Termina Carles Benavent el pasado martes su concierto y con él esta edición de Ondas de Jazz, un año que le deja sensaciones de...

Sensaciones muy buenas. Ha sido una edición diferente, para empezar, por el cambio del formato. Sí, se ha mantenido la base pedagógica y ese afán por conocer la faceta musical y personal de los intérpretes que acuden, pero José Agustín Guereñu ha dejado de ser el director musical y eso ha dado pie a hacer otro tipo de cosas de las que ya veníamos hablando desde hacía tiempo. El haber visto la reacción de Chano Domínguez y Carles Benavent tras participar en Ondas ha sido algo muy gratificante, ver cómo los dos han pedido volver. Ahí es cuando te das cuenta de que las cosas se han hecho bien. Creo que hemos hecho un buen trabajo que nos ha costado mucho esfuerzo y, además, con poco dinero. Es verdad que hemos tirado bastante de la amistad para cuadrar los euros. Ha sido el caso de Chano. De otra forma, hubiera sido imposible contar con un señor que tiene un contrato con Blue Note. Pero no me quiero quedar sólo con los nombres más conocidos. Hemos tenido grandes momentos con Nika, con...

Pero con Guereñu han terminado las cosas...

Bien. Había llegado un momento en el que nos habíamos estancado. Hubo varias conversaciones cruzadas en las que no nos entendíamos pero por encima de todo está la amistad. Él ha tirado mucho del carro y eso no se puede olvidar.

De todas formas, en esto como en todo, lo más importante es el público, tanto el que acude al conservatorio como el que puede ver las audiciones, también en directo, a través de Internet.

Aquí hay muchas cosas. Lo primero que hay que decir es que el coste de esta edición de Ondas de Jazz ha sido un 12% inferior a la anterior. Con eso hemos tenido un programa lleno de calidad y nombres importantes en el ámbito internacional. En lo que se refiere al público sentado en la butaca, hemos crecido casi hasta un 60% y que no se nos olvide que las actuaciones son los martes a las 19.00 horas y que todo el mundo tiene cosas que hacer. E Internet es una herramienta fundamental, sobre todo porque somos los únicos que somos capaces de retransmitir en directo un concierto de jazz con semejante calidad de audio e imagen. Ahí también hemos crecido mucho y no hay más que mirar los datos de conexiones, sabiendo que sólo contamos a aquellos que han visionado más del 50% del recital, para ver el aumento con respecto, por ejemplo, a Estados Unidos, Argentina, Francia, Holanda, Suiza... Sin olvidar al resto de comunidades estatales. Estamos hablando de un crecimiento de más del doble. Los comentarios que estamos recibiendo del público no pueden ser más positivos.

La gran novedad de esta edición ha venido de la mano de las clases magistrales que los músicos han ofrecido a los estudiantes del conservatorio Jesús Guridi y la escuela Luis Aramburu, a excepción de Chano Domínguez que no pudo hacerlo por problemas de agenda. ¿Contentos con la experiencia?

Lo de Chano era imposible porque dos días después tenía que estar en Estados Unidos. La verdad es que el hecho de que viniese a participar en Ondas ya tuvo lo suyo no por él sino porque había que tratar todo con los norteamericanos. Con Carles y con él toda la contratación no ha podido ser más profesional. No es extraño debido a quiénes son. Con lo de las clases magistrales, eso era algo que tenía en mente desde hacía tiempo porque yo mismo he participado en otras ofrecidas por Joe Pass o Pat Metheny. Son cosas que te marcan. Esta vez lo hemos podido hacer gracias a una subvención del Gobierno Vasco a la que nos presentamos. Ha sido un éxito, aunque dos se han quedado en el aire porque el presupuesto no nos ha llegado. Una era la del batería Roger Blavia y otra la del técnico Ignasi Nogueras, que iba a enseñar a los músicos cómo sonorizarse y una serie de cuestiones que los intérpretes desconocen muchas veces. Pero vamos a ver si las podemos hacer en junio, siempre y cuando nos cuadren las cuentas.

Ahora que hablamos de dinero, hay que decir que esta edición casi no se llega a producir ya que la crisis estuvo a punto de llevársela por delante. Y las cosas no mejoran. ¿Habrá Ondas de Jazz el próximo curso?

Sí, habrá una séptima edición. Ya tenemos un compromiso por parte de Alfredo Iturricha, concejal de Servicios a la Ciudadanía. Seguimos de una manera precaria, pero bueno, a todo el mundo le toca. Nuestro presupuesto es público, son 30.000 euros. Miras el cartel de este año y cualquiera que sepa algo de esto se pregunta cómo lo hemos conseguido.

¿Cómo lo han hecho?

Hablando mucho. Ha sido difícil. Cuando empezamos con los recortes, a nosotros nos quitaron toda la partida. Ahí hubo que hablar mucho con la gente del equipo de gobierno para explicarles si se estaban dando cuenta de lo que estaban haciendo. Rápidamente, Alfredo se sensibilizó y se pudo conseguir unos mínimos. De hecho, la noticia me la dieron justo el día del txupinazo del año pasado. Es verdad que no puedes hacer todo lo que quieres, por lo menos de momento. Por ejemplo, estoy empeñado en llevar a escena El perseguidor de Julio Cortazar, haciendo un musical de dos horas, un espectáculo uniendo jazz, literatura, pedagogía... Para este año estaba previsto, con parte de financiación privada y otra pública. No ha podido ser. Veremos el próximo. Además, tenemos el compromiso de un programador importante que tiene un teatro como es el Häagen-Dazs de Madrid y que está muy interesado en el proyecto. Es decir, hay muchas cosas por hacer pero hay que pelear cada paso y cada euro, aunque es gratificante saber ya que existe el compromiso municipal para la próxima edición por parte.

¿Alguna intención más de cara al próximo Ondas?

Habrá sorpresas, ya veremos. Uno de nuestros grandes objetivos es apostar por nuestros músicos, como se ha hecho este año dedicando una jornada a la cantera de esta ciudad, a aquellos que se están formando. Sí te puedo decir que en la próxima edición se sumarán a Ondas Musikene y el Festival de Jazz de Getxo. Eso es muy importante. Para lo poco que hemos tenido estamos haciendo muchas cosas.

¿Cree que eso se valora?

Me duele un tanto no ver todavía la gratificación política. Creo que nuestra clase política está muy lejos de lo que es la cultura. Cosas mucho más sencillas y populistas tienen más apoyo no porque sean más cultura, sino porque son más populistas, incluso aunque algunas citas sean de dudosa procedencia cultural.

¿Por ejemplo?

No me tires de la lengua (risas). Cuidado, no digo que no sean acciones legítimas. Lo que quiero expresar es que si tuviera en mi mano la varita para apostar para que Vitoria sea una ciudad de cultura, seguramente lo conseguiríamos. Para mí, la esencia de Ondas de Jazz debería mantenerse en la cultura, es decir, lo nuestro es lo primero, siempre. Vitoria tiene tal poder cultural que nuestros políticos no han sido todavía capaces de verlo. Cuando se habla de Paraíso, que lleva décadas con premios nacionales e internacionales, no se puede decir que se va a prescindir de un grupo de teatro como éste. Igual hay que darle una vuelta a las cosas, sentándose con ellos y hablando. Eso es lo que falta, ese diálogo entre el que trabaja por una idea cultural y el político.

¿Les falta esa predisposición?

Es que un político entra de diputado o de concejal y qué sabe de la cultura si viene, no sé, de la gestión agraria, por ejemplo. No sabe nada y le da lo mismo calzarse una partida que otra, por muchos asesores internos que tenga. ¿Queremos ser algo? Vamos a diferenciarnos del resto. ¿Cómo lo hacemos? Si aquí tenemos algo, además de mucho patrimonio mal valorado, es mucha cultura. Es más, no sólo se hace mucha cultura, es que lo que se hace es muy bueno. Lo que es necesario es que el político baje y dialogue.

No siempre es cuestión de dinero...

No, para nada. La cultura es siempre la primera a la que se le recorta. Cuando se habla de rentabilidades hay que hablar de la rentabilidad económica y de la cultural. En este último caso, tienes que mirar la cultura que haces para tus ciudadanos y la que propones a los que viene de fuera. Esos ratios hay que medirlos y tenerlos claros. En este sentido, lo propio, lo que hacen los creadores de aquí, y Ondas es un ejemplo, tiene tal valor que el que no lo ve es porque no le interesa. Luego te dicen: es que el jazz es minoritario. ¿Y? Al pabellón de Mendizorroza van 5.000 personas y sin embargo no están los hoteles llenos. ¿De dónde sale esa gente? ¿Es un acto social o es cultura? Pues creo que es más un acto social. Realmente la gente a la que le gusta el jazz está en Ondas. ¿El resto? Pues sí, les puede gustar, pero no es su fuente musical del día a día. También te digo que Gasteiz es número uno y que el cartel de este año para el festival es impresionante. Vitoria, culturalmente, tiene mucho que decir pero el problema es que los políticos no le dejan hacerlo. Necesitamos a alguien que de verdad crea en la cultura del producto interno para poder avanzar. No es cuestión de dinero, sino de sentarse a hablar entre muchos agentes para darle una vuelta a todo y ver qué se puede proyectar dentro y fuera de la ciudad.

¿Difícil que eso suceda?

Es que para que eso suceda, los criterios tienen que estar claros y eso no pasa. Cuando un político reparte, ¿con qué criterio lo hace? Yo me quejo de ese criterio porque creo que no es justo. Lo de Paraíso es un atropello a la cultura en toda regla, por mucho que ahora se esté intentando solucionar. Hay que hablar las cosas para darles la vuelta, si procede, o incluso hay proyectos que es necesario redimensionar. Es que no todo puede ser imagen. Queremos imponer una imagen de la ciudad como si fuese un tren en vía única. No puede ser que el objetivo sea aparecer en televisión. Nosotros hacemos algo único. Jazzargia es pionera. Nos han llamado de otros sitios para hacer lo mismo que nosotros, los músicos quieren venir a tocar, nos llaman. ¿Por qué? Porque somos la única referencia. Y ahí han estado los circuitos por locales que hicimos en su día y que tuvimos que quitar porque el Ayuntamiento no ha creído en ellos. ¿De qué estamos hablando? ¿De gastar 200 euros en un músico de Vitoria para intentar que sea creador y que toque cada dos fines de semana en un sitio diferente? Venga, hombre. Estoy harto de escuchar: va, eso son bolos en garitos que no van a ningún lado. ¿Perdón? En Vitoria hay muchos músicos que son creadores y que tienen un talento que te mueres. ¿Cuántos políticos van a sus conciertos? Ninguno. Se lo tienen que contar luego. Mira lo de Krea.

Eso es tema aparte.

Pero es que nadie, absolutamente nadie, se está echando las manos a la cabeza por eso. A mí me duele ver todo el dinero que se ha invertido ahí y que nadie se hace responsable de la gestión de un proyecto parado. Vamos a ponernos de acuerdo entre todos, Consistorio, Diputación y Gobierno Vasco, para hacer de eso, por ejemplo, un centro cultural pionero a nivel europeo.