzan como un acorazado en Getaway y Mind your manners, corte que debutó en julio como primer sencillo. La energía fluctúa de forma premeditada en My father's son entre los tramos más vívidos y los más reflexivos, tendiendo un puente directo hacia otro de los grandes cortes del disco, la balada Sirens, con un rasgado final de cuerdas doliente.

Allí resplandece como el relámpago del título el poderío vocal de Eddie Vedder, cuyo timbre suena más grave y templado que nunca, forjando un sólido refugio frente a la tormenta existencial que parece haberle sorprendido cerca de los 50 años y como padre de dos niñas pequeñas.

"Es una cosa frágil esta vida que transitamos; si lo pienso demasiado, no puedo superarlo", canta el músico, que contrajo matrimonio con la madre de sus hijas en el lapso transcurrido desde Backspacer. Del resto del disco, destacan el sugerente y suave goteo de Pendulum, los aires noventeros e impetuosos del corte Lightning bolt, el brío optimista de Swallowed whole y la emoción contenida en el piano de Future days, con el que los nublados escampan completamente. Muy lejos queda ya la referencia discográfica clave de su trayectoria, Ten (1991), el primero, con el que llevaron el rock alternativo a lo más alto de las listas de ventas, como hicieran paralelamente Nirvana con Nevermind. Conmemorados con el directo Live on Ten Legs y el documental Pearl Jam Twenty, del oscarizado Cameron Crowe, así han pasado para ellos más de 20 años de trabajo y activismo social, encarnados sobre todo a través de Vedder, un vigilante de seguridad que tuvo el talento de dar forma al músculo de Pearl Jam. Con cerca de 60 millones de discos vendidos, Vedder (voz), Jeff Ament (bajo), Stone Gossard (guitarra), Mike McCready (guitarra) y Matt Cameron (batería) no requieren de saltos sin red, no como aquel Binaural (2000), que se cuenta entre lo más flojo de su producción.

Aunque siga de espaldas a la promoción tradicional de la gran industria (con sus espartanos videoclips y escasas entrevistas), Pearl Jam goza de inercia propia impulsada por rock con mayúsculas y Lightning bolt es otra muestra de eso que mejor saben hacer.