bienvenido Mister Sojo... A pesar de la predilección por Berlanga, es tarde para la fórmula. Desde hace casi dos años el realizador laudioarra -a la sazón, profesor del campus alavés- viaja al frente del programa cultural del recinto universitario. El que tantas veces ha ejercido como espectador de un concierto y, todavía más, se ha sentado en una butaca de cine para soñar con imágenes, tiene ahora la oportunidad de diseñar un proyecto continuado de programación cultural que ha cambiado parte de sus formas de la mano del autor de Cien maneras de hacer el pollo al txilindrón. Una programación que acumula cinta a cinta, directo a directo, función a función, un pequeño fondo. Para público universitario... Y para todos los públicos.
Amaia Ibarraran cedía el testigo y Kepa Sojo recibía la oferta. En sus manos, siempre ocupadas en múltiples proyectos -desde la dirección audiovisual hasta la impartición de conferencias, pasando por sus clases-, quedaba la posibilidad de coordinar el ciclo de conciertos, de proyecciones de cine y de sesiones de teatro del campus, además de la organización de muestras y del impulso a congresos o encuentros temáticos de toda índole, siempre y cuando se desarrollen en el ámbito del campus o de la capital alavesa. Kepa -como no podía ser menos- no tardó en encuadrar...
música en directo
De lo local a lo internacional
Kepa no se pierde ni una de las veladas del Pabellón Universitario. Bueno, salvo que compromisos profesionales se lo impidan, como ha ocurrido en un par de ocasiones. Por eso recuerda muy bien cómo "a los primeros conciertos no venía ni Blas", algo que puede meter el miedo en el cuerpo a cualquier programador. Su sello en el apartado musical de Kultur Campus ha sido ampliar las fronteras del pentagrama, comenzar a crear la dinámica de hacer pasar las giras de diversas bandas internacionales por Gasteiz, con rock e indie -en general, salvo excepciones- como principales señas estilísticas.
Manteniendo un espacio para la partitura local -el último ejemplo, Antton Aranburu y sus Bidaiari Bakartiak-, la apuesta aprovecha ahora para conjugarse, sobre todo, desde acentos extranjeros. "Los miércoles a las siete es un día muy bueno, entre dos fines de semana, para poder traer a grupos que tocan el viernes o el sábado en Madrid y Barcelona; además no suele haber otras cosas programadas para ese día", explica Sojo. Las bandas tocan pronto, aprovechan su estancia estatal para ofrecer más bolos y de paso conocen un poco más de mundo más allá de los destinos tradicionales de las giras.
Si Helldorado, Jimmy Jazz, Ibu Hots, Gora o Artium se encargan de las propuestas otros días de la semana, Kultur Campus hace lo propio los miércoles, proponiendo "a gente que no está muy vista en Vitoria, a grupos muy interesantes". El titubeo inicial sólo fue un espejismo, porque, una vez afianzada la rutina -Sojo recuerda el punto de inflexión con de The Sparteens, que incluyeron un concurso de twist en pleno concierto-, "ya hay gente que no se pierde un solo bolo y, salvo algún que otro grupo español, casi todos están llenos".
Él mismo sólo ha fallado con Los Fontane y Emma Pollock, algo que le ha permitido conocer a todos los protagonistas -"procuramos que para ellos no sea una cosa impersonal"- y vivir muchos momentos insólitos. "Lo de Esne Beltza lo he visto muy pocas veces", recuerda. Con un Pabellón Universitario a reventar, Sojo y el bedel del edificio se vieron obligados a ejercer de porteros e ir alternando a una fila de doscientos jóvenes que iban entrando y saliendo, a turnos, para asistir al menos durante un rato a la velada sin saltarse el aforo. "Recuerdo que, con su edad, cuando nosotros íbamos a conciertos de La Polla o de otros grupos, éramos unos desgraciados, pero ellos tuvieron un comportamiento exquisito".
La intención es continuar esta línea de trabajo, que ha demostrado -la cerveza barata es un punto a favor- dar en la diana con propuestas como la de María Rodés -explotó popularmente justo poco después de su paso por el ciclo-, y conseguir traer a grupos que han estado a punto de venir o que entrarían dentro de las coordenadas del programa. Le queda la espina clavada de The Primitives, que al final suspendieron su visita a la capital alavesa. ¿Y por qué no unos Nada Surf en el recinto universitario?
ración de pantalla
Cine cíclico y Cortada
Una de las primeras cosas en las que Kepa Sojo pensó al aceptar el cargo de coordinar Kultur Campus fue en realizar un rescate. "Se me encendió una lucecita y me dije si hay presupuesto podemos recuperar Cortada". Dicho y hecho. El festival de cortos, que por entonces estaba recién clausurado, volvió a la acción dentro de un apartado, el de cine, que no podía sino estar especialmente mimado en manos de un realizador y especialista en casi todas las ramas del séptimo arte.
Al margen del festival de cortometrajes , durante el curso audiovisual sucesivos ciclos temáticos alimentan al espectador con "películas que no se pueden ver ni en el cine comercial ni alquilándolas en el videoclub", cintas que han llegado gracias a colaboraciones con entes tan diversos como Medicus Mundi, el Instituto Polaco o la Embajada Francesa, y que pronto viajarán hasta Ruanda o el universo del rock&roll.
La decisión de llevar el ciclo Campus V.O. hasta las pantallas del centro de la ciudad no ha podido ser más acertada. Quien visitó en su tiempo los ciclos programados en las noches de los lunes en Peritos podrá corroborar que, a pesar de la buena programación, las citas quedaban más que desangeladas. Sin embargo, las proyecciones de los jueves -y eso que es un día con muchas actividades paralelas- en los cines Florida triunfaron de entrada consiguiendo llenos.
La nueva decisión de cobrar un precio simbólico en taquilla (1,5 euros) pareció hacer descender las grandes asistencias de la primera temporada -gratuita- de Sojo al frente -nueva inquietud-, "pero ya está afianzándose de nuevo", explica el director de El síndrome de Svensson, que, cuando puede, suele acercarse a ejercer de presentador de las veladas.
teatro universitario
Pequeño pero telón
Las posibilidades escénicas del Pabellón Universitario son las que son. Así que la faceta teatral de Kultur Campus ha decidido adaptarse a ellas. "Traemos cosas pequeñas, con dos o tres personajes y con poca parafernalia", explica Sojo, que sitúa el tono de las representaciones cercano a libretos ligeros, generalmente con el humor como llave. Ya hay otros espacios en Gasteiz dedicados a acoger teatros más mayúsculos, así que "no hemos tenido cosas más solemnes ni queremos competir con nadie".
Si música y cine son los dos principales caballos de batalla, teatro, exposiciones y congresos de todo tipo suponen trazos paralelos en el lienzo de Kultur Campus, que no busca sino "seguir en la misma línea de programación", continuando en esa dinámica que abre el campus a la ciudad y la ciudad al campus. "Estamos contentos con el hecho de sacarlo y romper esa barrera de las vías".
Y es que muchas son las vías para abrir la cultura en las universidades. Matricularse no es sinónimo de poseerla. Estudiar no es lo mismo que saber. Tan importante como contar con un buen programa lectivo y completos profesionales que lo impartan es gozar de un asueto paralelo que permita conocer expresiones anexas y socializar. Estar juntos, vamos, que es lo que en definitiva busca Kultur Campus.