londres. El marido de la reina Isabel II de Inglaterra sigue acaparando titulares. Ser la sombra de su graciosa majestad parece que no va con él y no duda en hacer comentarios fuera de tono para obtener sus minutos de gloria. La última salida de tiesto del consorte no se ha hecho esperar. Su peculiar sentido del humor le ha dejado más de una vez en mal lugar. La última vez fue este mismo jueves. A Felipe de Edimburgo no se le ocurrió otra cosa que preguntar a la líder tory escocesa, Annabel Goldie, sobre su ropa interior.
En un acto oficial posterior a la recepción ofrecida en el palacio escocés de Holyrood House al Papa Benedicto XVI, de visita oficial en el Reino Unido, el príncipe departió con los dirigentes políticos locales. Observó que el líder escocés del Partido Laborista, Iain Gray, llevaba una corbata con el tartán (estampado de cuadros escoceses) diseñado especialmente para la visita del Pontífice y, al entablar conversación con su colega conservadora, Annabel Goldie, que estaba al lado, le espetó: "¿Y tú también llevas las bragas hechas de esto?". Manteniendo la compostura, Goldie contestó al príncipe, conocido por sus meteduras de pata: "No puedo hacer comentarios. Y si las llevara, no podría de ninguna manera enseñarlas".
Poco antes, la Reina había sido más diplomática con el Papa, aunque también le abordó en tono informal. En una breve conversación con el Pontífice a su llegada al Palacio de Holyrood, en Edimburgo, Isabel II comentó "lo pequeño" que era el coche oficial con el que el jefe de la Iglesia católica había llegado allí desde el aeropuerto. "Habrá ido apretado", le comentó la soberana.
Pero esta no es ni la primera ni la última ocasión en la que el entrañable abuelo de Guillermo y Enrique, sacude con sus declaraciones o sus acciones a sus súbditos.
A sus 89 años, el príncipe ha protagonizado diversos episodios que han dejado asombrada a la opinión pública. En septiembre de 2008, cuando la crisis económica comenzaba a aflorar, a Felipe le entró el capricho de encargar a su sastre el arreglo de unos calzones que usaba desde hacía 51 años. Conocido por su austeridad extrema, el marido de la reina, que dispone anualmente de más de medio millón de euros para sus gastos, dio ejemplo y lo sigue dando al utilizar el traje con el que contrajo matrimonio en 1947 para las ceremonias navales.
Pero, probablemente, uno de los hechos que más recuerdan por su repercusión fue el que protagonizó durante la visita del matrimonio Obama al Reino Unido. Al parecer, cuando se entrevistaba con la reina Isabel II de Inglaterra, el esposo de la soberana intervino en la conversación para decirles a sus invitados, medio en broma, medio en serio: "¡Seguro que les está costando mantenerse despiertos!". La salida de Felipe de Edimburgo hubiese podido quedar ahí, pero continuó cuando Barack Obama le contestó que ese día se había entrevistado ya en Londres con el primer ministro, Gordon Brown, el líder de la oposición, David Cameron, y también con el presidente ruso Dmitri Medvedev, y el presidente chino Hu Jintao, en una agenda cargadísima. Entonces, el consorte de la reina Isabel, ni corto ni perezoso, preguntó directamente a Obama: "¿Es que puede distinguirlos a unos de otros?". Obama y su mujer pusieron cara de póquer, disimularon y sonrieron levemente.