"GIPUZKOA: el punk no ha muerto". Un titular formado por un collage de letras recortadas de una revista acompaña a una foto en blanco y negro de RIP. Rodean la imagen proclamas garabateadas con tinta negra, reflejo del espíritu y del ambiente de los años 80. "Destruye el poder, no la gente" o "En nombre de la paz: muerte nuclear", dicen esos lemas. La mirada se dirige entonces hacia la entradilla que precede a un completo artículo sobre los grupos de este estilo musical existentes en el territorio. "El punk que se hace en Guipuzcoa es denuncia y es protesta. Vivimos en continua tensión, es la era del descontento. Cuanto mayor sea el número de parados, mientras no haya libertades, surgirán más y más punkies".
Está demostrado. Cualquiera que se encuentre con una página de este tipo se queda prendado ante lo que ven sus ojos. Y se trata solamente de un ejemplo de los muchos reportajes publicados por la revista Muskaria (1980-1987), una auténtica enciclopedia de lo que se cocía en la olla musical a presión de Euskadi en aquellos años, reeditada recientemente por el colectivo cultural Banizu Nizuke.
idea de la reedición
"Contenidos de gran interés"
Los efectos alucinógenos de esta publicación son comparables a las del hongo en el que se inspira su nombre, la Amanita Muscaria. Se dice que esta famosa seta, reconocible por su sombrero de intenso color rojo y granulaciones blancas, usada desde la Antigüedad como droga visionaria y psicoactiva, paraliza a las moscas que se posan sobre ella. Los insectos quedan momentáneamente inmóviles ante la esencia de esta singular especie.
Como moscas cayeron también los miembros de Banizu Nizuke ante el embrujo de Muskaria mientras trabajaban en el proyecto Portu Sound, catálogo de carácter historiográfico sobre las bandas de música de Portugalete (1962-2009). "A la hora de recabar información sobre los grupos, la revista nos sirvió como auténtica enciclopedia. Pero nos dimos cuenta de que tenía un punto fetiche. Lo conservaban muy pocas personas, a pesar de que guarda contenidos de gran interés", relata Olaia Cervera, miembro del colectivo portugalujo.
Así fue como surgió la idea de reeditar la colección completa de la revista, lanzada en 1980 por Roge Blasco, Oscar Amézaga y Pedro Mari Azkorra. Tres décadas más tarde, la primera publicación dedicada enteramente a la música hecha en Euskal Herria vuelve a la luz en una caja compuesta por los 30 números de su historia, acompañados de un nuevo cuadernillo especial en el que los colaboradores habituales de Muskaria recuerdan sus vivencias. Una nueva oportunidad para conocer la revolución que vivió la escena musical vasca en los 80, que dio un enorme brinco que le llevo desde la canción popular al Rock Radical Vasco, al punk, al Donosti sound, al heavy y a la movida rocker, al primer ska y a la Euskadi Tropical, entre otros.
En 1980, el periodista radiofónico Roge Blasco cursaba tercero de periodismo en Leioa -la primera promoción de la UPV- cuando se encontró con un dilema. Quería hacer prácticas en un medio, pero le resultaba imposible porque no tenía curriculum. "Así que decidí inventarme una revista. Pude unir mis dos grandes aficiones: la música y las revistas -solía hacerlas manualmente para mis primos-", recuerda. El locutor confiesa que no tenía "ni idea" de cómo dar forma una publicación, "ni de hacer entrevistas, ni de diseño".
Pero su acierto fue observar "un vacío". "Se estaban creando grupos como Itoiz, Haizea y otros, pero apenas existía espacio para ellos" en la prensa tradicional, según completa. Se le unieron a la aventura sus amigos Oscar Amézaga, que "comenzaba a representar a varios grupos como Zarama", y Pedro Mari Azkorra, economista y estudiante de Periodismo, que se encargó de llevar las cuentas. No tenían muchas referencias, porque apenas se publicaban fanzines en aquella época, ni conocían la profesión. Así se lanzaron a aquel "mundo desconocido". Amézaga les prestó "40.000 pesetas de aquel entonces, para pagar la imprenta" y la revista echó a andar.
La Amanita Muscaria se cruzó entonces en su camino, porque "Oscar solía andar buscándola por ahí", relata Blasco, entre risas, y la revista fue bautizada Muskaria. Kalean musika. "Nos gustaba el nombre, porque era una palabra fácil. Tenía connotaciones misteriosas, campestres y un poco psicodélicas. Y nosotros siempre hemos sido un poco psicodélicos", explica.
primera acogida
"Sonaba como extraterrestre"
El aspecto visionario de aquel nombre se cumplió, porque las gentes de la época alucinaron, por decirlo de alguna manera. Tal y como rememora el fundador de la revista, "nadie" creyó en ellos al principio. "Creían que era una cosa muy marciana. Sonaba como extraterrestre, porque no había nada parecido". Aun así, siguieron adelante. El propio Blasco se encargaba del diseño, pegando tiras de texto en las maquetas preparadas en la imprenta. "Con las letras que cortaba de otras revistas hacía los titulares", añade.
Muskaria fue bimensual al principio. Blasco, Amézaga y Azkorra se implicaron "totalmente" y de forma "altruista" en el proyecto -las entradas de dinero servían para cubrir las tiradas-, hasta el punto de que vendían el producto en la puerta de los conciertos. Y la fría acogida inicial se disipó con el tiempo; los 2.000 ejemplares de tirada pronto comenzaron a venderse.
Por su páginas pasaron figuras y promesas, grupos incipientes y bandas consolidadas de la música, tan distintas todas ellas, como Juan Carlos Pérez (Itoiz), Ruper Ordorika, Benito Lertxundi, Niko Etxart, Zarama, La Polla, Hertzainak Mixel Ducau y Las Vulpes, por citar algunos. La música foránea también tuvo su lugar, en un abanico que va desde Alan Stivell y Silvio Rodríguez hasta The Cure y Def Leppard. Muskaria recogió así la revolución musical y social de los convulsos 80. "Lo dice el subtítulo, Kalean Musika: contábamos lo que pasaba en la calle", subraya Blasco. El panorama artístico vasco dirigía su rumbo hacia nuevas fronteras. Desde la canción tradicional y política al rock. Los primeros discos de Ruper e Itoiz, el folk-rock de Haizea (encabezado por Txomin Artola), y el rock de Errobi, desde el otro lado del Bidasoa, habían actuado de acicate. "Cosas que nunca se habían hecho en euskera. Nos impresionaron profundamente", destaca el periodista.
Blasco recuerda aquellos años con gran placer, porque fueron momentos vividos "en plena juventud" y porque participaron en "una pequeña revolución cultural". "Había mucho romanticismo, rebeldía y anarquía", resalta. Un espíritu que vuelve a eclosionar en la tierra que lo vio nacer, cual Amanita Muscaria.
Olaia Cervera, de Banizu Nizuke, resume el valor de la revista en la "gran pasión" que rezuman sus páginas. En la actualidad, hacer algo así sería más fácil desde el punto de vista material. "Pero esta revista tiene esa originalidad que hemos tratado mantener. Un estilo de fanzine, auténtico y libre, con sus erratas y titulares recortados. Hoy día las cosas son tan perfectas que es bonito encontrarte con algo así", aprecia.