vitoria. Da vértigo la gira que tienen preparada los angelinos The Morlocks por territorio europeo. A casi concierto diario, la mítica banda de punk -envenenada de soul y psicodelia- promete hasta octubre cerca de una treintena de conciertos por diversos escenarios del continente, y uno de ellos será esta noche, a partir de las 21.00 horas, el de la sala Jimmy Jazz.

The Morlocks es una de las más misteriosas, respetadas y legendarias bandas de la escena garage punk americana, y ha estado fuera de los escenarios durante años. Un artículo publicado en Spin Magazine aseguró incluso que su cantante Leighton Koizumi estaba muerto. Pero el legendario frontman está vivo, y ha vuelto junto a su banda con más energía y actitud que nunca, proponiendo incendiarios directos por doquier.

Bobby Bones y Lenny Pops (guitarras y coros), Nick Joidain (bajo) y Mark Arnold (batería) son los nuevos compañeros de viaje de Koizumi, añadiendo una chispa particular a las antiguas canciones de The Morlocks, pero también a temas propios del nuevo proyecto.

El último trabajo de The Morlocks, sin embargo, no se rinde a temas míticos ni a temas nuevos de la agrupación. Lo hace a temas de toda la vida. The Morlocks homenajean a los artistas y a la música que les inspira, a los grandes de la escena blues-rock de un referencial sello de Chicago, Chess Records, revisitando a leyendas como Howlin" Wolf y Bo Diddley.

The Morlocks han creado The Morlocks Play Chess, un álbum de versiones para rendir su especial tributo a algunos de sus héroes musicales. El resultado es una colección que reúne hasta una docena de los más perdurables himnos de la discográfica norteamericana, que destila sudor, alcohol y nicotina, empapados de blues y garage.

Son canciones, de este modo, que representan himnos para The Morlocks, y que el quinteto ha querido cuidar e incluso, en algunos casos, mejorar. Sonny Boy Williamson, John Lee Hooker, Chuck Berry o Lowell Fulson son otros de los presentes en esta selección musical que se vuelve carne de versión para el grupo de Los Ángeles, dinamitador de la noche para las tablas de la sala Jimmy Jazz.

Aunque extraño en su fecha -un martes-, merece la pena acercarse hasta la sala de la calle Coronación para asistir a la fiesta de una banda llena de intensidad que promete música auténtica y espectáculo de primera clase.