Qué tienen en común el músico John Lennon, el director de cine Woody Allen o el escritor James Joyce? Todos se inspiraron para alguna de sus creaciones en Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y su segunda parte, A través del espejo, dos obras que desde que el británico Lewis Carroll escribió hace casi 150 años, han fascinado a mayores y pequeños. Ahora, una exposición en el museo Tate de Liverpool (Reino Unido) explora por primera vez la huella que estas novelas han dejado en el arte visual -desde la pintura a la escultura pasando por la fotografía y el cine-, una prueba de que el mundo que creó este escritor es tan rico que artistas de todo el mundo siguen beneficiándose aún hoy, en 2011, de la imaginación de este hombre del siglo XIX. "Los inolvidables personajes que concibió se han quedado grabados en nuestra memoria colectiva. Incluso alguien que no ha leído nunca el libro reconoce la figura de Alicia", comentó uno de los comisarios de la exposición, el alemán Christoph Schultz.
La muestra arranca con el manuscrito original que escribió Charles Dodgson, el verdadero nombre de Lewis Carroll. Detrás de ese seudónimo se escondía en realidad un matemático de la Universidad de Oxford, que no tuvo descendencia (fue diácono anglicano), pero se llevaba muy bien con los niños. Tanto, que se hizo amigo de los cuatro hijos de Henry Liddell, el decano de Christ Church, una de las facultades la universidad. Un día de verano de 1862, mientras disfrutaban de una travesía en barca por el río, Charles Dodgson los entretuvo con una historia que improvisó sobre la marcha: la de una niña a la que llamó Alicia, en honor a una de las hijas de Liddell. La protagonista se introducía en un agujero que le llevaba a un mundo mágico, en el que podía cambiar de tamaño, se topaba con un conejo blanco, una oruga sobre un champiñón gigante o con la Reina de Corazones. A sus diez años, Alicia Liddell, quedó maravillada por la historia y le rogó que la escribiese para ella. Dodgson tardó dos años en redactarla a mano y completarla con 37 ilustraciones.
un libro con historia Muchos años después de haberlo recibido como regalo de Navidad, Alicia se vio obligada a venderlo en una subasta. Lo compró un coleccionista estadounidense, pero el libro regresó al país en 1948, cuando un grupo de benefactores se lo entregó a la Biblioteca Británica en reconocimiento al papel que jugaron los hombres y mujeres del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, esta institución londinense conserva esta obra como uno de sus tesoros más preciados. "No suele salir de la Biblioteca. Es un lujo poder tenerla temporalmente en la Tate de Liverpool", afirmó Christoph Schultz.
Los amigos del artista le empujaron a que publicase la historia y así lo hizo: quitó las referencias más personales y añadió dos capítulos. Fue todo un éxito y desde que salió a la luz nunca ha dejado de editarse. Los dibujos del libro, que corrieron a cargo de John Tenniel, demostraron que las imágenes eran una parte integral de la novela y crearon un mundo visual que adquirió vida propia. "Alicia en el País de las Maravillas puede considerarse no sólo una obra literaria sino una obra de arte", aseguró el comisario de la muestra.
De hecho, antes de alcanzar fama por este libro, Lewis Carroll era conocido ya por sus dotes de artista detrás de la cámara, sobre todo por su sensibilidad a la hora de retratar a niños. En la época victoriana los índices de mortalidad entre los menores eran muy altos, lo que hacía que se viese la infancia como algo muy preciado. Muchos padres querían tener imágenes de sus hijos tomadas por artistas como Charles Dodgson. Así capturó con su objetivo a los pintores más importantes de su tiempo -Sir John Everett Millais o Dante Gabriel Rossetti, que formaban parte del movimiento de los pre-Rafaelistas-, y también a sus hijos. Pero ninguno de ellos hizo sombra a su modelo favorita, Alicia Liddell, a la que fotografió por primera vez cuando sólo tenía 4 años y por última cuando había cumplido ya los 18. La joven de largos cabellos era conocida por la sociedad de la época e incluso se decía que el príncipe Leopoldo, el hijo menor de la Reina Victoria, estaba enamorado de ella.
El primer movimiento artístico del siglo XX que conectó seriamente con los libros de Alicia, los más traducidos después de la Biblia y de las obras de Shakespeare, fue el Surrealismo. Sus seguidores representaban los sueños de manera muy parecida a como lo hizo Lewis Carroll: sin responder a las leyes de la naturaleza ni a las limitaciones del razonamiento humano, como se refleja en una serie de doce ilustraciones que concibió Salvador Dalí y que estarán colgadas, junto a obras de Max Ernst o René Magritte, en la Tate Liverpool hasta el próximo 29 de enero. "Todos los que han preservado un sentido de la rebelión reconocen en Lewis Carroll a su primera maestro", dijo el escritor francés y fundador de este movimiento artístico, André Breton.
En los sesenta y setenta los artistas conceptuales utilizaron las obras de Alicia para explorar nuestra relación con la percepción y la realidad y defendieron la teoría, rechazada por los expertos, de que Lewis Carroll concibió ese mundo extraordinario bajo el efecto de las drogas. Los artistas contemporáneos, como muestra la exposición, continúan en la actualidad explorando las ideas que plasmó el escritor inglés, como el camino de la infancia a la edad adulta o la experimentación con el lenguaje, que Carroll usó como nadie para plantear adivinanzas y situaciones disparatadas con las que se pueden identificar tanto los niños como los adultos.