Para Álava, sus ciudadanos y sus visitantes (sean locales o extranjeros), pero también desde aquí hacia otros lugares. Artium no se queda entre sus paredes. Es lógico, toda infraestructura cultural de este calibre tiene incluso la obligación de salir de su entorno físico, ser referencia, reclamo, embajador. El museo, cuyo décimo aniversario se cumple mañana, no ha parado de viajar en esta década bien a través de las obras de su colección (en 2008, su dirección aseguró que el centro era, tras el Reina Sofía, el espacio de arte contemporáneo que más solicitudes de préstamo recibía del Estado), bien con sus exposiciones (tanto las realizadas con sus fondos como las producidas en solitario o con otros), bien gracias a su presencia en foros estatales e internacionales de distinta índole. Esto en lo que respecta al mundo real, por así decirlo, puesto que en los últimos años las redes sociales e Internet han revolucionado también al edificio de la calle Francia.

El más claro ejemplo de esas maletas siempre hechas se va a producir, de hecho, esta misma semana. Desde 2004 es parte de la colección del museo alavés el fondo Recorridos fotográficos por ARCO, proyecto puesto en marcha en la feria a finales de los 80 que supone una mirada a la fotografía española realizada en las tres últimas décadas, una propuesta interesada en mostrar los juicios del arte sobre el mercado artístico contemporáneo español con la participación de firmas como las de Alberto García Alix, Cristina García Rodero, Humberto Rivas, Ouka Leele, Joan Fontcuberta y Sergio Belinchón, entre otros. Partiendo de esas obras (unas 400), el conservador del centro gasteiztarra, Kike Martínez Goikoetxea, ha realizado una selección de 40 imágenes que desde este domingo se podrán ver Pekín para luego llegar también a Shanghai y Tokio.

Tanto China como Japón son dos países ya de sobra conocidos por el museo alavés. A ellos ha viajado antes con exposiciones de su colección. Lo mismo que, por ejemplo, a Brasil, Argentina y Estados Unidos. Es más, entre muestras y préstamos, su nombre, y el de Álava, han pasado, por citar sólo algunos lugares de fuera de la península, por Italia, Suecia, Alemania, Croacia, Eslovaquia y Hungría, en algunos casos gracias a la colaboración con el Instituto Cervantes.

En lo que respecta al estado, casi es más rápido decir en qué lugares no ha estado presente el museo a través de las creaciones que pertenecen a su colección. La otra posibilidad es perderse entre casi todas las capitales de provincia y más.

En el apartado de los préstamos que otros solicitan a Artium para poder realizar diferentes producciones hay que tener en cuenta que la colección alavesa no está considerada como una de las más relevantes del arte contemporáneo español sin razón, lo que supone que es más requerida que otras. Y en esto, como en todo, también hay rankings. Las que más veces han sido pedidas (aunque puede que una pieza sea solicitada para una exposición que, sin embargo, va a itinerar por, por ejemplo, tres lugares distintos) son Creu negra i diagonal, hecha por Antoni Tapies en 1973; Mousquetaire à la pipe, creada por Pablo Picasso en 1968; y I am two landscapes, imagen de Miguel Ángel Gaüeca tomada en 2002.

De todas formas, habría que mencionar más casos para dar una visión más acertada de esos viajes de piezas pertenecientes a los fondos del museo. Por ejemplo, sería bueno no olvidarse de distintas creaciones de Jorge Oteiza (Versión previa del homenaje a Mallarmé y Homenaje a Velázquez), Rafael Canogar (Pintura nº57), Salvador Dalí (Retrato de Mrs. Fajen), Adolfo Schlosser (Pequod), Eduardo Chillida (Besarkada I), Antonio Saura (Portrait imaginaire de Philippe II)... y más.

Todo ello, tanto los prestamos como las exposiciones que se han hecho con los fondos propios supone difundir la colección pero también reporta unos cuantos problemas en forma de precauciones. El traslado significa seguros, cuidados, catalogaciones...

Eso sí, donde Artium más ha remarcado la importancia de su nombre es a través de las muestras que ha producido en solitario o en compañía de otros, y que han itinerado por distintos museos y centros culturales, sobre todo del Estado.

Lejos quedan, eso sí, algunas relaciones estratégicas que se establecieron al principio, como la red que se quiso publicitar mediáticamente de manera prioritaria con el MARCO de Vigo y el Centro José Guerrero de Granada.

A esta presencia física, por denominarla de alguna manera, hay que sumar también la presencia del museo en distintos eventos, muchos de ellos de carácter internacional. En concreto, en estos diez años, el museo ha tomado parte en 150 congresos, seminarios y jornadas, citas en las que, por ejemplo, sus áreas de educación y biblioteca han sido bastante solicitadas.

El mundo de la pantalla Claro que cada vez más no es necesario moverse de la silla para traspasar fronteras. Mucho han cambiado las cosas en estos diez años dentro del universo virtual, algo a lo que también se ha amoldado el centro.

Hace una década sólo con tener una página web oficial ya era suficiente para cualquier institución, empresa o entidad. También dentro de la cultura. De hecho, el museo puso en marcha la suya a principios de febrero de aquel 2002, es decir, algo más de dos meses antes de la apertura de sus puertas al público. Pero las nuevas tecnologías han cambiado y lo han hecho a un ritmo imparable.

Hoy, Artium está en Facebook, Twitter, Youtube, Vimeo, Flickr, Ivoox, Delicious, Issuu, SlideShare, LibraryThing y tiene su blog. Eso sin olvidar su web, instrumento esencial en su política de transparencia de contenidos en la que también se pueden encontrar otros servicios como el catálogo on line, información sobre artistas del entorno geográfico y otros.

Las cifras hablan de 295.000 visitas (excluidos los llamados robots) con 1.535.000 páginas vistas en la web durante el año pasado; 420.000 reproducciones en Youtube desde 2009 hasta 2011; casi 7.000 seguidores en Facebook; más de 3.600 en Twitter; casi 50.000 visitas en Flickr, también en los últimos tres años...

Todo parece poco, de todas formas, para afianzar, de manera física o virtual, la presencia de Artium más allá de las fronteras de Álava, llevando consigo el nombre del territorio. Mucho han cambiado las cosas con respecto a hace diez años, cuando el museo se dio a conocer en Euskal Herria con un autobús explicativo y haciendo que el Alavés llevase su nombre en la camiseta.