Vitoria. EN 2007, la reina Isabel II ya le condecoró como comandante de la Orden del Imperio Británico, pero para entonces Manolo Blahnik ya se había erigido como el hada madrina de todo el star system. Y el resultado de más de cuarenta años a los pies de las mujeres más influyentes del planeta llegará el día 27 de noviembre, cuando reciba el premio honorífico de la moda británica a toda su carrera. Un país en el que lleva residiendo desde los años 70.

Porque él arrancó su negocio en Londres, pero su nombre bien deja intuir que Manolo es español, concretamente de Las Canarias. Lo extraño de su apellido viene por parte paterna, un empresario checo que se casó y creó una plantación de plátanos en Isla de Palma.

Todo arrancó cuando después de salir de su archipiélago natal se marchó a Suiza donde intentó estudiar derecho y literatura. Cuando se dio cuenta de que las leyes no eran lo suyo, se mudó a París donde estudió arte en la escuela del Louvre. Londres fue la siguiente parada en el tren de su vida y por ahora parece que la definitiva (aunque ha cambiado la bulliciosa ciudad por un palacete georgino en Bath, al sur de la capital británica).

Abrió su primera tienda bajo el nombre de Zapata en 1973. El lugar elegido fue el exclusivo barrio de Chelsea y fue un éxito inmediato. Son muchas las famosas que se reconocen desnudas si en público no calzan unos altísimos tacones de Blahnik; desde la Princesa Diana o Jacqueline Kennedy hasta Winona Ryder, pasando por bellezas nacionales como Inés Sastre o Isabel Preysler han calzado unos de estos preciados stilettos.

No sólo las estrellas y las más ricas mujeres del mundo se disputan los zapatos del canario. Los mejores diseñadores se pelean por lucir las creaciones de Blahnik en sus desfiles. Christian Dior, Galliano, Calvin Klein o Sybilla, son sólo algunos de los afortunados en contar con la colaboración del zapatero.

Hay momentos que estarán para siempre unidos a la figura del diseñador y que resume a la perfección lo que supone la obra de este diseñador hoy en día. Como la súplica desesperada de Carrie Bradshaw a un ladrón en Sexo en Nueva York : "Llévate mi bolso, mi reloj pero, por favor, no me quites mis Manolos". Cuando Madonna declaró que llevarlos era "mejor que el sexo". O cuando la actriz Jennifer Aniston eligió unos Manolos en gamuza color marfil para recorrer el pasillo hasta el altar donde le esperaba el guapísimo Brad Pitt el día de su boda.