Vitoria. Premios al mejor guión y a la mejor obra de autor español de 2011 en el XXVI Salón Internacional de Cómic de Barcelona; Premio al mejor autor extranjero en el VIII Treviso Comic Book Festival 2011 (Italia); Premio al mejor guión y a la mejor obra estatales en Expocómic 2011 (XIV Salón Internacional de Cómic de Madrid)... Discutir que Paco Roca ha vuelto a acertar con El invierno del dibujante parece complicado. No para. Incluso el valenciano ha empezado 2012 sumando a su lista de galardones dos Goya (película de animación y guión adaptado) por la versión cinematográfica de Arrugas, novela gráfica que en su día ya le valió el Nacional de Cómic 2008.
En ese estado de gracia profesional, al historietista e ilustrador le da tiempo para otras cosas, como por ejemplo ser padre, algo que le ha impedido acudir de manera física a Gasteiz para presentar la razón por la que vuelve a estar presente en la vida cultural de la ciudad. En su día, el autor aceptó la invitación de Krea para tomar parte en su Guía del Cómic, una propuesta ya por desgracia olvidada, igual que el centro de Betoño. Ahora Roca regresa con una visión un tanto particular de El invierno del dibujante (editado por Astiberri), ya que el álbum se reconvierte en exposición dando una nueva dimensión tanto a su historia como al proceso de realización.
La libería Zuloa acoge hasta el 23 de mayo esta curiosa inmersión en el mundo de la creación gráfica, una muestra sobre cómo hacer un cómic que a su vez habla del mercado del cómic y de aquellos que hacen cómic. Puede parecer un lío pero para nada.
El libro, que salió a la luz el año pasado, es una suerte de documental que fija sus ojos en 1957, en cómo la editorial Bruguera, con el apoyo de la dictadura franquista, actuó cuando una serie de sus mejores autores, cansados de trabajar en condiciones que eran todo un abuso y hartos de no tener ningún tipo de libertad creativa ni derecho sobre lo que hacían, decidieron marcharse. Lo hicieron para fundar una revista con sus propios medios, publicación que su antigua empresa se encargó de tumbar para, después de año y medio de aventura, volver a contratar a los dibujantes y editar de nuevo su revista. Toda una lección de cómo se comporta el capital, máxime en contextos políticos propicios.
"Los tebeos de la Editorial Bruguera fueron los que me hicieron empezar a amar los cómics y como muchos de mi generación, de las anteriores y de las posteriores, crecí con todos sus personajes; Capitán Trueno, Mortadelo, Zipi y Zape, Anacleto... Desde pequeño me preguntaba qué había detrás de ellos, cómo eran sus creadores, cómo trabajaban y cómo era aquella editorial" dijo Roca cuando se presentó un álbum del que destacó, en el plano personal, lo duro pero gratificante del proceso de búsqueda de información y testimonios.
La exposición que ahora acoge Zuloa consta de 24 paneles explicativos narrados por el autor, con 11 páginas originales del álbum recopilando también año y medio de documentación y material complementario que el autor utilizó a lo largo del proceso.
Sea a través de la muestra o teniendo el libro entre las manos, Roca invita a meterse dentro de su mundo, a bucear en un sector en el que él, como otros antes, está saboreando el éxito aunque a veces el lector no se pregunte qué hay detrás de esos personajes que viven sus peripecias desde la hoja de papel. Son historias del cómic, experiencias para exponer.