¿Hay algún bar, por lo menos de la capital alavesa, donde no hayan actuado todavía?

Lobo: Creo que en pocos.

Carmine: Difícil encontrar alguno. Y en pueblos, un par de veces en Bilbao, en Logroño... Donosti nos queda todavía.

¿En los bares está la cultura?

Carmine: Por su puesto. Eso está claro. A muerte (risas).

En el aspecto musical, ¿quién encontró a quién?

Carmine: Yo a ella. Nos conocíamos del trabajo y, bueno... Tenemos una historia un poco truculenta fuera de la música. Un día la oí cantar y me llamó la atención el timbre de la voz. No había cantando nunca y no tenía técnica vocal, aunque con los años la ha ido trabajando, sobre todo por salud. Tenía un quiste en cada cuerda vocal de nacimiento y ha tenido que trabajar, ante todo, para no hacerse daño. Un argentino me dijo un día que la voz de la flaca, como él la llamaba, la distinguirías entre otras cien. Y es verdad. Tiene un timbre de voz blanca que me parecía muy bueno para hacer country.

Y cuando él le comentó de tocar juntos...

Lobo: Es que empezamos de una manera muy casual. Me escuchó cantar un día que nos llevaba a casa en la furgoneta. Él estaba con Vagón de Cola y me propuso ir un día y cantar algo. Empecé así y una cosa llevó a la otra.

Carmine: Tu puedes cantar bien, pero puede que subas a un escenario y no valgas. Pueden pasar mil cosas. Y le comenté: si te subes a un escenario y te coge el veneno, la has cagado porque ya estás atrapada.

Hay ruido de copas, gente hablando, el que saca tabaco de la máquina, los que chillan...

Carmine: Nosotros somos un grupo de Tercera Regional. Entonces, el bar es nuestro ámbito natural. Estamos más a gusto ahí que en un escenario grande. De hecho, en algún pueblo que nos han llamado nos han ofrecido un escenario y hemos dicho que no, que mejor en suelo, al lado de la gente.

Lobo: De hecho, yo me bloqueo mucho si tengo que subir a un escenario grande. Me quedo sin voz.

Carmine: El rollo de estar en el bar, de oler a cerveza, que la gente venga y te cuente cosas, que te saluden en medio de una canción, que venga tu tía y te de un beso... Eso no nos molesta, todo lo contrario.

Lobo: Es que eso no nos importa para nada. Son peores esas miradas del tipo: pero qué hacéis ahí, piltrafas.

Carmine: O cuando alguien entra en un bar y lo primero que hace es taparse los oídos como si les estuvieses molestando.

Lobo: Te puede gustar el tipo de música que estamos haciendo o no, pero en la cultura y en la educación del público está escuchar y si no te gusta, irte. De todas formas, situaciones de ese tipo no nos han pasado muchas, la vedad.

¿Qué es lo mejor de ese contexto?

Lobo: La cercanía de la gente y el tocar a una persona en algo que haces, que se evada de todo por una o dos horas.

Carmine: La suerte que tenemos es que llegamos muy fácil a los espectadores. Igual también porque somos muy cercanos. La gente se identifica mucho con nuestra historia. Si cantas con tu pareja, pasan cosas sobre el escenario diferentes que si cantas con un amigo, Y pasan para lo bueno y para lo malo. Cuando empezamos, la gente se preguntaba de dónde habíamos salido y se encontraron con un dúo muy cercano. De hecho, hemos hecho un montón de amigos gracias a esto. Y siempre vemos caras conocidas, que son habituales.

Lobo: Hemos debido de sembrar un buen producto porque estamos recogiendo frutos muy buenos.

Carmine: Además, a la gente también le llama que no sabe qué va a pasar en cada concierto porque tanto Lobo como yo estamos como una regadera. Cada día pasa una cosa. Te subes a la barra...

Lobo: Somos muy de barrio y muy de bar. Y sueltas en pleno concierto que te has puesto unas medias que te aprietan mucho y cosas por el estilo. La gente busca evadirse y te dice que le has hecho pasar un rato muy bueno. Eso es lo mejor.

Carmine: Es que la esencia de la música en directo es esa, el momento. Y si te atrapa es para siempre.

¿Qué les da el country?

Carmine: Tiene mucho que ver con la forma de vivir.

Lobo: Es una música para la gente que va por la vida con la mente bien abierta. Es carretera, libertad, desfogue...

Carmine: Es como en Una historia verdadera, el tipo que se va con un cortacésped a visitar a su hermano vestido de vaquero. Suena a cosas que te encantaría hacer y que no puedes. Y suena a bar de noche, a ir en el coche con tu pareja viendo atardecer... a mil cosas. No te estoy hablando del country clásico, el de pelea de vaqueros, sino algo tipo Ryan Adams. Es la banda sonora de nuestras vidas.

Lobo: En casa no solemos escuchar mucha música. Pero cuando vamos a algún concierto que tenemos fuera, nos ponemos country en el coche y nos vamos metiendo. Cuando vas por la carretera, te transporta, te lleva a otros sitios.

Vitoria es una ciudad en la que, por mucha crisis que exista, hay conciertos casi cada día. Ustedes, de hecho, no paran. ¿Por qué?

Carmine: A la gente hay que sacarla de casa y los bares están haciendo un esfuerzo grande para que el personal se siga moviendo. Ha habido momentos en los que muchos locales han hecho dinero con el fin de semana, con lo que se bebía. Pero ahora no es el caso. Hay muchos bares que tienen problemas brutales y hacen el esfuerzo de programar conciertos para su gente, también contratando a grupos de fuera. Es que la gente está tan acojonada que ya no va ni al psicólogo más barato que es el bar.

Lobo: Nosotros estamos cantando más ahora que hace unos años.

Pero en los cachés se habrá notado que las cosas están de aquella manera.

Lobo: Sí, claro, pero en tiempos de vacas flacas, todo el mundo se tiene que apretar el cinturón. No puedo pedir a un bar que me de un caché alto cuando sólo tener a un camarero, la luz y la calefacción ya es un gasto importante en esta situación.

Carmine: Es cierto que hay una cierta guerra un poco tremenda. En lugares como Madrid y Barcelona se está llegando a la situación de que el músico pague por tocar. Ni una cosa ni la otra. Somos músicos y sabemos lo que hay. Todos tenemos nuestros problemas y nuestras apreturas.

Lobo: Lo que hay que intentar es que las cosas vayan bien, que todos salgan beneficiados. Nosotros siempre hemos tenido las cosas muy claras. No nos bajamos de un caché mínimo, pero siempre ves cómo está el bar, las circunstancias, el momento... Hay que ser honrado y si no ha ido bien la noche, pues ya sabes. Ha habido conciertos que nos han pagado más de lo que estaba acordado porque la cosa habían funcionado muy bien. Y ha habido veces en las que hemos dicho: mira, dame menos.

Carmine: Nos pasó una vez en Barakaldo. No había nadie en el bar y les dijimos que no nos pagasen. Nos pidieron que tocáramos un par de temas y al final estuvimos una hora porque nos estábamos divirtiendo. Cuando terminamos, sin más, lo de la gasolina y punto. Nosotros no vamos a robar a ningún sitio. Para robar utilizo una escopeta, no una guitarra.

Entre tantos conciertos, y con las cámaras que ahora tienen los móviles, hay bastantes vídeos de sus actuaciones en Internet. ¿Les suelen echar un vistazo?

Lobo: No solemos cotillear. De hecho, no nos solemos enterar.

Carmine: A veces, si sabes de alguien que ha colgado algún vídeo, sí me gusta revisar, sobre todo para ver si hay algo desafinado.

Lobo: Pero vamos... es que hay tanta gente que puede tener vídeos y fotos. Una vez hasta estuvieron en un concierto unos que venían de China, así que...

¿Y el disco?

Carmine: Tenemos uno grabado hace mil años, pero no sé qué va a pasar con eso. Había hasta vídeoclip, pero está parado.

Lobo: Lo hicimos con mucho cariño, con gente cercana.

Carmine: La idea es sacarlo en cuanto podamos, pero es que no tenemos un puto duro. Con esto de la crisis está estancado. Un día se nos tiene que iluminar la bombilla.

¿Cómo es Carmine sobre el escenario?

Lobo: En muchas cosas de su vida, muchas veces, es un poco irresponsable. Pero dentro del escenario es a piñón fijo. Es un poco maniático, supersticioso. Siempre hacemos un ritual antes de cantar. Es muy serio para con las cosas del sonido y esas cuestiones. Yo varío mucho. No sé, las hormonas me hacen estragos y tengo días que no me escucho bien. Me suele echar broncas por eso.

¿Y cómo es Lobo?

Carmine: Un personaje. Depende del día te puede volver loco o te tranquiliza. Lo mejor que tiene es que posee alma de músico. Con eso se nace. Puedes tener 50.000 carreras de músico, y la formación está muy bien que no se me entienda mal, pero si no tienes alma... Ella tiene eso, se sube al escenario y se mete tanto en las canciones que parecen suyas. Cuando alguien canta así, no tienes que hacer otra cosa que rendirte. A veces es un poco agonías y le pasan factura algunos miedos que te surgen cuando estás empezando. Yo también los tuve.

Lobo: Miedos he pasado muchos, más que nada por la voz, por los quistes. Pero las clases de voz que he venido haciendo me han ayudado a coger técnica y ahora me encuentro mejor.

Carmine: Además, los dos compartimos esa teoría de Springsteen, que es el mejor sobre un escenario y siempre lo será, de que hay que dejarse la vida cuando estás en un concierto. Y nosotros, cuando subimos a cantar nos dejamos la piel y además literal. No es llegar, hacemos el papel y a casa. De eso nada.

Lobo: Sudamos la camiseta.

Carmine: Y si la gente quiere más, pues más. Comprendo a los músicos que entienden que un concierto tiene que durar una hora y media y hasta ahí. Vale. Pero nosotros, no. Si podemos dos horas, dos. Y si son tres y media, pues nada. Es vocación más que otra cosa.

¿Cómo se presentan los próximos meses de conciertos?

Lobo: Para nosotros bien. Sin quejarnos, vamos.

Carmine: Con el buen tiempo, la gente sale más y eso ayuda. De todas formas, yo alucino con la peña porque hasta hace cuatro días éramos millonarios y ahora somos más pobres que las ratas. Hay ese miedo. Nosotros nos hemos tomado la vida de otra manera. Es el hoy, el tirar, el avanzar y pensar que no estamos tan mal. Si estás todo el día llorando, no vives. Hay que buscar. Yo estoy todo el día buscando. No sé el qué, pero no paro. Si buscas, no te apalancas.

Lobo: El que se para, caduca. Y nos va bien. La gente nos quiere, aunque no me preguntes la razón. Tal vez es porque sabemos, como te decía Carmine antes, que somos Tercera Regional.

Carmine: Tienes que ser honesto y saber que cuando vas a un concierto te tienes que dejar algo más que el tiempo.