"Lástima que no explote su decorado, su calidad y su ambición psicoanalítica para poner en pie algo más atrayente que un confesionario de famosos. Empezó con mayor empaque, aunque ya centrado en personajes de la tele, de esa experimentación humana que con éxito han impuesto como patrón de comportamiento social. Pero entrega tras entrega se hace menos barroco y por lo tanto más zafio. La penúltima invitada fue Ana Obregón, una mujer querida por su ahínco casi de personaje de ficción, por su entrega desmedida a ser ella misma y por un cierto fondo de gozosa folclórica licenciada en Biológicas".
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