En enero de 2002, a George Bush Junior le dio por dibujar. En su discurso Estado de la Unión trazó por primera vez el eje del mal, una caprichosa línea que hacía parada en Corea del Norte, Irak, Irán y sus aliados. El mapamundi siempre ha sido para algunos un agradable papel en blanco.

Lo cierto es que Bush resultó todo un creador. Al menos impactó, influyó e inspiró en una persona. En Erik Hillestad. "Me sentí muy provocado por su retórica y su forma de poner un estigma sobre algunos países y otras culturas, pero resultó ser una luz creativa en el interior de mi corazón. Decidí, después de algunos meses, ir a los países mencionados y utilizar mis habilidades como productor musical con una larga experiencia en proyectos interculturales. Sentí profundamente que el objetivo del presidente fue el de crear miedo. El miedo hace que sea más fácil de gobernar y controlar a la gente, y yo también creía, por la forma en que ya había actuado en Afganistán, que demostraba síntomas del miedo en sí mismo. Los hombres asustados a menudo son peligrosos. Todo el asunto iba sobre el viejo círculo del miedo y el poder. Por mi parte quería hacer una pequeña contribución para romper ese círculo haciendo lo contrario de lo que este presidente texano pretendia: en lugar de evitar los países en los que él puso el estigma de la maldad, quise visitarlos, encontrar algunos artistas y trabajar con ellos".

Cuando los niños sienten miedo, la música siempre ha resultado un antídoto, un modo de convocar en ellos la seguridad, la protección, la tranquilidad. Y por ello Hillestad escogió las nanas para su proyecto, canciones de cuna tradicionales cantadas por las mujeres de Irak, Irán y Corea del Norte, así como de Siria, Libia, y Cuba -más allá del eje del mal-, además de Afganistán y Palestina, mezcladas con artistas occidentales que cantan versiones traducidas de las canciones. Son las composiciones que dan forma a Lullabies from the Axes of Evil, el álbum que surgió de aquel dibujo.

Arte por arte, Sleepwalk Collective toma el relevo en BakeaSormena, que continúa, hoy y mañana, la senda de doce encuentros que busca el homenaje y la difusión de proyectos que buscan la regeneración de la convivencia. "Enseguida dijimos que sí", recuerda Iara Solano, integrante del colectivo, cautivada por estas recopiladas nanas desde las que "el temor se combate con ternura" y que, como en el caso del disco, se transforman desde el proyecto escénico en un viaje.

Porque lo que Sleepwalk Collective despliega en las cocheras de Escoriaza Esquível es un viaje individual a melodías capaces de desmontar cualquier línea desde las de su balsámico pentagrama. ¿Y cómo desplegarlas desde el experimental sello de Sleepwalk Collective? Pues espectador a espectador, en viajes personales de diez minutos -al fin y al cabo, las nanas se cantan en un instante íntimo- al eje paralelo levantado en el espacio de BakeaSormena. "Cuando escuchamos las nanas, vimos que lo que más nos interesaba era transmitir su ternura sin desfigurarlas", recuerda Solano, y proponer, de este modo, "espacios para ser escuchadas de la forma más directa posible".

Un recorrido fijo que puede devenir en viajes diferentes en cada trazado individual. "Nuestros trabajos siempre se han centrado en el público, creamos experiencias para él", explica Iara. Y Sleepwalk Collective seguirá fiel a ello en esta ocasión. De 20.00 a 22.00 -se recomienda reserva-, las visitas se sucederán en las cocheras, ejerciendo el colectivo "como canalizador, animando el viaje" que les inspiró el trabajo de Erik Hillestad. "Decidí concentrarme en las canciones de cuna, porque creo que este tipo de expresión artística es la más cercana al espíritu humano de base que se encuentra en cada país y cada cultura", explica el productor. Canciones interpretadas por mujeres, a las que "a menudo se les deja de lado, en las sombras, negando muchos de sus derechos humanos, así como un escenario para su arte". Ellas también requieren su pedazo de ternura. Quizás también canten, en parte, para ellas mismas. Porque saben que quien canta sus males espanta.