Son ya nueve ediciones y el azkenero es una especie que se ha acoplado a la perfección al ecosistema gasteiztarra. Son multitud los que repiten año a año. Unos de aquí, otros de cerca pero también un buen número de ellos llegan desde todo el Estado y una larga lista de países del mundo. A fuerza de encontrarse en Mendizabala han conformado una gran familia con el rock como live motive. Pero también son unos cuantos los que se suman de forma puntual al Azkena movidos, como por ejemplo esta vez, por la presencia de sus bandas preferidas (Kiss ha arrastrado a muchos en este 2010).

En el recinto del macroencuentro tienen su punto de referencia. Pero el resto de la ciudad es también suya. Lo es gracias a los conciertos de la Virgen Blanca, pero además por los bares, restaurantes, lugares llamativos... "Con éste ya llevo cuatro veces aquí y cada año tengo cita obligada en el Casco; una vez coincidimos con un mercado y fue la leche, aunque eso del talo no me entró muy bien", dice entre risas Ricard, un catalán que en realidad llega desde Madrid, donde ahora vive. "Yo prefiero las grandes ciudades pero hay que reconocer que los días que pasamos aquí son una gozada", describe.

La especie de los azkeneros es de lo más diversa. Dicen que predominan ellos, pero hay mucho acento de mujer en este festival. Dicen que hay mucho viejuno pero la sangre nueva aumenta cada edición. "Lo bueno es que con todos puedes hablar de música, de rock. Eso es lo que tenemos en común y a partir de ahí las conversaciones dan para mucho", explica Pilar, una veinteañera de Gipuzkoa que repite por tercera vez. "Es un poco caro sobre todo lo de dormir en Vitoria por eso los dos últimos años hemos optado por el camping de Mendizabala, aunque os deberíais pensar arreglar un poco la zona porque no está como debería", critica "pero sin ofender a nadie ¿eh?".

Ellos dos se han estado moviendo los tres días por la capital alavesa. Pero los hay también que o no acuden a todo el festival o incluso únicamente vienen un día. "A mi me da igual dónde toquen pero si están los Kiss, ahí estoy yo", asegura David, un joven de Gasteiz que este año se ha estrenado en el ARF. "Por trabajo, por vacaciones, por dinero... Hasta ahora nunca había probado esto, pero esta oportunidad era única y me daba igual todo lo demás", dice.

Desde el Mundial de fútbol hasta la crisis, de todo se cuela en las conversaciones. Lo último es lo que más preocupa. "No da, macho; nosotros, este año, nos lo hemos pensado mucho porque, no es por nada, pero los hoteles cuestan un huevo; hemos renunciado a otras cosas como ir a Metallica al Rock in Rio o a AC/DC en San Mamés, pero el ARF nos ha dado muchas cosas buenas como para no venir, aunque el domingo (por hoy) salimos pitando para llegar a Aerosmith en Barcelona", apunta Javi, un zaragozano que regresa a Vitoria por quinta vez junto a Blanca, su mujer.

Ella, tal vez será por el nombre, está, mientras su marido habla, disfrutando de uno de los conciertos en el centro de la capital alavesa, en la plaza de la Virgen Blanca. "Estábamos un poco a la expectativa de lo que pudiera pasar con eso de la huelga de hostelería que leímos por Internet pero no hemos tenido problema al final", dice entre canciones.

El dinero (bueno, más bien la falta de él) contrasta con el gran número de conciertos de grandes bandas que, sumados a los festivales, se están organizando este año en el Estado. Y eso hace que más de uno tenga que hacer encaje de bolillos para cuadrar presupuestos. Eso es algo que destacan muchos asistentes al ARF. Hay quien pide que se rebajen casi por ley las entradas a las actuaciones, quien solicita un poco más de cordura a los promotores, quien se ha resignado a renunciar a cosas, quien... "Los que viven en Madrid y Barcelona puede que lo tengan un poco más fácil, pero los que somos de Vitoria o de Gijón, como vengo yo, tenemos muchos problemas para ver a determinada gente porque son muchos los gastos", apunta José, un comercial encantado de quitarse la corbata en Gasteiz y dejarse llevar. "Pase lo que pase, el Azkena es lo último a lo que voy a renunciar", dice. Y que sea por muchos años.