Aunque dirige el Festival de Cine y Derechos Humanos, y la Semana de Cine Fantástico y Terror de Donostia, tras estar en otras citas como Zinemastea, Cortada o el NEFF, sin olvidar su paso por Montehermoso, hubo una época en la que también trabajó como técnico de Cultura en el Ayuntamiento de Amurrio, donde esta semana se ha prestado a hacer de jurado en su festival de cortos. ¿Qué opina de Begibistan?

Se trata de un festival de mediano formato que tiene su sentido y ha encontrado su hueco por su diferencia cualitativa respecto a otros certámenes. Me refiero a que en Euskadi, a día de hoy, hay infinidad de festivales de cortos, casi uno por municipio, pero Begibistan se encuentra entre los más destacados y ha logrado el respeto y apoyo de las personas que integran el sector cinematográfico vasco porque ha conseguido una identidad propia. Jamás desde sus inicios se han desviado de lo que son, siempre han sabido cuál es su sitio y han apostado por ello, huyendo de las tentaciones en las que caen otros festivales con el paso de las ediciones, como de repente decidir ser internacionales o proyectar largometrajes. Hay que ser ambiciosos, pero también modestos y lo están haciendo realmente bien. Todo el material que les llega, sea modesto o una obra de arte, lo tratan con dignidad, mimo, cariño, conocimiento y especialización. No en vano, las personas que se encuentran en su organización conocen muy bien los entresijos de esta profesión, tanto en lo que respecta al trabajo de realización como al de su promoción posterior, y han sabido concentrarse en una fórmula, desarrollarla y mejorarla poco a poco, con los pies sobre la tierra, pero con miras a un crecimiento futuro.

No le voy a pedir que me adelante el vaticinio del jurado, pero sí que me hable del nivel de lo presentado.

(Risas) Tampoco podría decirlo porque no me reúno con mis compañeros de jurado hasta mañana (por hoy sábado), y no sé cuál será su opinión en cuanto a qué cintas son merecedoras de las txapelas, pero sí he visionado todos los trabajos y tengo que decir que me ha sorprendido el volumen de lo llegado. Está prácticamente toda la producción de cortometrajes realizada en Euskadi en el último año y, en cuanto a la calidad, yo diría que la media estándar es bastante buena, por no decir alta. Creo que la proliferación de festivales a la que antes me refería está haciendo que en los últimos años sea más gente la que se anime a presentar sus trabajos, dadas las facilidades que herramientas como Internet están proporcionando a personas que, con pocos medios, se lanzan a realizar sus historias. En este punto también tengo que decir que se sigue notando la influencia de programas como Kimuak, en el hecho de que gente muy buena como Borja Cobeaga, por citar alguno, sigue creyendo en el formato del corto. Se trata de personas que ya han coqueteado con el documental y el largometraje, u otras ya consagradas como Bajo Ulloa o Alex de la Iglesia que siguen apostando por el corto, porque no olvida sus inicios y así apoya con sus trabajos a los festivales y a los nuevos realizadores.

Ayer el director gasteiztarra Paúl Urkijo achacó a la falta de infraestructuras del cine en Álava el hecho de que en Bizkaia y Gipuzkoa se hagan más cortos. ¿Qué opina?

Yo no sé si se puede hablar de una infraestructura, porque en el caso del corto -y eso lo sabe muy bien Paúl Urkijo- todo el mundo, ya sea guipuzcoano, vizcaíno o alavés, se lo guisa y se lo come. Sí es cierto que el hecho de tener en tu territorio un gran comprador o consumidor de producciones audiovisuales, como es el caso de ETB, hace que proliferen productoras que lo alimenten, y aquí surge un caldo de cultivo que luego también se dedica a hacer otras cosas como películas, que hace que aumente la cultura o el gusto por el cine. No obstante, considero que las fronteras geográficas en este sector cada día son menores. El programa Kimuak está abierto a todos, y es una tradición o inercia histórica que se está rompiendo, por suerte. La gente joven no tiene escrúpulos a la hora de moverse a donde sea o colaborar con cualquiera. No se puede decir que haya una industria del cine en Euskadi, porque tampoco existe en el Estado como tal, y lo que hay está centrado en Madrid. Aquí sí es cierto que han surgido productoras potentes, sobre todo en torno a trabajos en euskera, pero si quieres crecer tienes que pasar por Madrid o incluso mirar al extranjero. El capítulo de ayudas del Gobierno Vasco para desarrollar guiones y demás, también esta siendo fundamental.

El 50% de las cintas que llegan a Begibistan proceden de Gipuzkoa, un 30% de Bizkaia, un 13% de Álava y un 7% de Navarra. ¿Hay estadísticas en torno a la producción cinematográfica vasca anual?

Es muy difícil de contabilizar, sobre todo en lo concerniente a cortometrajes porque es un mundo inabarcable, y posiblemente la estadística más fiable sea la de los propios festivales, ya que a ellos llega casi todo lo que se hace. Sí puedo decir, para que la gente se haga una idea, que en el conjunto del Estado se hacen poco más de un centenar de largometrajes al año, y eso extrapolado a Euskadi resulta muy inferior.

¿Qué hay de los festivales?

En España hay más de 200, aunque con la crisis habrán caído bastantes. Sólo en Euskadi, a parte del mundialmente conocido Festival de Cine de Donostia, tenemos Cortada en Vitoria, el Zinebi de Bilbao, el Ikuska de Pasajes, el de Lekeitio, el de Arrigorriaga… o el Begibistan en Amurrio, pero hay muchos y es bueno, porque es una vía de financiación para los jóvenes directores. Sobre todo para los que saben dar con una idea que logra una ristra de palmarés importante que, al final, se transforma en una cantidad de dinero con la que recuperar lo invertido. Además, son la única forma de que estos trabajos se vean en pantalla grande y ante el gran público y, en definitiva, cumplen una función muy interesante para los cortometrajistas, ya que conforman un circuito paralelo muy interesante en el que conocer gente del gremio con la que compartir no solo esa parte chula del contacto con el público, sino también la mala de cómo captar ayudas y poder seguir labrándose un futuro en esta difícil profesión.