ACOSTUMBRADO a hibridar realidad y ficción, no es extraño que Juan Ibarrondo, columnista de contraportada de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, encontrara a las dos protagonistas de su nueva novela en un viaje, cuando ejercía como enviado para este periódico. La historia le ofreció sus ecos en la coyuntura actual, y una mujer se reflejó en la otra, dos caras de una misma moneda, de una misma lucha.
"Con Catalina de Erauso entré en contacto indirectamente por DNA, indirectamente. Estaba en Latinoamérica mandando reportajes a este diario. Aunque ya la conocía de antes por referencias, me encontré con ella en el día del orgullo gay, cuando un grupo de transexuales la estaba reivindicando en el desfile del México D.F. Hice un reportaje sobre ella y el movimiento LGTB, en concreto de hombres transexuales", explica el autor vitoriano.
Al empezar a investigar la vida de la monja alferez, la crónica periodística saltó al lenguaje audiovisual. Ibarrondo presentó un guión a una beca de Montehermoso para proyectos cinematográficos. Y se la concedieron. "Trataba sobre la vida de Catalina de Erauso y sus interpretaciones". Es complicado que un guion tome forma de largo. Máxime cuando se trata de una pieza de época. El siguiente cambio de registro llegaría en un curso que Ibarrondo vivió con el guionista en Larrotxene, en Donostia. "Le pasé el guion y me dijo ¿por qué no haces una novela? A Idoia Arozena le gustó también la idea y así salió".
Metamorfosis cuajó, de este modo, tras metamorfosearse. "Fue un reto porque normalmente suele ser lo contrario, las novelas se adaptan para hacer guiones, y en este caso fue al contrario. Me pareció interesante porque son dos registros narrativos muy distintos y creo que ha quedado una novela muy visual, muy cinematográfica".
Basta de formas. Pasemos al fondo. A Catalina y Juana Inés de la Cruz, que se apareció a Juan en plena labor documental. "Si se hubieran conocido se verían la una a la otra como en un espejo inverso. Lo que hace Catalina para intentar superar las barreras de la época, de la ideología dominante, de la Iglesia, de la Contrarreforma, es escaparse del convento; se exclaustra. En cambio, sor Juana hace todo lo contrario; se enclaustra. Para huir de otras barreras, que son las de un matrimonio impuesto".
¿Por qué no encontrar a las dos mujeres? ¿Por qué no convertir ese espejo en un eje de simetría conceptual? "Coinciden en el lugar, en México. En el tiempo es difícil de saber, porque la genealogía, las fechas tanto de una como la otra son muy dudosas. Pudieron coincidir. Es un poco anterior Catalina. Los datos más aceptados dicen que en los últimos años que pasa en México Juana es muy pequeñita. Yo hice una pequeña trampa, pero, al fin y al cabo, la situación que ambas vivieron es muy similar. Los problemas con los que se encontraron, la idelogía del momento... Vieron por ejemplo las mismas comedias famosas, las de Lope de Vega, que eran como las teleseries ahora. Las dos tienen relación con Euskal Herria. El padre de sor Juana es de Bergara -la madre una indígena náhuatl- y Catalina es de San Sebastián. ¿Por qué no juntarlas en una novela en vez de hacer una novela expresamente sobre Catalina, que ya hay varias? ¿Por qué no plantear el qué hubiera pasado si...? Si se hubieran conocido Catalina y sor Juana, ¿qué hubiera sucedido?".
Es una sociedad muy machista, pero por eso mismo el movimiento gay tiene mucha fuerza, como reacción. Es una sociedad muy compleja y es difícil generalizar
Situémonos en el tiempo. Siglo XVII. "Es el momento de la Contrarreforma, un momento de cambio, del nacimiento de una nueva manera de ver el mundo que iba a acabar siendo la modernidad. El Renacimiento y el Humanismo posterior del XV y XVI son momentos de flujo. La Contrarreforma de reflujo, de ponerle puertas al campo. La historia es así, hay momentos de apertura y otros en los que se vuelve atrás. Yo creo que ahora estamos viviendo una época parecida con el neoliberalismo. Es un momento de neobarroco. El gran movimiento contracultural que se da en los años sesenta, que tiene su expresión más conocida en mayo del 68, sufre un parón que se puede comparar a la Contrarreforma del XVII. Es la vuelta el neoliberalismo en lo económico y a las formas autoritarias de poder en lo político. Y, sin embargo, por debajo esa fuerza sigue estando ahí. El movimiento de mujeres es una de las claves, uno de los pilares. Hay cosas soterradas, esperando a salir. Lo que estamos viendo estos días en el mundo árabe, que se ha visto en Islandia, es parte de ese movimiento soterrado que tiene que surgir de alguna manera y que, de alguna manera, se intenta evitar que surja con ese neoliberalismo. Incluso lo veo en lo cultural, en la sociedad de la imagen". A Catalina y Juana "les toca jugar en campo contrario y en un momento fatal, el momento de mayor opresión que te puedas imaginar contra las mujeres". Se puede decir que Catalina reacciona hacia afuera. Se escapa de un convento en el actual barrio donostiarra de El Antiguo a los quince años, se viste de hombre y a partir de entonces "empieza una vida de aventura, de muertes, lances, romances y pleitos". Lucha a las órdenes del rey en Chile, contra los Araucanos, y en una de estas batallas se descubre su condición de mujer. "Entonces hace la famosa declaración de Huamanga (Perú), se confiesa al obispo, que no sabe muy bien qué hacer. Todas las cortes se disputan recibirla. Es el Barroco, que tiene gran aceptación por los fenómenos extraños, por lo diferente. Se empieza a ver una nueva manera de ver el mundo muy balbuceante y ella les parecía una cosa extraordinaria. Va a Lima, a Madrid, se entrevista con Felipe IV y el condeduque de Olivares, y acaba en Roma, donde el Papa Urbano VIII, no se sabe muy bien por qué -es uno de los grandes enigmas de la novela- le da permiso para vestir de varón y para comportarse como tal, cuando el travestismo estaba completamente prohibido y penado, más en los hombres. A algunos travestis se les llega a ejecutar".
Tomar las vestimentas masculinas no es un hecho aislado en la época, forzado por la coyuntura. "Las mujeres estaban tan oprimidas en aquella época, tan abocadas a un destino de enclaustramiento, que una de las pocas maneras que tenían para hacer cosas tan cotidianas como ir de un pueblo a otro, por ejemplo, era vestirse de varones, para evitar que las violaran por el camino, que las agredieran. Era bastante común. En la literatura de la época, la mujer que se viste de hombre es lugar común. Está presente en un montón de comedias".
Juana Inés de la Cruz -"en México es casi como aquí Cervantes, le llaman la musa del ingenio"- también toma rasgos masculinos, pero, sobre todo, se colocará otro disfraz. "Para mí es una feminista que se adelanta a su tiempo. Es hija de un comerciante rico de Bergara y de una india náhuatl. Desde pequeña muestra una capacidad intelectual fuera de lo común, aprende un montón de idiomas por su cuenta, sin ir a la escuela. Incluso se vestía de hombre para poder ir a las clases de la universidad del pueblo. Era de una gran belleza y tenía muchos pretendientes a los cuales iba rechazando uno tras otro. Ese es otro tópico de la literatura de la época, la dama que se hace de rogar, pero en el caso de Juana es evidente que no quería casarse porque el matrimonio le suponía renunciar a lo que ella quería hacer". Lo que quería era escribir y estudiar, navegar ese momento de apertura. "Consigue entrar en un convento, tiene una planta para ella, con su biblioteca, su laboratorio. ¿Por qué? Porque una serie de mujeres de la época, la marquesa de Osuna, la virreina, la apoyan, en una manera indirecta de enfrentarse a sus propios maridos".
El convento no es, sin embargo, la panacea. "Tiene muchos problemas con los directores de su orden, que le llegan a prohibir que lea y estudie, y entonces escribe la Carta a sor Filotea -seudónimo para el obispo-, que dice algo así como me podrás prohibir leer, escribir, estudiar, pero nunca pensar". Pensar en la naturaleza, en lo que le rodea. Cualquier cosa es susceptible de pasar por el tamiz de intelecto y emoción.
México es telón de fondo. Y estos mismos temas, como pudo encontrarse Ibarrondo en su estancia y en sus investigaciones posteriores -dos años de trabajo- están presentes en la actualidad. "Hay una tradición de travestismo, incluso inserta en la tradición indígena -aparece algo en la novela- con los muxes. Dentro de la cultura zapoteca, en una nación indígena de Huajaca y en otros estados del sur, existe esta figura del hijo pequeño que se queda a cuidar a la madre y, de alguna manera, se feminiza, se concierte en un muse. No diría que es un transexual, es un hombre afeminizado. En la actualidad se han convertido en un símbolo del movimiento LGTB y trans. Ellos mismos han tomado conciencia de lo que son e incluso tienen un desfile en las cruces de mayo".
El travestismo, la transexualidad el transgénero, que parecen muy recientes, discurren socialmente desde antaño. Por eso la novela ha permitido al escritor gasteiztarra percatarse "de que es una característica de las personas, una manera de ser desde tiempo inmemorial en diferentes culturas". Una realidad de la que Catalina de Erauso, reflejada en libros, dramas y películas, ha vuelto a convertirse en icono, tras muchas perspectivas. "En el Romanticismo, por ejemplo, la convierten en damisela heroica y frágil, cuando Thomas de Quincey escribe La monja alferez. Luego, en el siglo XX la medicalizan, y hay un montón de psiquiatras y psicólogos que intentan descubrir qué enfermedad tiene esta mujer, y eso que si de algo goza es de buena salud, mental y física. Hablan de hipertiroidismo... Es esa mezcla que tiene el XX de patologizar y de darle una explicación a todo. Y al final del siglo, primero el movimiento feminista la vuelve a reinterpretar como símbolo de la liberación de la mujer, y la última gran interpretación es la del movimiento LGTB, transgénero, que la convierte en un símbolo de su propio movimiento".
Ese crisol de miradas es el que movió los primeros pasos del trabajo de Ibarrondo, que el martes redundará en esas múltiples interpretaciones en la presentación del libro en Montehermoso, a las 19.00 horas, con performance de Sejo Carrascosa y Natalia Arbizu, Arakis como maestro de ceremonias y un vídeo sobre la metamorfosis de Gentzane Martín. "Me gusta mucho esa idea de que, al final, lo de menos es la persona, y es más importante cómo se interpreta el personaje, lo que nos hace pensar. ¿Qué nos hace ver? Yo la conclusión que saco es que esas ideas de lo masculino y lo femenino, de identidad de género, no están definidas tanto -y mucho menos exclusivamente- por lo biológico, sino también por el contexto cultural y social de cada momento. Una situación dada se interpreta de forma radicalmente diferente en función del momento de la historia".
El autor se niega a desvelar cómo se produce el encuentro entre ambos lados del mismo espejo, pero si asegura que ha intentado "hacer una novela ágil, que se lea fácil, para todos los públicos, muy documentada pero sin caer en el historicismo". Una novela que comienza con una disección, porque la concepción científica del sexo y el género en el XVII ejerce como telón de fondo, con la teoría del sexo único. Dibujos de la época han servido a Juan para ponerse en situación, con descripciones de encuentros en que los alumnos, a modo de anfiteatro, seguían desde el palco las disecciones de cadáveres. "Lo llamaban teatro anatómico y era curioso porque parecía un espectáculo. Todavía es un momento en que la ciencia tiene un punto teatral, de entretenimiento. Caspar Bartholin, Gabriel Falopio, son los que descubren la anatomía femenina. Es cuando se descubre el clítoris. Ambroise Paré decía que es posible que una mujer, si tiene un comportamiento muy masculino, exude el pene y los testículos. Tenía un caso de una campesina en Francia que le pasó eso. Y a pesar de eso siguen manteniendo la idea del sexo único, que es lo que decían Aristóteles, Galeno, Hipócrates. Hay uno solo, que es el masculino, y el otro es una imperfección de éste. El contexto cultural, la manera que tienes de ver las cosas, importa más que lo que estás viendo, aunque veían que el útero es como el pene al revés y los ovarios los testículos que no se han exteriorizado".
Para profundizar en el tema, Juan -que prepara la segunda parte de Retazos de la red y un corto- recomienda La construcción del sexo, de Thomas Laqueur. Y apunta algunas conclusiones que ha sacado con su trabajo. "Los conceptos de masculino y femenino, que a veces pensamos que vienen dados por la biología, inmutables, esas líneas entre las identidades de género, son más permeables de lo que pensamos, en la línea de lo que escribe Judith Butler, teórica queer. He profundizado y me he reafirmado en lo que dicen ella y otras escritoras, lo he visto yendo hacia el pasado, con esa manera tan diferente de entender la identidad de género que tenían". Mirar al pasado. Dejar de que dos figuras del pasado se miren. Escribir los brillos de esos ecos. Una Metamorfosis que se disecciona en forma de páginas.