Se habla más del futuro del libro que de su presente. Escuchamos más debates sobre el libro electrónico que sobre el libro 'ahora'...

Quizás estamos asistiendo a un boom más mediático que real. Obviamente, se empiezan a ver cada vez más tabletas, los soportes son más fáciles de adquirir, pero en lo que hay que pensar es que al hablar del libro hablamos de una producción industrial, a nivel estatal, de más de tres mil millones de euros, y de prácticamente 30.000 personas que viven de ese mundo. Pensar que en la CAV editamos 3.800 títulos, y que el 50% es en euskera, demuestra que la parte creativa funciona muy bien, que hay un catálogo vivo importante de más de 20.000 títulos. El estado de salud del libro es bueno. En cuanto a la crisis, al igual que cuando hay repuntes de prosperidad no hay unos picos muy altos, cuando hay recortes tampoco son tan pronunciados como en otros sectores. La gente lectora es muy fiel, sigue leyendo y adquiriendo libros. Hay que ser optimista.

Hace años hablaba del guillotinado de libros, una medida para evitar el costoso almacenaje de libros que no se venden al que se ven abocadas las editoriales, que vuelven a convertir los volúmenes en pulpa de papel. ¿Ha cambiado la industria su política de tiradas?

Se ha cambiado mucho. Hay menos libros y la impresión en digital permite también apurar un poco más los números. Cuanto más tiras, más barato sale, claro, pero sí han bajado las cantidades para racionalizar.

Se empieza a hablar de tiradas 'personalizadas', en función de un número previo de compradores. Quizás en un futuro el cliente demande y después se edite...

Hay algo de eso.

Dicen que sólo se tirarán 'a la primera' los best-sellers...

Quedaría muy pobre. Hay que dar entrada a los nuevos creadores. En el mundo del euskera lo estamos viendo a diario. De repente, tenemos veinte o treinta escritores jóvenes que están teniendo éxito entre lectores jóvenes. Prácticamente, en ventas, igualan a grandes nombres del Estado. Son apuestas de las editoriales por nuevas letras, por nuevas generaciones y narrativas. Si sólo pensáramos en grandes nombres... Hay que reconocérselo a esas editoriales que trabajan con ellos.

También se habla del cambio de las librerías, que pasan por adaptarse y ser espacios de encuentro...

En ese sentido se han dinamizado mucho, sobre todo en imagen. A los más románticos nos encantan las antiguas, en las que el librero sigue sabiéndose prácticamente todo lo que tiene, aunque es prácticamente imposible, porque hay miles de libros. Un librero que tiene gusto, que conoce el de sus clientes.

Bajan los lectores, pero cada vez leemos más. El muro de 'Facebook', las páginas de Internet. Lo que parece bajar es la disposición a profundizar en una lectura más larga, en una novela por ejemplo...

Hay que saber si nos creemos o no las encuestas. Cuando llegan las de hábitos de lectura, ves que la gente que lee, lee cada vez más libros. Leen más cantidad. En los últimos años siempre sube un poquito. La oferta de ocio en los últimos años ha sido inmensa, y en cambio el libro se mantiene. El 93% de los chavales de entre 10 y 13 años leen y no por obligación. El 90% de los de entre 14 y 24 leen porque no tienen más remedio, por los estudios, y que sigan leyendo después de los 24 es el reto. Los pequeños, que no tienen obligación, lo hacen porque les gusta, porque hay un gran material, porque ven a los padres leer, porque los maestros les inculcan la lectura. Al final todo está en manos del sistema educativo, que haya un hábito de lectura como una parte más de la vida normal y corriente.

En Gasteiz, esta feria del libro de saldo y ocasión funciona como una previa de Durango. Primero los clásicos y luego las novedades...

Aquí también hay mucho tema vasco. Y puedes encontrar libros que antes querías leer y no has encontrado, o que has perdido y vuelves a encontrar, la colección Auñamendi de clásicos vascos... En Vitoria hay mucha amplitud de gustos. Novela, libro educativo, libro en euskera, tema vasco... Estamos en una época en la que van a empezar a salir las setas, y la gente compra libros de micología. Los de rutas y viajes gustan mucho... Nosotros tenemos que fomentar la lectura, porque hay una industria que mantener, pero creemos más en que el protagonista sea el libro, en que la feria sea una llamada de atención y luego se compre en las librerías de cada localidad o se vaya a las bibliotecas si no se puede adquirir. El tema es que el hábito se mantenga.

¿En casa de herrero cuchillo de palo... o usted lee?

Leo mucho por placer. Y por obligación más. Tengo un programa de radio dedicado a libros -El encantador de palabras, Herri Irratia, 21.30-22.00), y diariamente entrevisto a un autor. Y menos mal que tengo un par de amigos que me hacen un par de programas, porque si no me tendría que leer siete libros a la semana y no llego a tanto. Pero cuatro o cinco a la semana...

Y en la mesilla...

En la mesilla suelo tener manuscritos de escritores de aquí, para intentar ayudarles a publicar en editoriales. Bastantes autores me los envían para ver qué se puede cambiar y corregir, para que les haga la crítica, para aconsejarles. Me paso la noche con el rotu rojo.

Cómo no, le pido un libro de siempre... y uno reciente.

Lo más reciente Francisco Gallardo y La última noche, sobre la primera mujer médico de Al-Andalus. De siempre y ya que estoy en Vitoria, Toti. Cualquiera. Mira, La herbolera, que hace juego con la otra novela. Una es médico-ginecóloga y la herbolera también.