Existe un arte no domesticado, no confinado: el que se desarrolla en las calles de manera clandestina. Un arte que se mueve en los márgenes de la legalidad, de la economía, de la cultura oficial. El artista urbano no vive de ello, vive para ello. O por ello. Podemos ver este tipo de arte marginal desparramado por paredes, buzones, señales de tráfico, persianas; deslizándose por fachadas, papeleras, suelos de nuestras calles. Desde la institución se intenta atraparlo, exponiéndolo en espacios cerrados y custodiándolo por guardias de seguridad. Presienten su pureza, pero sin la calle, sin la ciudad, el arte urbano se desintegra, pierde su esencia. Es sólo un sucedáneo. El arte urbano tiene que ser eso mismo: urbano. Graffitis, firmas, plantillas, carteles, pegatinas? distintas maneras de ocupar la ciudad, de transmitir algo al viandante observador, pues hay que estar predispuesto. Hay que salir a la calle y buscar sus rastros, seguir sus huellas.

Estos días en el Casco Viejo de Vitoria podemos encontrarnos con unos "niños gordos" realizados con mucha economía de medios: compuestos de varias fotocopias en blanco y negro de tamaño DINA3 -han sido previamente dibujados a lápiz- y adhesivados en diversas paredes de nuestro centro histórico. Los niños, orientales, están silueteados y tienen un tamaño un poco más grande que su referente real. ¿Por qué alguien elige como motivo a niños orientales obesos? Me ha sorprendido el exotismo de la elección y la manera de abordar la temática. Por una parte se nota, en su realismo detallista pero algo naif, que hay un referente fotográfico detrás. Posiblemente las imágenes hayan sido extraídas de internet. Por otra parte, no estamos hablando de un niños amables dibujados "a lo Botero". Hablamos de niños enfermos, con problemas de obesidad. Pero el dibujo parece curarlos, los adelgaza, pues el grosor del papel es milimétrico y al estar encolados sobre las paredes casi se convierten en tatuajes, adaptándose perfectamente a la superficie dónde se sitúan. De esta manera la dieta para el sobrepeso infantil toma cuerpo de lápiz sobre papel. Y nos hace reflexionar sobre un hecho: es la falta de cultura, de educación la que provoca que los humanos crezcan sobredimensionados por una dieta hipocalórica. No dejan de ser "niños freaks", pues se salen de la normalidad, de las normas estéticas y sanitarias marcadas por esa misma sociedad de consumo que les ha creado. Gran paradoja. Unos niños monstruosos que se exhiben en el espacio público para dejar constancia de que existen, de que están ahí. De que no puede dejarse de lado su realidad nada amable.

Los niños obesos podrían haber sido personajes de la película La parada de los monstruos. Son freaks creados no por el genoma humano, sino por el cultural de esa sociedad consumista. Los gorditos están aquí geolocalizados http://goo.gl/maps/jVMJC, e investigando un poco he podido descubrir que detrás de ellos está el artista (o la artista) Nerele.