CADA paso es una elección. Hay quien no se atreve a darlos. Y quien ni siquiera encuentra su camino. Cuando Noemí Viana lo sintió dentro, no lo dejó escapar. Dio el paso y ahora llegan los posos. Pasos de danza, posos de reconocimiento. Seis premios en el Certamen Coreográfico de Madrid -por su trabajo junto a Jesús Rubio- certifican que lo de esta bailarina vitoriana no es sólo pasión. También hay talento germinado desde el juego. Porque moverse es jugar y cualquier camino se puede recorrer bailando. Sólo basta escuchar al corazón. Dejarse llevar.
Noemí escuchó la llamada en su Donosti de adopción. La melodía llegaba de Portugal. "Me fui de Erasmus a Lisboa y, dentro de la Facultad de Deportes, había un área de danza. Cogí varias asignaturas. Siempre lo había tenido dentro, pero no me daba cuenta. Allí me junté con gente, montamos un grupo y creamos una pieza en la playa para verano. Me quedé un par de meses e hicimos unas cuantas más por playas. "Qué divertido, qué divertido!". Cuando se acabó, volví a Donosti, empecé a trabajar, pero ya se me había metido el gusanillo. "Qué divertido esto de la danza". Y me dije "no puede ser, no puedo evitar esto, hay que escucharlo; vamos a probar y si sale bien, bien, y si no pues nada...".
De pequeña, hacía gimnasia rítmica. Luego salseó con el deporte. Acabó el IVEF. Y llegó el instante de escoger. De dar el paso o no. "Me dije "he hecho lo que tenía que hacer, me voy a regalar un año para aprender a bailar". Mi madre se llevó las manos a la cabeza, "esta hija se ha vuelto loca". Al final te metes en la boca del lobo, más danza, más danza, y aquí estamos, con la danza dando vueltas". La boca del lobo era The Place, la escuela de Londres donde pasó dos años y medio. Donde a su camino se unió el del bailarín y coreógrafo madrileño Jesús Rubio. "Estábamos estudiando e hicimos un proyecto en México, donde estuvimos dos meses. En varias estancias intensivas que hemos vivido siempre teníamos la idea de hacer algo juntos...".
Y juntos han gestado PI-20, que ha copado un palmarés madrileño -más de doscientos proyectos recibidos- con galardones versátiles. "Lo bueno de este certamen es que no hay solo primero, segundo y tercero, sino que hay muchas entidades vinculadas y cada una decide su propio premio". Además del tradicional impulso económico, dos residencias -Barcelona y Bassano del Grappa (Italia)- y una beca para un festival vienés completan la maleta de vuelta del dueto, que ha hecho converger todas las opiniones. Primer premio del jurado, premio del público y premio de la crítica. "No sabemos muy bien qué tiene la pieza, pero es un orgullo muy grande".
No sabe el secreto, así que proponemos un movimiento hacia atrás, hacia adentro, para captar su esencia. En 2008 Gobierno Vasco concedía a Noemí una ayuda para un proyecto de videodanza. Mezclada con una residencia que Jesús obtuvo en otro concurso, "nos encerramos unos días en Alcalá de Henares, creando personajes, movimiento... Lo grabamos en la Ziriza Etxea de Trintxerpe, en un vídeo de cuatro minutos".
El DVD pasó el corte, con trece proyectos más, y a principios de este mes llegó la fase final. "En el certamen mucha gente nos decía que se veía en escena que teníamos muy buen rollo, que nos llevábamos bien, y eso traspasa a veces la interpretación, es muy importante el entendimiento; se ve luego en escena. Esto es lo primero que hacemos juntos y ha sido una sorpresa todo lo que ha pasado".
PI-1, PI-2, PI-3... PI-20 es un juego. Y el concepto lúdico es la raíz del proyecto. "Siempre andamos jugando y la pieza, sobre todo al principio, parte de juegos infantiles: el de pillar; el escondite; piedra, papel o tijera... Está esa parte graciosa, un poco cómica incluso, y luego hay una segunda que es más seria, más oscura por así decirlo". Ahora confían en poder girar la pieza, a la espera de las propuestas de los ojeadores que visitaron el certamen. Ya han empezado a llamar. Media docena de premios se convierten en un gran aval. "Andamos esperando a ver si sale trabajo, creando un dossier, enviándolo a sitios..., haciendo un trabajo un poco de oficina, que es un poco más rollo. Pero al final hay que saber hacer de todo".
De hecho, en esta pieza la bailarina también ha coreografiado. Y el coreógrafo ha bailado. Cerebro y corazón han combinado funciones. "El trabajo de creación ha sido de los dos, al cincuenta por ciento. Él aporta, yo aporto. Yo digo, tú respondes. Siempre en conjunto. Nadie era más que nadie. Dos amigos que se juntan a hacer algo. Es de los dos. Los premios los vamos a disfrutar ambos. Y vamos a intentar seguir haciendo cosas nuevas, porque hemos visto que tenemos un algo. A ver hasta dónde somos capaces de llegar".
Salió de Gasteiz. Estudió en Donosti. Viajó a Lisboa. Apostó por Londres. Probó en México. Creó en Alcalá. Ha vencido en Madrid. Viajará a Barcelona. Al Venetto. A Viena... Todos los caminos empiezan igual. Con el primer paso. Y Noemí ha dado muchos. "Empecé a bailar muy tarde, a los 24 años, y fue decir "esto es lo que estaba buscando, esto es lo que me apasiona, lo que me hace feliz".
Hasta el verano, cuando lleguen las residencias, no le faltarán felicidades paralelas. Trabajará de nuevo con Asier Zabaleta. Y con Eneko Gil, Eñaut Muñoz y Mikel Ugarte fundirá danza y txalaparta. "La danza es siempre así, miles de proyectos a la vez. De una sola cosa no se puede vivir. Es un poco locura". Mientras tanto, comenzará a dar forma, junto a Jesús, a sus nuevos pasos. PI-21, PI-22, PI-23... "Queremos mantener los dos personajes que sin querer hemos creado, creemos que son la magia de la pieza. Esos dos bichitos que van vestidos igual y que, de repente, descubren que uno es chico y otro chica. Es un poco una denuncia a la importancia que le damos al género. Si se ponen a currar un chico y una chica, ella siempre tiene la carga de ser mujer y él la de ser hombre. Aquí somos un chico y una chica, pero queremos neutralizar los géneros, los sexos... Me interesaba esa idea. Cogeremos esos personajitos y a ver hasta dónde nos pueden llevar, seguro que tienen más cosas que decir. A ver Italia qué nos ofrece, Barcelona...". La danza es un juego lleno de pasos. Un juego del que Noemí decidió no pasar. Por eso va ganando.