la semana pasada se produjo un hecho insólito en la historia del periodismo español cuando los responsables de El País decidieron neutralizar la distribución del número del día en su edición impresa, al cerciorarse de que la foto que iban a publicar en primera plana no correspondía con el personaje que aparentemente parecía ser. La fotografía del presidente venezolano Chávez intubado en una sala médica era una manipulación que los caminantes de las redes sociales denunciaron en cuanto el periódico digital presentó dicha información. El error garrafal de la cadena de mando del periódico y la insuficiencia del protocolo de control, contraste y comprobación de los contenidos textuales y fotográficos del citado medio suponen un grave desdoro de la imagen, credibilidad y solvencia de un diario ligado a la transición política y a la consolidación democrática en este país. Cierto que la maquinaria directiva terminó detectando el absurdo error y recuperando la mayor parte de la edición impresa que ya había llegado a los kioscos para su distribución, pero resulta incomprensible semejante desliz profesional, por mucho que dos avezados redactores del periódico intentaran el pasado domingo construir un explicativo reportaje de dos páginas con los avatares de la susodicha fotografía que ha costado un disgusto diplomático, profesional y empresarial al periódico de referencia para los medios internacionales que reconocían la valía profesional y calidad periodística del diario. Metedura de pata en un momento delicado para la marcha de la empresa editorial que en complicados momentos financieros ve mellado su honor periodístico por una metedura de pata que de momento, no ha provocado ceses ni dimisiones. La acelerada pasión informativa por creer tener lo que no tenía hizo desbarrar a un navío en complicada andadura.
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