Barcelona. La Nobel de Literatura Herta Müller se encuentra estos días en la capital catalana para pronunciar dos conferencias e inaugurar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) la exposición El círculo vicioso de las palabras, en la que se rastrea en su vida y obra, desde su infancia en Rumanía, formando parte de la minoría alemana, hasta la entrega del Nobel en 2009.
La autora de En tierras bajas reconoció ayer que por su peripecia vital -nacida en Nytzkydorf en 1953 en un ambiente germano parlante-- no pertenece a ningún mundo.
"Es como si no formara parte de ningún sitio. En mi universo hay un poco de todo y aunque envidio a los escritores que no necesitan las metáforas, yo las busco porque tengo la sensación de que sólo puedo tocar la realidad cuando hago uso de ellas", precisó. Dueña de un estilo poético de frases cortas y que describen momentos terribles de represión e incomunicación, Müller aseveró ayer que sabe por experiencia que "uno no pierde la fantasía cuando tiene miedo a morir". "Al contrario -proseguió- esa fantasía se vuelve como loca. Supongo que se trata de poesía práctica, pragmática y necesaria para sobrevivir". Respecto al tema de la memoria histórica, subrayó que es distinto el olvido social que el personal y no escondió que para ella la palabra olvido es muy complicada.
Por otra parte, argumentó que todas las dictaduras dividen a las sociedades, "lo importante es discutir sobre determinados aspectos, porque sino después la sociedad no puede continuar. Ha pasado en la República Democrática de Alemania, con el nazismo, en Rumanía y también pasa en España", remató.
Sobre el hecho de que en 2009 la entrega del Nobel fuera recibida con división de opiniones en su Rumanía natal, consideró que es lógico porque para muchos rumanos no es rumana.
También respondió que no tiene ninguna intención de regresar a Rumanía, donde ya no existe una minoría alemana y donde todo "es muy confuso, con una democracia no consolidada".
Herta Müller. Foto: tony albir/efe