lisboa. El Salón de Honor del Ayuntamiento de Lisboa recibió ayer en una capilla ardiente que ha permanecido abierta al público hasta esta mañana los restos de José Saramago, a quien Portugal tributó un último y sentido adiós al que se sumaron autoridades e intelectuales de varios países. Hoy a las 11.00 horas se celebrará una ceremonia civil y seguidamente proseguirán los actos fúnebres en el cementerio del Alto de San Juan de la capital lusa, donde el cuerpo del Nobel será incinerado. La delegación española que asiste a estos actos estará encabezada por la vicepresidente primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que se prevé que llegue a Lisboa esta mañana.

El féretro de Saramago fue recibido ayer a las puertas de la Cámara Municipal por su alcalde, Antonio Costa, un gran admirador del escritor, al que acompañaron varios miembros del Gobierno portugués y la ministra española de Cultura, Ángeles González-Sinde, entre otras autoridades nacionales y de países lusófonos. Los restos del escritor, que llegaron en un avión de la Fuerza Aérea portuguesa desde la isla española de Lanzarote, donde falleció este viernes a los 87 años de edad, recibieron honores militares en el aeropuerto, en medio de un imponente silencio. Desde allí fueron trasladados hasta el Ayuntamiento por un cortejo fúnebre custodiado por un destacamento de motoristas de la Policía municipal.

Con un tratamiento propio de un dignatario del Estado, el cortejo fúnebre del único Nobel portugués pasó lentamente ante la sede de la Fundación José Saramago de Lisboa, situada cerca del aeropuerto de Portela. Cubierto por la bandera portuguesa, el ataúd, que fue llevado a hombros en el aeropuerto por un grupo de soldados hasta el coche fúnebre, fue introducido en el Ayuntamiento por otra guardia de honor en medio de los aplausos de los lisboetas concentrados ante sus puertas. Desde su salida de Lanzarote, donde el Nobel vivía desde 1993, acompañaron los restos a bordo del avión militar portugués la ministra lusa de Cultura, Gabriela Canavilhas, la viuda del escritor, Pilar del Río, la hija de su matrimonio anterior, Violante Saramago, y varios familiares y amigos muy cercanos.

dos días de luto nacional Numerosos ciudadanos hicieron cola frente al edificio municipal para dar su último adiós al premio Nobel de Literatura. Podían verse claveles rojos en solapas y vestidos, símbolo de la revolución de abril de 1974, y dos grandes fotografías del escritor con la frase "Gracias, Saramago" colgando en la fachada del Ayuntamiento. Los familiares del escritor fueron recibidos por el alcalde de Lisboa, que abrazó a la viuda y la hija del Nobel. A la llegada de la comitiva al Ayuntamiento también estaban la ministra española y su homóloga portuguesa y varias figuras políticas, intelectuales y amigos de Saramago.

Los empleados del Ayuntamiento lisboeta aseguraban ayer no recordar un homenaje similar al que se ha rendido a Saramago. El Gobierno del primer ministro socialista José Sócrates declaró ayer y hoy jornadas de luto nacional por la muerte de Saramago, considerado uno de los grandes referentes culturales de Portugal y el autor contemporáneo que más ha contribuido a proyectar mundialmente las letras lusas.

Personalidades e instituciones de todos los ámbitos de la vida pública lusa continuaron ayer lamentando su muerte, entre ellos los partidos de la izquierda marxista lusa e incluso la Iglesia Católica, que pese a las polémicas obras del Nobel expresó también su pesar por el fallecimiento. Precisamente fue la reacción católica ante una de sus obras, El evangelio según Jesucristo, y su retirada, en 1992, de la candidatura a un premio europeo por parte del Gobierno luso de entonces lo que llevo a Saramago a marcharse a Lanzarote, aunque volvió a menudo a su país y recibió en él numerosos homenajes.

Entre las más sentidas manifestaciones que motivó su desaparición estuvieron ayer las del Partido Comunista Portugués, a cuya militancia se mantuvo siempre fiel el escritor, y cuyos dirigentes acudieron a recibir el féretro al aeropuerto y la Cámara Municipal.