Vitoria. Más de 3.000 piezas conforman la colección que la Diputación alavesa comenzó a dar vida hace 35 años, unos fondos que son la principal razón de la existencia de Artium, museo que los guarda con recelo desde hace casi diez años al tiempo que no para de aumentarlos y completarlos.
A lo largo de esta década casi cumplida, se han realizado de manera ininterrumpida lecturas de lo más diverso de parte de los contenidos de la colección (ni se puede mostrar todo al mismo tiempo ni hacerlo sería útil o interesante), algunas veces sirviéndose también de obras pertenecientes a otros espacios. Pero, por lo menos hasta ahora, siempre había sido gente del museo la que se había encargado de organizar cada revisión. Es el caso del actual director, Daniel Castillejo, o de su predecesor en el cargo, Javier González de Durana.
Esta vez la cosa cambia. El centro ha abierto la puerta de sus almacenes de par en par y ha decidido que ninguno de los de casa se encargue en esta ocasión de comisariar nada. Para eso ha buscado la mirada de los otros y les ha dejado hacer.
Mar Villaespesa y BNV Producciones han sido los que han recogido ese guante. Lo sencillo, entre comillas, hubiera pasado por hacer una exposición al uso, es decir, elegir una serie de criterios sobre los que pivotar la muestra y a partir de ahí seleccionar las piezas que mejor respondan al propósito. Pero es mejor complicarse la vida. Por eso, han buscado a su vez la complicidad de Valentín Roma, Bulegoa z/b, Fundación Rodríguez y Laura Trafi-Prats a la hora de articular una revisión que, desde una posición crítica, se cuestiona por temáticas muy básicas del arte en las últimas décadas, es decir, el coleccionismo, el papel de los museos, la institucionalización de las colecciones...
Estancias es el concepto que sirve para bautizar una propuesta que se mantendrá activa hasta el 8 de abril, es decir, hasta unos días antes del décimo cumpleaños de Artium. Y se utiliza esa palabra porque el proyecto está dividido en cuatro partes diferenciadas que forman, a su vez, un todo, compartimentos temáticos en los que se expone pero también se realizan otras actividades, seminarios, representaciones, encuentros, talleres, y demás acciones que completan una muestra que, en realidad, no es tal.
Siguiendo la paradoja, de todas formas, una de esas estancias sí consigue lo que parece imposible, exponer al mismo tiempo todas y cada una de las obras que pertenecen a la colección de Artium. Sus fichas dan vida a un gran mural creado por Natxo y Fito Rodríguez, tal vez los comisarios más unidos al museo desde el punto de vista de la cercanía física y emocional.
El espíritu crítico es la base fundamental de un trabajo que mira al museo, a su colección, a sus formas de hacer y de relacionarse, a su sentido hoy, a su función... es decir, a sus entrañas. Como pasa siempre, se podrían haber planteado otras preguntas o realizar esta revisión desde otros fundamentos, pero ya habrá más ocasiones de los que fondos se abran a comisarios externos.