vitoria. La Fundación Catedral Santa María cierra su temporada de conciertos con el recital de uno de los grupos de referencia de la nueva generación de la música antigua española. Accademia del Piacere, conjunto vocal e instrumental, presentará un programa que recorrerá la pomposa música francesa de la corte del Rey Sol en una cita que dará comienzo en la nave central del templo a las 20.00 horas.
Abierto por concierto baja el telón hasta primavera con una propuesta en la que confluirán dos instrumentos poco habituales: la tiorba y la viola de gamba. Accademia del Piacere se centra desde su origen en el estudio e interpretación de la música del Renacimiento y el Barroco, y ofrece un amplio abanico de programas, desde la exuberante música francesa de la corte del Rey Sol, pasando por la música virtuosa de la Italia de principios del siglo XVII, hasta la música profana y religiosa española y andaluza de Renacimiento y Barroco.
El grupo, integrado por Fahmi Alqhai (viola de gamba y dirección), Rami Alqhai (viola de gamba) y Enrique Solinis (tiorba), presentará en Gasteiz el programa De Ángeles y Diablos, que recorre la música francesa de la corte del rey Sol, y más en concreto piezas de Marin Marais y Antoine Forqueray.
Cuando en 1661 asume de forma efectiva el poder, Luis XIV no ha olvidado los sucesos de la Fronda que amargaron su niñez. Está, por ello, obsesionado con el orden, y desea por encima de todo controlar a la levantisca aristocracia del reino. Para tener bajo su mano a los poderosos, decide trasladar la corte de París a Versalles, y no escatima en gastos para atraer a los más ilustres intelectuales y a los mejores artistas de Francia.
En este fastuoso ambiente se produce el encuentro de los que fueron, quizás, los mejores violagambistas de la historia: Marin Marais y Antoine de Forqueray. El primero era un artesano con aspiraciones de ascender en la escala social y la clara voluntad de dejar testimonio de su arte, lo que documentan principalmente sus cinco libros de viola. El segundo, un altivo revolucionario de la improvisación, que se jactaba de no haber escrito jamás una nota. En Marais alentaba el espíritu clásico, en Forqueray, el exceso.
Ninguno pudo evitar el declive de la viola, ya muy acentuado en 1740, cuando Hubert le Blanc publicó su tratado en defensa del instrumento en el que recordaba los años gloriosos en que los corrillos artísticos parisinos eran un hervidero de chismes y noticias en torno a esos dos grandes prodigios enfrentados.
Éste será el último concierto de un ciclo que se recuperará avanzada la primavera, y es que las inclemencias meteorológicas obligan a no desarrollar actividades prolongadas en el interior del templo durante el período invernal.