EL RESTAURANTE

Cuatro días después de conocer la noticia, todavía no habían tenido tiempo de celebrarlo. Y no hay duda de que la ocasión lo merece. El pasado jueves recibían la buena nueva: a partir del próximo año el restaurante Ikea ostentará su primera estrella Michelin, la segunda en el firmamento gastronómico gasteiztarra. Un reconocimiento que, tal y como asegura su propietario, José Ramón Berriozabal, aún no han podido asimilar. "Nos lo comunicaron en pleno servicio y con el fin de semana no hemos tenido ni un minuto para pararnos a pensar".

La noticia les pilló totalmente desprevenidos. Están muy orgullosos y al mismo tiempo, sorprendidos. Y es que, "para nada" se lo esperaban. "Alguna vez, gente relacionada con el ámbito gastronómico nos había comentado que le resultaba extraño que no tuviéramos una estrella. Sin embargo, en esta ocasión no sospechábamos nada", afirma.

Para José Ramón, la estrella Michelin supone "un reconocimiento al restaurante Ikea, a todos los que formamos parte de él, --es decir, profesionales, clientes, prensa especializada...- ya que entre todos hemos sabido hacer buen uso del espíritu Ikea. A su juicio, esta distinción que les sitúa entre los grandes de la cocina "no sólo hace referencia al ámbito gastronómico, sino también a la decoración, ambiente, limpieza, servicio, bodega, salas? Alberga una visión global del establecimiento".

evolución constante

Fusión de tradición y vanguardia

Fundado hace 33 años, el restaurante Ikea ha estado desde sus orígenes entre los mejores restaurantes de la capital alavesa. Una trayectoria en la que han tenido la oportunidad de demostrar su talento, pero también su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Los primeros años apostaron por una cocina tradicional, siempre obsesionados con ofrecer un producto de primera calidad. Una condición indispensable que han mantenido y a la que han dotado de nuevos enfoques. "Salir fuera y comprobar in situ qué se estaba haciendo en países como Japón o París nos hizo reflexionar sobre nuevas técnicas y formas de presentación".

Conocer otras culturas gastronómicas les abrió la mente, pero sin duda fue la remodelación del establecimiento, llevada a cabo por Javier Mariscal y Fernando Salas, la que supuso un cambio definitivo. "Cuando decidimos renovar el restaurante, hace cuatro años, nos embarcamos también en un replanteamiento de nuestra filosofía. Queríamos ser capaces de plasmar en cada plato el ambiente creado por Mariscal". De esta evolución surge una forma de entender la cocina que combina tradición y modernidad. Así, se mantienen los productos de primera calidad y es en la técnica y en la puesta en escena donde se da rienda suelta a la imaginación.

Si tuviera que quedarse con tres claves de su éxito, para José Ramón sería "la calidad, amabilidad y mucho cariño". Y es que para ellos, los clientes también son parte fundamental de este reconocimiento, ya que según confiesa su máximo responsable, "hemos aprendido mucho de los clientes y su aportación ha sido fundamental para nuestra evolución".

Con una estrella Michelin el futuro pinta muy bien para este restaurante vitoriano. "Queremos seguir por el mismo camino que hasta ahora, aunque trataremos de mejorar ciertos detalles". De lo que no tiene ninguna duda es que serán coherentes con su personalidad y con el estilo Ikea. Una marca que ya brilla con luz propia.