No es algo exclusivo de la cultura, pero sí es cierto que en este campo es llegar la primavera y esta costumbre institucionalizada se multiplica de una forma exponencial. La fórmula de los Días de... ha ido transformándose con el paso de los años, de jornadas exclusivas de reivindicación ante una crisis profunda o permanente a fechas para la celebración, el contacto con públicos diferentes y generalistas, la presentación de novedades... Es decir, han dejado de ser el marco perfecto para la reflexión hacia dentro y desde ahí hacia resto de la comunidad, para convertirse en un escaparate desde el que llamar la atención, en muchos casos, comercial. Es cierto que, depende los lugares y las ocasiones, esta herramienta está terminando por cansar y hay territorios, como puede ser el caso de Álava, donde, en realidad, muchas de estas conmemoraciones anuales pasan desapercibidas.
El calendario dice que sí, que hay Días de..., como el de la música, que escapan a la temporada primaveral, pero también constata que la mayor parte de ellos (es decir, de los relacionados con el sector cultural) se concentra en un trimestre un tanto saturado. El teatro, los museos, el patrimonio, la danza, los libros, la literatura infantil y juvenil, el... desde finales de marzo las hojas pasan y las jornadas de relevancia significativa, por lo menos sobre el papel, se suceden.
A la hora de valorar su importancia, dentro de cada campo hay que diferenciar posturas: la de los creadores, la de la industria de cada disciplina (sea menor o mayor) y la de los poderes públicos. Las dos últimas suelen ser coincidentes, en el sentido de que se considera importante aprovechar la atención mediática y popular que suelen generar estas jornadas para enganchar a sectores sociales a los que, por lo general, no se llega el resto del año. Y no sólo es una cuestión de aumentar las ventas de un determinado producto, como puede pasar con el libro, sino también de mostrar potencialidades, recursos y propuestas para que el público potencial y contribuyente fijo vea que a su alrededor pasan muchas más cosas de las que cree.
Más diferencias al respecto se encuentran entre aquellos que están al principio de la cadena, es decir, los autores e intérpretes. Aquí hay quien coincide con lo anterior (los menos, todo hay que decirlo), pero también quien rechaza de plano que se reduzca su actividad a una única fecha en la que mostrarse ante aquellos que el resto del tiempo no se preocupan en absoluto por sus producciones.
De todas formas, esas dos grandes ideas, con sus matices, tienen un peculiar reflejo en la primavera de Días de... en el territorio alavés. Unos se celebran por todo lo alto. Otros pasan del todo desapercibidos. E incluso algunos se conmemoran a medias, aunque parezca imposible. Álava tiene este tipo de cosas cuando de cultura se habla, es algo ya normal.
Los dos casos más paradigmáticos de esta situación pueden ser las fechas del teatro (27 de marzo) y del libro (23 de abril). En el primer caso, casi nunca se suele hacer nada diferente o relevante, más allá de que coincida con alguna representación en alguno de los escenarios de la provincia. En el caso, por ejemplo, de la Red Municipal de Gasteiz, la política en este sentido es clara: el día de la escena es todo el año, no cuando dicta el calendario, así que no hay que liarse la manta a la cabeza. Aún así, Vitoria es, en cierta medida, una excepción. Hay ciudades (eso sí, en los últimos años cada vez menos) que se vuelcan con jornadas de puertas abiertas de sus escuelas de interpretación o espacios de actuación, representaciones en la calle, maratones de obras con entradas a precios reducidos, lecturas de manifiestos... las propuestas son de lo más variado, aunque la época de crisis económica parece que ha recortado algunos programas en los tiempos más recientes.
Justo al otro lado se encuentra el Día del Libro. Esta conmemoración ha trascendido a su fecha exacta y desde hace tiempo domina casi todo el mes de abril a través de conferencias, actividades para todas las edades, concursos, ferias de venta de ejemplares (que en algunos puntos de la provincia se producen en mayo), encuentros con escritores, recitales poéticos... Es más, incluso se da la curiosidad en el caso de la capital alavesa, un tanto paradójica, de que se organizan representaciones teatrales específicas.
Ese contexto, además, se repite no ya en ciudades del entorno sino en medio mundo. Por unas semanas da la impresión de que el sector editorial entra en una especie de gran bacanal en confluencia con los lectores y autores que hace que las letras reinen para, al poco tiempo, volver a su, cuando menos, complicada situación actual.
Ese diente de sierra, de todas formas, funciona. El escaparate del 23 sirve, o por lo menos eso dicen los datos generales un año tras otro. Sucede lo mismo en Vitoria. Es más, da igual que la jornada en cuestión no se lleve a cabo cuando toca. No hay más que ver el caso de este año, cuando todo se está adelantando ya que el Día de... cae en plena Semana Santa y, claro, hay fiestas que no se pueden saltar a la torera. Pero pasada la fiebre de abril, el sector editorial, con toda probabilidad, volverá a caer. Bueno, para muchos, regresará a lo que, en realidad, es su normalidad.
Irregularidad Teatro y letras son el ejemplo más claro en el caso de Gasteiz de las incógnitas que genera en la cultura el verdadero valor de estas jornadas subrayadas en el calendario. Pero es que incluso dentro de un mismo mundo creativo, las diferentes perspectivas posibles son, en ocasiones, difíciles de explicar. Dos ejemplos muy cercanos. No se lleva a cabo en ningún punto de Álava ni un sólo acto propio del Día de la Literatura Infantil y Juvenil (2 de abril) y, sin embargo, su hermano mayor, el Día del Libro a secas, es fuente de programas y propuestas sin fin.
Otro caso paradigmático es el de los museos (18 de mayo). Uno (vamos, Artium) lo celebra con actividades especiales, música, talleres y demás. Para el resto, sin embargo, es como si no pasara nada, entre otras cosas (todo hay que decirlo) por falta de recursos económicos para poder presentar a la sociedad una serie de atractivos singulares con respecto al resto del año.
Esos extremos son un claro ejemplo no sólo de la necesidad de contar con un presupuesto mínimo sino también de la importancia o no que, dependiendo el caso, se da a cada caso. A veces, de que es su día no se acuerdan ni los propios implicados. En otras, si no fuera por ellos... Ahí está, por ejemplo, la danza (29 de abril). En el caso de Gasteiz, es el empeño del Conservatorio Jesús Uruñuela el que mantiene vivas las celebraciones a través del Así baila Vitoria, un encuentro público y al aire libre que, eso sí, no se produce cuando debería por aquello de la coincidencia con las fiestas de San Prudencio y Nuestra Señora de Estibaliz.
En la mayoría de los casos, de todas formas, lo que se busca es hacerse visible ante la sociedad, algo más complicado de lo que pudiera parecer para el mundo de la cultura. Estos Días de... vienen acompañados de manifiestos y slogans que cambian a cada año pero que, en el fondo, vienen a sostener la misma reivindicación: dignidad y respecto para la labor y el trabajo de todos aquellos que, de una forma u otra, aportan su grano de arena.
En este punto es donde la verdadera utilidad de estas jornadas queda más en entredicho. Las voces aquí son divergentes entre quienes son más realistas y admiten que el gran público, por así llamarlo, no se entera de este tipo de llamamientos, y entre quienes, aún admitiendo eso, saben que estos mensajes sí tienen eco entre las administraciones, partidos políticos y agentes públicos y privados, al fin y al cabo, aquellos por cuyas manos pasan muchas decisiones que afectan al devenir de cada uno de los sectores de creación.
No cansar y no repetirse es, para la gran mayoría, la clave para que cada año estos Días de... tengan su repercusión mediática y popular. Sin embargo, pasar de lo que se piensa a lo que se puede hacer, no siempre es fácil y es sencillo detectar rutinas en las propuestas que hacen que, en muchas ocasiones, incluso la sociedad en su conjunto mire hacia otro lado.