Vitoria. Cambia el año y las dificultades económicas también se notan, pero la Escuela de Artes y Oficios no se rinde. Al contrario, renueva su apuesta expositiva en este 2012 con la intención de seguir manteniendo vivos los tres espacios que dedica a mostrar el trabajo de quienes pueblan sus veteranas paredes, siempre acompañados por creadores invitados en cada ocasión. Algunos de ellos, como es el caso, han tenido o tienen relación con el centro. Sucede, por ejemplo, con el fotógrafo Adrián Ruiz de Hierro, quien mientras se perfecciona en el mundo del vídeo regresa a este lugar con la propuesta visual Darkness. Junto a él, en compañía que no competencia, se sitúan los grabados de Ixiar Arteche Arteta y las esculturas de Manuel Páramo. La triple oferta abre sus puertas esta tarde para encontrarse con el público hasta el 24 de febrero.
El puesto de honor, por así decirlo, recae en Ruiz de Hierro, un joven pero ya muy experimentado fotógrafo curtido en el trabajo diario de la prensa que, eso sí, ni es un extraño en estas lides de mostrarse en la escuela. Esta vez vuelve con una serie de ocho fotografías y un vídeo a modo de making of que toman la noche y sus lugares como punto de partida para hablar de sensaciones, sentimientos de belleza, de tranquilidad, de miedo... de todo aquello que provoca un paisaje cuando la luz sólo llega desde aquello que es artificial.
En Madrid, en PhotoEspaña, nació la idea y también la primera imagen. Después, la cámara regresó a tierras alavesas para seguir capturando lugares que sirvieron al propio autor como paréntesis en su actividad diaria, oasis que ahora se muestran desnudos, sin marco, sin títulos, sin anclajes para el que mira. "Ha habido noches muy productivas y otras no tanto, pero el proceso también ha sido una obra", relata sobre una producción que arrancó en 2008.
Ruiz de Hierro se siente, además, agradecido de manera especial a Artes y Oficios, "el único sitio en Vitoria donde se puede exponer fotografía con libertad" ya que la ciudad ha perdido espacios donde los fotógrafos puedan mostrar en vez de "artistas que hacen fotos".
A su lado se encuentra Páramo, hombre que lleva más de una década en el centro probando diferentes formas de expresión para convencerse de que la escultura es lo que atrapa toda su atención. Etapas responde a la perfección a su propósito con esta exposición, poder mostrar los distintos tramos del camino que ha ido atravesando en su evolución como artista.
La figura humana, en diferentes formas y con distintos materiales, es el motivo que mueve al creador, quien busca "una comunicación directa, casi visceral" con el público, según defiende. "Es como dibujar en el espacio", apunta.
Sus piezas sirven como nexo de unión físico con el tercer espacio, el que ocupa Arteche Arteta. Ella tampoco es una desconocida ni de la escuela ni de las muestras que el centro organiza de manera regular. Ya ha participado en otras exposiciones colectivas, pero esta ocasión supone su estreno en solitario. Mirar una estampa es la excusa perfecta para un debut que llega con responsabilidad pero también desde la seguridad con respecto a la calidad de lo hecho.
Acercarse, contemplar y separarse. Son las tres palabras clave para una creadora que presenta en esta muestra 27 piezas "en las que se puede apreciar armonía, algo apacible", según explica.