Madrid. "Hace medio año maté a una chica". Así comienza el proceso catártico en forma de libro que ha vivido el escritor estadounidense Darin Strauss, autor exitoso en las ventas y las críticas que en Media vida expía su sentimiento de culpa.
A punto de ingresar en la Universidad, Strauss atropelló mortalmente a una compañera de instituto, Celine Zilke. Así comenzó un calvario que ha decidido compartir con los lectores, muchos de los cuales han sufrido similares procesos traumáticos y se han sentido identificados con él, asegura en una entrevista con Efe. No se trata de un libro de autoayuda, género que no es del gusto de Strauss (Roslyn Harbor, Nueva York, 1970), sino de unas memorias editadas en España por Alevosía y que han recibido el Premio de la Crítica en Estados Unidos por su "prosa libre y penetrante". Cuando fue padre, con 36 años, el autor de los best-seller Chang y Eng (2001) o El auténtico McCoy (2003) -basados en personajes reales- decidió que había llegado el momento de enfrentarse por escrito a la tragedia que le había marcado media vida. "Fue catártico. Escribirlo significó que tuve que enfrentarme a ello, tomar el control, en cierto modo, sobre lo ocurrido, para poder volcarlo en la narración. Siempre es mejor encarar las cosas, creo. Y las encaré de la forma más directa en que alguna vez me he enfrentado a algo", confiesa. El que ella falleciese en la carretera por la que circulaba con su bicicleta y él sobreviviese les ha mantenido unidos desde entonces, siendo casi dos desconocidos, aunque esta obra no pretende ser un tributo a Celine, de la que asegura que le acompaña "ahora más que nunca" al hablar sobre ella en las entrevistas. Repasar esos años y el sufrimiento que los impregnaron, de la culpabilidad a la aceptación, no fue lo más duro, admite, sino "hallar una forma narrativa que se ajustase a los hechos reales". Lo consigue sin buscar compasión.
El libro explora el sentimiento de culpa "por algo de lo que no eres culpable" y el logro que supone para su autor la aceptación de lo ocurrido. "Y aún así me sigo sintiendo mal", revela el escritor, traducido a 14 idiomas y cuyas obras se han publicado en una veintena de países. "Estamos diseñados para actuar, reaccionar, olvidar; para ser superficiales (...) Nuestras vidas están diseñadas para no consentir lo irrevocable. Hay muy pocas cosas irrevocables", escribe en estas páginas quien asumió la perpetuidad de la muerte y la petición de la madre de la chica fallecida de que "debía vivir por los dos", lo que le marcó profundamente.
Preguntado sobre si pensó cómo recibirían Media vida los padres de Celine -quienes le demandaron infructuosamente reclamando una cuantiosa suma- explica que les escribió una carta al finalizar el libro y antes de que se publicara, aunque no tuvo respuesta. "Pensé que, aunque me habían demandado sabiendo que yo era inocente, se lo debía. Escribir la carta fue tan duro, en cierto modo, como escribir el libro", dice.