Vitoria. Tras la Noche del Gospel de ayer, Mendizorroza se prepara hoy para arrancar con las tradicionales dobles sesiones. Y ojo a los despistados, que eso supone también que los conciertos en el pabellón arrancarán a las 21.00 horas y no a las ocho y media como sucedió con las Sweet Honey in the Rock. Detalles prácticos a un lado, el polideportivo ya está preparado para vivir entre un océano, el que separa al pianista Stefano Bollani y el saxofonista Joe Lovano, los dos nombres propios de hoy con permiso, claro, del trompeta Dave Douglas (las entradas están a la venta por 25 euros).
Largo y tendido se ha escrito y hablado sobre las diferencias entre el jazz europeo y el norteamericano, sin que sepa muy bien la razón de que sea necesario buscar tales disparidades. Hay quien se empeña en, por elitismo o tontería, convertir en dogma características de un momento y espacio determinados que no pretenden entrar en conflicto ni con nada ni con nadie. Cada músico en un universo inmenso. No digamos ya cada continente, corriente, subgénero... Y lo interesante es conocer lo que hace único a cada propuesta, sin que tenga mucho sentido hacer de eso una competición para ver qué es mejor o más puro o más...
Bollani es uno de esos intérpretes que ha sabido construir un discurso propio dentro del llamado jazz contemporáneo sin que le importe nada entrar en esas diferenciaciones geográficas. A él le da igual si está compartiendo escenario con Enrico Rava o con Pat Metheny. Con los 40 encima, el pianista (que flirteó con el pop aunque menos mal que Laura Pausini, entre otros, no le consiguieron retener) se encuentra en un momento dulce, a pesar de que su proyección fuera de Italia no sea tanta como lo es dentro.
Hacer un listado de los discos que ha publicado o en los que ha participado en los últimos 15 años sería muy largo. Le ha dado tiempo a casi de todo (incluso tiene su programa de radio). También ha podido formar un trío con los daneses Jesper Doilsen y Morten Lund con los que se junta muy de vez en cuando para publicar algún que otro disco más que recomendable como Gleda.
Y justo con ellos dos es con quien acude Bollani a su cita con el Festival de Jazz de Gasteiz para inaugurar la primera doble sesión de este año en Mendizorroza, tras terminar hace unos días su tour italiano junto a Chick Corea, con quien el año pasado editó Orvieto. Y es que es verdad, no un tópico, el pianista nacido en Milán no para. Ya sea con una orquesta sinfónica, con colegas de dentro y fuera de su país, como líder de su formación o en solitario, la producción de discos y directos de este hombre no tiene fin.
Hay quien ha dicho que si fuese norteamericano se le haría más caso. Difícil. No por nada Bollani está considerado como uno de los músicos europeos más importantes de la actualidad, aunque es fácil salir de dudas para el que no se lo crea: sólo tiene que verle hoy.
El milanés y sus dos compañeros serán el anticipo para el reencuentro del certamen con un viejo amigo con el que siempre disfruta de lo lindo, Joe Lovano. La última vez que estuvo por Mendizorroza se juntó con el Niño Josele. La penúltima, la lió a las tantas de la madrugada en el Canciller con Benny Green protagonizando una de esas jam session que el saxofonista (que cumple este año los 60) siempre quiere regalarse cuando llega a Gasteiz.
Pero antes de elucubrar con lo que pueda pasar o no (que lo de las improvisaciones en el hotel no es ninguna norma) tras el concierto del polideportivo, mejor centrarse en lo que está preparado para el escenario de Mendizorroza. Y es que Lovano no vendrá sólo. En su última aventura (bautizada como Sound Prints) se encontrará, sin menospreciar al resto, el trompetista Dave Douglas, otro que casi no necesita demasiadas presentaciones.
Saxo y trompeta están en plena gira europea (no hay descanso aunque la de Gasteiz sea fecha exclusiva en el Estado), aunque eso no quiere decir, como en el caso de Bollani, que la cabeza y el cuerpo no les de para más. Todo lo contrario. Lovano, por ejemplo, tiene prevista gira por Estados Unidos para después del verano junto a sus US Five (en el que toma parte Esperanza Spalding, otro de los nombres propios de este año en la capital alavesa) y el disco Bird songs.
Tanto Douglas (el más jóven de los dos) como Lovano son dos músicos a los que les encanta retarse y probar. Derroche ante todo, caminando el primero más desde postulados más cercanos al free jazz y el segundo al hard bop, aunque en esto de las etiquetas, ya se sabe, es muy fácil perderse. La cuestión, por definirlo de una manera directa, es que se trata de dos personalidades fuertes y dispuestas a jugar.