MADRID. Josefina Molina fue la primera licenciada en la Escuela de CinematografÍa pero ha dedicado más de la mitad de su vida profesional al teatro y, en concreto, a dirigir una obra, Cinco horas con Mario, una "entrega" que no sólo no le pesa sino que le ha permitido "el privilegio" de ver cómo se gesta un clásico.
"He tenido la suerte de resucitarla ya en cuatro ocasiones, un proceso muy curioso porque he visto cómo se convertía en el gran testimonio de una época, en un clásico", explica Molina (Córdoba, 1936). Cinco horas con Mario, la novela que Miguel Delibes publicó en 1966 y que se convirtió en obra de teatro con Lola Herrera de protagonista, José Sámano de productor y Molina de directora en 1979, se estrenará en Madrid en la que es su cuarta "resucitación", la próxima semana en el Teatro Reina Victoria tras haber pasado ya por Valladolid y Sevilla, entre otras localidades.
Esta vez hay un cambio sustancial: la protagonista no es Lola Herrera (Valladolid, 1935) sino Natalia Millán (Madrid, 1969), que le da al personaje de Carmen Sotillos un toque "crítico y patético" que conmueve y hace reír, destaca Molina. La directora revela que cuando Herrera -que ha interpretado unas 2.000 veces el papel (en 1979, 1989, 1999 y 2004)- le dijo que no se volvería a subir al escenario a hacer de Carmen la entendió "perfectamente" porque también ella pensó en no dirigirla más. "Comprendo que Lola quiera cerrar ese ciclo y que el texto siga su vida, que sea libre, y con una protagonista de la edad en la que pensó Delibes, es decir, alguien de poco más de 40 años. Yo hubiera querido dar paso a otro director, apartarme como Lola y sentarme a mirar, pero Sámano se empeñó y, además, parece que Delibes quisiera que fuera yo, así que...", asume. Lola, dice, hizo "un gran acercamiento" al personaje, que le era muy próximo, mientras que Natalia, mucho más joven y sin esa experiencia vital, "ilumina el texto de otra forma".
En esta "revisitación", fruto del deseo de Sámano y del propio Delibes, han querido resaltar que, sin ser una obra política, sí está dentro del contexto político, que, precisa, no es el de la posguerra sino el posterior, el del desarrollismo. "Ambiciones, zancadillas, trepas, liberalismo versus tradicionalismo... En fin, algo que está muy de actualidad. No es una obra políticamente correcta aunque lo que Carmen dice lo piense mucha gente. Es todo muy gráfico, muy próximo, muy de imagen", sostiene.
"La obra tenía antes una carga sentimental muy fuerte porque mucha gente había vivido aquello y muchos conocían alguna carmen. La española era así y la culpa la tenían en buena parte los hombres porque le habían quitado inteligencia, voluntad e independencia".
Cree que las españolas ya son "mayores de edad" pero que se enfrentan a muchos "peligros y trampas", por eso ella batalla desde la Asociación de Mujeres Cineastas y de los Medios Audiovisuales (CIMA) por la visibilidad, por romper unos "techos de cristal" que hacen que "mujer y bajo presupuesto" vayan de la mano en el cine español. "Si vamos en el mismo barco, que nos dejen llevar también el timón", proclama. Se reclama "subversiva" porque, afirma, eso es lo único que hace que la sociedad avance, y quiere estar alerta ante los engaños, sobre todo los del mercado, que, afirma, "nos seducen y nos conducen a abdicar de nuestra dignidad", aunque cree que en la actualidad "lo verdaderamente subversivo es el sentido común".
La obra estará en cartel hasta finales de febrero en Madrid y luego emprenderán una nueva gira, una excusa más -se ríe- para no terminar el libro que empezó hace varios años. "Es que la vida te lleva y hay que vivir", resume.