Bilbao. El Guggenheim Bilbao expone los dibujos del expresionista austríaco Egon Schiele (1890-1918), el pintor que plasmó sobre la piel de sus personajes, en colores rojos y violetas, el desgarro interior de la personalidad. La muestra reúne hasta el 6 de enero un centenar de dibujos, gouaches, acuarelas y fotografías de este artista procedentes de la colección de la Albertina de Viena.

El recorrido se inicia con sus primeros autorretratos -poco frecuentes en la época- de formación en la Academia de Bellas Artes Viena, en los que ya mostró una ruptura con el academicismo al incluir suaves líneas onduladas que envuelven las figuras de forma armoniosa.

Schiele, que vivió en la Viena del apogeo cultural de Freud y Wittgenstein, se vio influido por una temática de moda entonces: la fotografía documental de medicina, que por ejemplo, retrataba la histeria en las mujeres. Ello se refleja en la mímica y la gestualidad torturada de los personajes que retrata, al tratar de reflejar la desintegración patológica de la personalidad. La combinación de sexualidad e inconsciente protagoniza toda su obra. En esta muestra instalada en Bilbao se exhiben sus dibujos, de trazos de colores vivos sobre un fondo marrón uniforme (pintaba sobre papel de embalaje).

El artista, según el comisario de la exposición, Klaus Albrecht Schröder, muestra el desgarro interior de la personalidad plasmando sobre la piel colores rojos, granates y violetas. La obra Pareja sentada refleja esta profunda convicción de que el hombre está solo en el mundo: una pareja de amantes en la que el hombre cuelga de los brazos de la mujer como un muñeco invertebrado. Más explícitos aún son dibujos como la figura del músico en la posición de tocar el chelo, pero sin chelo ni silla, una ausencia de decorado que es común a toda su obra, o la mujer en un abrazo pero donde falta la pareja, se abraza a la nada, al vacío, un simbolismo de que "no hay nada donde agarrarse, una reflexión muy actual", opinó ayer el comisario.

El uso frecuente de jóvenes como modelos chocó con la mentalidad conservadora de la época y llevó a Schiele al mayor susto de su vida: en 1912 fue detenido y acusado del secuestro de una menor de edad. Acusación falsa, pero que le condujo 24 días a prisión, donde dibujó una serie de acuarelas que reflejan su pánico, algunas de las cuales están en la muestra. Cuando ya era una figura internacional, su mujer contrajo la gripe y murió. Schiele, que la cuidaba, se había contagiado y falleció 3 días después, a los 28 años.